Ignacio
Pozo.- Perdón por el titulo de estas letras, pero no he encontrado otro
mas acorde con su contenido y es que este invento del ex presidente
Rodriguez Zapatero de la ley de la “Memoria Histórica”, va camino de
convertirse en un espectáculo mas de los esperpentos montados por el
anterior gobierno socialista en su afán de desviar la atención sobre la
crisis económica que ya se estaba padeciendo y que hoy,.como
consecuencia, alcanza su cenit.
La última caricatura de esta Ley, ha tenido como protagonista al
Vicepresidente de la Junta Andalucía, Diego Valderas que el pasado
viernes en las tapias del cementerio de San José de Granada, con la toda
la pomposidad oficial y mediática posible, se colocó una placa
conmemorativa de las ejecuciones habidas allí en nuestra pasada Guerra
Civil. El ayuntamiento de Granada tuvo la acertada idea de que en
representación de la Corporación asistiera un familar directo de uno de
los ejecutados, en concreto el concejal Fernando Egea
Fernández-Montesinos, descendiente del que fue alcalde de la Granada
Manuel Fernández-Montesinos, a su vez pariente de la acaudalada y
renombrada familia Rodríguez-Acosta y cuñado de el gran Federico García
Lorca. Como escribo, un fatídico 20 de agosto del 1936, fue ejecutado
en esas tapias. Era el inicio de la cruenta guerra fratricida que este
país sufrió, y que con la Constitución que nos dimos en 1.978, con la
que supuestamente se dieron por superadas y cerradas todas las heridas
abiertas de la misma, también se concreto que no se podía estar
continuamente destrozando una convivencia con batallas que a muchos ya
les sonaba tan lejanas como la Batalla de las Termópilas.
Pues bien, los intolerantes de siempre comenzaron a increpar al
concejal Egea por asistir a dicho acto al grito de “¡vete!”, “¿que haces
aquí sin sentir la muerte de los allí caídos” y otros insultos e
improperios de una parte de los ignorantes intelectuales y
manipuladores políticos que allí se encontraban y que hacen de la
“Memoria Historia” una memoria sesgada, partidista y muy sectaria que la
convierte en una histérica memoria desprovista de cualquier valor ¿que
opinaríamos si los descendientes de los moriscos solicitarán que se
quitara los nombres de nuestras calles y plazas de, por ejemplo, los
Reyes Católicos con retirada de sus estatuas?. Pongamos cordura y
seriedad. La historia con mayúsculas es la que es, nos guste o no, y
una ley o norma jamas la podrá modificar.
Mal camino llevamos si en vez de preocuparnos por los vivos nos
ocupamos de los muertos en la actual situación que padece nuestro país.
Muertos respetados y respetables, de uno y otro bando, y que la historia
a puesto en su lugar. No es tiempo de reabrir heridas ya cicatrizadas,
es tiempo de apostar por la unidad y esfuerzo de las generaciones
posteriores a aquella guerra que con su ejemplo pusieron a este país en
los primeros puestos del mundo occidental en bienestar social.
No puede haber memorias partidistas que solo pretendan desenterrar
muertos con animo de proporcionarse, a ellos mismos, el consuelo
necesario para odiar al prójimo, de esa forma convierten la paz que nos
hemos dado en preparación de una guerra a la que están a dispuestos a
librar de forma maliciosa, sin saber con que fin ni resultado. Una
guerra fratricida siempre va tener muertos de ambos lados; en
paredones, cunetas o fosas, dejemos los muertos descansar en paz y los
vivos pongamos a prensar en as consecuencias a las que llevaron ta
salvaje guerra para no repetirla.
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