La Unidad Terapéutica y Educativa de la cárcel de
Villabona, en Asturias, no pasa por buenos momentos. Analizamos esta
«cárcel alternativa» y el modo en que ha demostrado que la reinserción
de presos es posible
La Unidad Terapéutica y Educativa de la cárcel de Villabona (UTE), en Asturias, se convirtió hace ya tiempo en un modelo a seguir por el sistema penitenciario español. Dieciséis cárceles en nuestro país aplican en mayor o menor medida su metodología de trabajo,
que tiene como objetivo la reinserción de presos mediante un cambio
radical del modelo convencional de prisiones. Lejos de quedarse en
España, el sistema ha sido ya visto con buenos ojos por países como Irlanda y Colombia pero, aunque su éxito está más que comprobado (las cifras avalan su trayectoria), lo cierto es que la UTE no pasa por sus mejores momentos.
Desencuentros entre el responsable de esta Unidad Terapéutica y el
director de la prisión, Esteban Suárez, así como el reciente cese de
tres de los coordinadores de la UTE han provocado que este modelo de
reinserción ideado por Faustino García Zapico y Begoña Longoria viva hoy sus horas más bajas.
La UTE dio sus primeros pasos en 1992 cuando, junto a
varios internos, Faustino y Begoña comenzaron a cambiar la realidad
carcelaria. Como cuenta Faustino a ABC, tanto él como su compañera
tuvieron «carta blanca» para llevar a cabo el proyecto, pues la
administración les permitió idear su particular sistema de prisiones «en versión reducida» dentro de la asturiana cárcel de Villabona.
El panorama es hoy, sin embargo, bien distinto: «En Villabona ya no se cree en la reinserción de
presos y la situación se está volviendo extremadamente dura debido a
una dirección que quiere cargarse esto», sentencia Faustino. Este diario
ha tratado de contactar con Esteban Suárez,
actual director de la prisión asturiana, que no ha querido hacer
declaraciones sobre la situación que varios miembros de la UTE
describen. Pero ¿cómo funciona exactamente el sistema que Faustino lleva
defendiendo tantos años?
Dejar de vigilar al preso
La Unidad Terapéutica y Educativa de Villabona persigue,
entre sus muchos fines, acabar con la subcultura carcelaria que impera
en la prisión tal y como la conocemos y en la que domina la «ley del
silencio». Además, se pretende modificar por completo el papel del
funcionario tradicional para que deje de ser un mero vigilante y se
convierta en parte activa de cara a la reinserción del preso. «Cuando
Begoña y yo comenzamos con la UTE y exploramos el mundo penitenciario
nos encontramos con una realidad del todo dantesca. El ambiente era
absolutamente hostil y no se podía hacer nada con los presos, por lo que
nos propusimos intentar transformar la realidad de la prisión y acabar
con aquella ley del silencio. Así es como decidimos convertir la cárel tradicional en un sistema educativo mediante un proyecto que se basara en el encuentro, el compromiso y la confianza».
Es por ello por lo que el modelo UTE no solo está dirigido
al preso, sino también al funcionario de prisiones. «Un 80% de los
funcionarios de vigilancia siempre han sido excluidos de la actividad
departamental en la prisión. Esto es algo erróneo, nosotros los
integramos en nuestra estructura educativa para hacer desaparecer así el
concepto de "vigilancia" y sustituirlo por el de "resolución de
conflictos", algo totalmente distinto a lo que ocurre en la prisión
tradicional, donde en lugar de resolver los conflictos simplemente se
contienen y vigilan».
Los presos «más duros»
Según narra Faustino desde su propia experiencia, no hay un
perfil específico de los presos que pasan a la Unidad Terapéutica de
Villabona porque «cualquiera puede reinsertarse». «No se puede dividir a
los presos en perfiles cuando estás planteando una alternativa al
sistema. Aquí partimos de la gente más dura, presos que han protagonizado motines o han traficado con drogas y conseguimos hacer con ellos un reciclaje total».
Es, precisamente, lo que ocurrió con Fernando (nombre ficticio,
pues prefiere mantener su anonimato), uno de los «tipos duros» de esta
cárcel asturiana. Para él, como para el resto de los que veían pasar los
días en lo que él llama la «cárcel normal», los de la UTE no eran más
que «los chivatos de Villabona».
«Decidí pasar un mes en la UTE para ver como era y cuando
tuve que regresar a la cárcel normal eché mucho en falta el cariño que
allí me habían dado, por lo que decidí regresar y quedarme». Fue
entonces cuando comenzó a darse cuenta de que había pasado toda su vida
inmerso en una soledad tan extrema que le había llevado a caer en las
drogas. «En la cárcel convencional estás acostumbrado a las peleas, a la dureza...
de repente vas allí y la gente te abraza y te trata como a una persona,
te hablan como nadie nunca te ha hablado y te hacen entender por qué
has delinquido». Fernando narra su estancia en la UTE con una serenidad extrema,
como de aquel que ha pasado de largo por la tempestad más absoluta. Al
«tipo duro» de la cárcel le hicieron incluso pasar por los talleres de
punto de cruz y de corte y confección. «Les salió mal la jugada, me
gustó aquello y empecé a hacer cada cosa con los hilos... ahora soy un
pequeño modistillo».
Fernando sentencia que ser un «tipo duro» es crucial para
sobrevivir a la dureza de la cárcel. «Si no eres duro allí te hundes, no
sobrevives». Sin embargo, reconoce que aunque «cuando llegas a la UTE
tras haber sido el "más chungo" de prisión cuesta mucho quitarse esa
armadura, una vez lo consigues comienzas a ver tus fallos, qué hiciste
mal en tu "vida pasada", por qué empezaste a drogarte... En mi caso todo
ocurrió por un sentimiento de soledad tan grande que me hizo caer en
las drogas y en las falsas amistades».
«Pillar la calle»
También J.J. abandonó «el otro lado» para «emigrar» a la UTE. Tras diez años deambulando por varias prisiones y protagonizar una fuga del penal de Nanclares de Oca terminó
en la cárcel de Villabona y le contaron lo que se hacía en el módulo
creado por Faustino. «En esos momentos estaba cansado y sin moral. El
efecto de la cárcel pesaba tanto en mí que no era capaz de definir
ningún tipo de futuro más allá de entre aquellos muros. Aun así, seguí
empeñado en regresar a mi forma de vida y fui a la UTE porque se comentaba que era la forma más rápida de “pillar la calle”». J.J. pasó en el módulo dos años, tras los cuales, no ha vuelto a delinquir.
«Fui a la UTE porque era la forma más rápida de "pillar la calle"»
Son muchas las actividades que se desarrollan dentro del módulo de la Unidad Terapéutica.
Como afirma J.J., «cualquier actividad del módulo está diseñada de
manera que asegure una intervención terapéutica efectiva sobre cada uno
de los internos. El objetivo es la toma de conciencia de la realidad de
un problema y la derivación a un recurso externo para continuar el
tratamiento». En este sentido, Fernando destaca el seguimiento total de
los presos de la cárcel de Villabona. «Muchos llegamos a prisión sin
ningún tipo de hábito. En la UTE es obligatorio, por ejemplo, ducharse
todos los días, lavarse los dientes tres veces al día, llevar el pelo
corto… Hay muchos talleres formativos y ocupacionales para que intentes
coger, además, el hábito de trabajo de cara a tu salida fuera».
¿Pero... es posible la reinserción?
Para Fernando, reinsertarse desde «la cárcel normal» es
extremadamente difícil, «ya que allí llegas siempre con un nombre, un
expediente… y eso hace que el que trafica se junte con el que trafica,
el que roba, con el que roba. Yo entré consumiendo y traficando a
mediana escala y cuando salí por primera vez de prisión ya tenía
contactos para traficar con quien quisiera. Además, sales odiando el sistema,
no piensas que la condena que te ha caído sea justa y no admites que
has hecho un daño a la sociedad». Fernando se encuentra ahora en tecer
grado terapeútico y su vida ha cambiado de manera radical. Intuye un
futuro del todo incierto, aunque no debido al hecho de haber sido
drogadicto y traficante, sino a la situación económica actual, que le
impide rehacer su vida tal y como le gustaría.
«Lo mejor es la grandeza de sentirte acompañado»
Fernando dedica unos minutos a valorar la situación actual
que se vive en la prisión de Villabona y lo achaca todo a un «ataque de
celos» que tiene a Faustino como principal objetivo. «Es cierto que
Faustino allí es el dueño de media cárcel, pero es la persona más
comprometida y entregada a la causa que conozco, no se pueden cargar un
proyecto así».
Faustino tiene claro que, pase lo que pase con las desavenencias entre UTE y dirección, en ningún caso va a tirar la toalla con lo que es el proyecto de su vida.
«Soy consciente de que vamos a contracorriente porque el enfoque
principal es resolver los problemas mediante la contención y el castigo.
Este modelo no se sostiene en el actual entorno, pero seguiré llevando
adelante este proyecto incluso después de mi jubilación, los resultados y las personas merecen la pena».
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