jueves, 30 de agosto de 2012

Interior tapa con propaganda un error garrafal

EL MINISTERIO del Interior parece haber orquestado una ofensiva propagandística a propósito del casoBretón para tapar sus propios errores en la causa por la desaparición de dos niños en Córdoba. Resulta desafortunado ver al jefe de la investigación haciendo declaraciones en programas de TV de gran audiencia que estimulan el morbo de la sociedad y son fronterizos con la telebasura. «Su estado de ánimo era jovial. Estaba tan tranquilo. Daba la sensación de que los apesadumbrados éramos nosotros», subrayó ante las cámaras el comisario Serafín Castro, vestido de uniforme. Castro hizo otros comentarios personales sobre el comportamiento y el carácter de José Bretón, el padre acusado de las desapariciones de sus hijos de corta edad. Sus intervenciones desataron la crítica del mundo judicial. La Fiscalía de Córdoba consideró «no adecuado» que se den detalles que están incluidos en una causa parcialmente secreta, máxime cuando es posible que el juez del caso cambie la imputación de detención ilegal y simulación de delito por la de doble asesinato. Esa circunstancia implicaría la transformación del sumario en un procedimiento de jurado popular y en este caso, la defensa de Bretón podría alegar que cualquiera que haya visto los programas ha dejado de ser imparcial y está mediatizado por las declaraciones policiales.
Interior ha intentado eliminar del primer plano el error garrafal cometido en un informe pericial que confundía huesos y dientes humanos con los de animales y por el que todavía no se han depurado responsabilidades. Para soslayar el escándalo, el Ministerio ha autorizado una inyección de carnaza que ha convertido al jefe de la investigación policial en una involuntaria estrella del realityshow.

Paralelamente, el ministro Jorge Fernández vio ayer cómo el juez Gómez Bermúdez le abría una investigación por un presunto delito de revelación de secretos a raíz de una rueda de prensa en la que el titular de Interior informaba del esclarecimiento del secuestro de Publio Cordón. Al margen de que Gómez Bermúdez no tenga competencia para instruir este sumario -que debería pasar al Tribunal Supremo, si prospera-, al margen de que se aprecie cierto aire de vendetta del magistrado hacia el PP y al margen de que él sea la persona menos adecuada para este caso -baste recordar que su mujer publicó un libro sobre el desarrollo del juicio del 11-M que Gómez Bermúdez presidía-, lo cierto es que Fernández se apresuró a apuntarse un tanto político antes de tiempo. El ministro demuestra un afán por colgarse medallas que no concuerda con su papel, que debe ser mucho más discreto. En definitiva da la sensación de que tenemos un Gobierno donde calla quien tiene que hablar y donde habla quien tiene que callar.
epsimo y EL MUNDO

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