Mariano
Rajoy ha pagado gentilmente a un par de consultoras menores dos
millones de euros. Estas no han hecho otra cosa que transcribir los
datos proporcionados por el Banco de España que es, a escala
internacional, un supervisor de indiscutida seriedad y permanente
prestigio.
Ahora sabemos, eso sí, de manera pública hasta dónde ha podido
profundizar el agujero excavado por la gestión de políticos y
sindicalistas en las Cajas: 62.000 millones de euros. La salud de los
Bancos españoles, que ganan dinero y reparten beneficios, resulta
reconfortante. El desastre de la mayor parte de las Cajas, que no tienen
que pagar dividendos, produce vértigo. Políticos y sindicalistas se han
dedicado en las Cajas desde hace un par de décadas a dotarse de sueldos
suculentos, indemnizaciones desmesuradas, edificios suntuosos, lujos
desbordantes, todo ello amén de colocar en ellas a sus parientes y
amiguetes y otorgar créditos sin los debidos avales a los paniaguados de
los partidos o los sindicatos. La opinión pública empieza a tomar
conciencia de la tropelía cometida y espera que por la vía judicial se
persigan los atropellos, ya que por la vía política no hay nada que
hacer puesto que los partidos y los sindicatos están dispuestos a
taparlo todo.
Se comprende que los ciudadanos, al ser encuestados, consideren como el
tercero de los diez grandes problemas que nos agobian a los partidos
políticos. El daño que han hecho con su incapacidad, su voracidad y su
cinismo al sistema financiero español carece de límites. Los jueces
tienen por delante una tarea muy árida y espinosa.
Luis María ANSON
de la Real Academia Española
de la Real Academia Española
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