La exigencia alemana de fijar los techos del déficit y la deuda en la Constitución ha obligado a Zapatero a rectificar su entera política de siete años. Para reformar la Constitución se precisa el acuerdo entre el centro derecha y el centro izquierda, es decir, entre el PP y el PSOE que representan a más del 80% del voto ciudadano. Así es que a Zapatero no le ha quedado otro remedio para cumplir con las exigencias europeas que retornar al espíritu de la Transición, convocar a Mariano Rajoy y suplicarle el entendimiento.
Ese es el aspecto positivo de la inmensa chapuza que se ha hecho con la reforma constitucional, acordada hoy y que será aprobada por las Cámaras la semana que viene. Con el rabo entre piernas, José Luis Rodríguez Zapatero se ha visto obligado a recuperar el espíritu de la Transición. Dicho esto, habrá que convenir que el procedimiento canicular y precipitado para reformar la Constitución está en las antípodas del sosiego imprescindible para una operación legislativa de tan profundo calado. Lo que España necesita, por otra parte, además de complacer las exigencias alemanas aceptando que el déficit español lo fije Europa, es cerrar de una vez el Estado de las Autonomías, impidiendo el chantaje de nuevas transferencias y recuperando para la Administración Central las competencias en Educación. Esa es la reforma constitucional que debería haber exigido Mariano Rajoy para plegarse a las peticiones de un Zapatero zarandeado por Merkel y Sarkozy.
de la Real Academia Española
La reforma puede no servir para nada
Maite Loureiro analiza junto a Pepe García Domínguez, Pablo Planas y Pablo Molina el contenido de la reforma de la Constitución que puede que se quede en nada al no incluir una cifra.
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