lunes, 23 de enero de 2012

TRINIDAD JIMÉNEZ, LA NIÑA QUE IBA EN HIPOPÓTAMO A LA ESCUELA


Atendiendo la solicitud de numerosos lectores, reproducimos a continuación el artículo que Luis María Anson publicó el pasado día 17 en el diario El Mundo.
“No entiendo por qué algunos comentaristas se escandalizan ante las subvenciones otorgadas por el Gobierno Zapatero y su púber canéfora, la exministra Trinidad Jiménez. A mí me parece que dádivas tan suculentas están plenamente justificadas por razones de justicia social. Hay gente reaccionaria que no quiere, por ejemplo, reconocer la importancia del hipopótamo africano, cuyo necesario equilibrio es evidentemente muy superior a la circunstancia pasajera de los 5.500.000 parados españoles. Por eso hay que aplaudir la subvención de 293.899 euros que, poco antes de su despedida como ministra, otorgó Trinidad a la “Resolución de conflictos con los hipopótamos en Guinea Bissau”. La trascendencia de esa ayuda resulta obvia para cualquiera que tenga dos dedos de frente y haya sufrido conflictos con un hipopótamo.
Al gastarse como Dios manda el dinero del contribuyente español, que apenas puede conciliar el sueño agobiado por la preocupación que le causa la situación del hipopótamo africano, Trinidad Jiménez ha respondido a la tradición de justicia social que caracteriza a su partido. Durante el pasado verano, subvencionó con suculentas cantidades a las “Jornadas internacionales de activistas por los derechos de lesbianas, gays, transexuales y bisexuales”; al congreso paraguayo “Tetá guasupe guará tekopyahua”; a la “VII Conferencia Internacional sobre la desigualdad sexual” y a la creación de una antena para defender “los derechos humanos de la mujer en Kenia”. Con el fin de contribuir al “ejercicio de los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres de Kayes, república de Mali”, la ministra asignó 316.904 euros y otros 169.958 “para reforzar la capacidad de los jóvenes del sector informal a exigir sus derechos de salud sexual y reproductiva a través de la cultura en Bamako”. “Para mejorar la seguridad alimentaria nutricional”, en Prato, Bolivia, Trinidad Jiménez derramó 202.871 euros y 100.000 más para crear una “Red de cine lésbico, gay, bisexual y transexual, como vehículo de viabilización y defensa de los DDHH de las minorías”.
Solo elogios merece el maná de las dádivas otorgadas por Trinidad a todas estas instituciones y a otras varias docenas que dejo sin reseñar. Pero habrá que convenir que la subvención más necesaria era la de los hipopótamos. Eso no lo duda nadie. A mí me ha conmocionado la generosidad de la exministra y su sensibilidad para discernir qué tiene verdadera importancia en la vida de los españoles.
En su conocido relato La niña que iba en hipopótamo a la escuela, Yoko Ogawa, la prestigiosa escritora japonesa, discípula de Kenzaburu Oe, nos cuenta la historia de Tomoto, una adolescente incomprendida. La niña acudía a su escuela a lomos de un hipopótamo enano con el que tenía conflictos que solo Trinidad sabría resolver. “Por eso yo soy como el hipopótamo / me protege mi fuerte convicción / armadura que me hace invulnerable”, podría escribir la exministra glosando a Téophile Gautier en su célebre poema, cuando ni el kris ni la azagaya asustaban al poeta. Mario Vargas Llosa en su historia de Kathie y el hipopótamo o el británico Stephen Fry, autor del conocido relato El hipopótamo, entenderían muy bien la generosidad de Trinidad Jiménez.
La exministra, que colocó en unos meses a muchas docenas de socialistas como embajadores o consejeros en las representaciones españolas en el extranjero, siguiendo la vieja tradición de su partido, se inventó el puesto de embajador o embajadora especial ante una docena de camelancias, lo que produjo general alborozo en el cuerpo diplomático. Me dicen las lenguas de triple filo cachicuerno que Trinidad Jiménez, antes de la consternación nacional que se produjo el día que abandonó el ministerio, dejó a manera de testamento el nombramiento de Bibiana Aída como embajadora especial ante el conflicto de los hipopótamos en Guinea-Bissau, con un sueldo para su compañera de 240.000 euros anuales, automóvil oficial, dos secretarias, tres asistentes, un jardinero y viajes gratis total. Está a la espera de que el nuevo ministro, José Manuel García Margallo, comprenda la trascendencia del nombramiento y lo diligencie a la mayor brevedad posible para descargar de los hombros de los españoles el peso de un problema, como el de los hipopótamos, que a todos nos alarma y atosiga”.
María ANSON
de la Real Academia Española

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