miércoles, 16 de noviembre de 2011

«No quería matarle»

imagen del marroquí Jaouad Belhajd Killeh en febrero de 2003, cuando explicó a EL COMERCIO una agresión que sufrió en el barrio de La Arena.
Jaouad Belhajd Killeh había sido trasladado dos días antes al módulo ocho de Villabona donde tuvo lugar la agresión que acabó con la vida de otro reo
Jaouad Belhajd Killeh acabó a puñetazos con la vida de Justo P. A. en el patio del módulo 8. La agresión ocurrió el viernes, duró de dos a tres minutos y entre los presentes se cuenta que un interno hizo ademán de pararla, pero que la mirada del marroquí le acobardó. El primer vigilante en alcanzar la escena tardó «tres o cuatro minutos». Era demasiado tarde. «Jamás vimos nada parecido, ni en las películas», declararon los reos a la Guardia Civil. Algunos han evidenciado «ataques de ansiedad» tras el suceso, según indican fuentes penitenciarias.
El acusado compareció ayer ante la magistrada-juez María Luis Llaneza y rehusó declarar porque, asegura, no tiene la presencia de ánimo para ello. «No quería matarle», repitió, afectado, a quienes pudieron hablar con él. Le quedaban tres años y medio para cumplir íntegra la condena que cargaba y ahora se expone a una nueva pena de hasta 20 años. La familia de Justo P. A. se ha personado como acusación particular y solicita acceder a la grabación de las cámaras de vídeo para estudiar los detalles del crimen. La ley obliga a Instituciones Penitenciarias a velar por la integridad del reo y reconoce la responsabilidad subsidiaria del Estado en estos casos.
Washington Jesús Villaverde, su abogado defensor, subrayó ayer que la actuación de su cliente «en ningún caso se puede calificar de ajuste de cuentas, ni venganza» y subraya una circunstancia: Jaouad permanecía recluido en el módulo 9 «en una situación estable, tranquila y controlada». El marroquí se habría ganado la confianza suficiente como para auxiliar en las labores del reparto y recogida de ropa. El miércoles pasado «de manera inexplicable» fue trasladado al módulo 8, califica el letrado.
Villaverde tacha de «grave error por parte del Centro Penitenciario» este movimiento dados los peligrosos antecedentes que ligaban a Jaouad con Justo. La historia se remonta en este punto al 12 de abril de 2003, en la desaparecida discoteca Baroque, en la zona gijonesa del Náutico. Esa noche una reyerta enfrentó a dos grupos en los que estaban Jaouad y Justo. Según declaró entonces el ahora fallecido en sede judicial, todo empezó cuando un amigo del marroquí propinó un cabezazo a uno de los de su panda y el propio Jaouad le rompió un vaso en la cara. La pelea siguió fuera del recinto y en un momento dado, Justo sacó una navaja de 11 centímetros y acuchilló al amigo del marroquí en el cuello, causando un grave peligro para su vida. A Jaouad le habría hundido la hoja en la espalda.
Por estos hechos, Justo P. A. fue condenado a prisión, donde protagonizó varias trifulcas que le llevaron al módulo de aislamiento como medida disciplinaria. El 28 de septiembre pasado, ya en libertad, cometió un atraco y para neutralizarle, la policía se habría visto obligado a dispararle en la pierna. A resultas de las heridas, seguía cojeando; no acertó a defenderse cuando se reencontró con su vieja víctima.
«Mi defendido vio a su antiguo agresor, persona violenta y de gran corpulencia», sostiene Villaverde. «En ningún caso debían haberse encontrado ambos en el mismo módulo», abunda el letrado. En Villabona reconocen que, efectivamente, el miércoles se efectuó ese traslado, pero que fue «una medida rutinaria, tendente a disolver una camarilla en la que estaba integrado Jaouad y que estaba protagonizando enfrentamientos con otros presos».
Historial de problemas
El marroquí llegó al país con sólo cuatro años, decía sentirse «español», y su historial recoge episodios de violencia al menos desde los 17 años. Con esa edad, el domingo 14 de enero de 2001 participó en una pelea registrada en una discoteca de La Guía que obligó a intervenir a cinco patrullas de policía. Un joven apareció gravemente herido, los agentes encontraron una navaja en el lugar, y Jaouad fue detenido. Un mes más tarde, el 18 de febrero, se registró otra reyerta con entre 60 y 70 participantes, en la calle de San Antonio. Un agente municipal trató de detenerle, al considerar que era uno de los causantes de la misma, y el joven le propinó una patada y un pisotón, lo que le valdría una acusación por atentado y lesiones.
Son los tiempos en los que sale con una pandilla conocida en la noche gijonesa por ser «bastante problemática», según comentaban los hosteleros de la época. Vive en la calle Dolores Ibárruri, se le conoce con el apodo de 'Jomar' y acumula problemas. El 26 de agosto de 2002 se acerca a un bar de Nuevo Gijón, donde tenía prohibida la entrada y en el que sabía que estaba uno de sus enemigos. Antes de llegar a él, sacó una navaja de cinco centímetros y le asestó varias puñaladas en el hombro a un amigo de su objetivo. Según los forenses, las heridas habrían llevado a la muerte a la víctima, de no haber mediado una rápida intervención policial y médica.
En febrero de 2003, el marroquí trata de abandonar un bar de La Arena con un vaso en la mano. Al oponerse el portero, se desencadena una pelea que concluye a 150 metros del lugar. El joven fue golpeado por varios guardias con «puños americanos y barras», según relataría durante una entrevista con EL COMERCIO. Un mes después será condenado a un año de prisión por el ataque al policía municipal, pero al carecer de antecedentes, no ingresa en Villabona. En abril, como queda dicho, fue apuñalado por el ahora fallecido Justo P. A.
Fue un año definitivo que terminará en diciembre, con una condena a seis años de prisión por homicidio en grado de tentativa debido a su episodio en Nuevo Gijón. Dicen quienes le conocen que su hermano también fue preso de Villabona, «pero a él le sirvió para espabilar y salir adelante».
El Comercio Digital

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El autor del tiroteo podría ser un preso fugado

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