En el año 756, el príncipe omeya Abderramán derrotó, en las puertas
de Córdoba, al emir abasida y se alzó, convertido ya en Abderramán I,
como la
única autoridad de Ál Ándalus, instauró el Emirato Independiente e
impulsó la construcción de una nueva Córdoba como capital del nuevo
estado.
Sus sucesores favorecieron el desarrollo de la cultura y en Córdoba
se establecieron matemáticos, médicos, filósofos, poetas. La mezquita
fue ampliada por Abderramán II.
El
máximo esplendor de Córdoba coincidió con el gobierno de Abderramán III
que se convirtió en Califa en el año 929 e hizo de Córdoba un califato
independiente de Bagdad y la ciudad más floreciente, culta y poblada de
Europa. A ocho kilómetros de la capital, edificó el suntuoso palacio de
Medina Azahara, como demostración de amor hacia una de sus favoritas y
para albergue de su corte. Su lujo oriental, sus fuentes de mercurio,
celosías de alabastro y elegancia fueron el asombro de sus visitantes.
Su hijo Alhakem II remató las obras palaciegas, volvió a ampliar la
mezquita y consiguió repartir por la ciudad 70 bibliotecas que, en una
de ellas reunió cuatrocientos mil volúmenes catalogados, la más
importante del mundo. Durante el califato la ciudad llegó a tener mil
seiscientas mezquitas, una Universidad, una escuela de medicina y otra
de traductores del griego y del hebreo al árabe, 300.000 viviendas,
ochenta mil tiendas e innumerables baños públicos. Era una ciudad
cosmopolita y culta en la que cristianos, musulmanes y judíos vivían y
compartían cultura sin mayores problemas. Cuando en Europa ni se
lavaban, en Córdoba había 600 baños públicos. La única ciudad del
ámbito hispánico que ha tenido el privilegio de ser la más poblada del
mundo en algún momento de la historia.
Se
calcula que la ciudad tenía medio millón de habitantes aproximadamente
repartidos entre el recinto amurallado y los inmensos arrabales (algunos
historiadores aún hablan de 1.000.000 de habitantes, basándose en
recientes hallazgos arqueológicos de dimensiones superiores a las
esperadas, cumpliendo muchas de las crónicas hasta ahora tenidas por
exageradas). En toda la península la segunda ciudad en población era
Toledo, con treinta y cinco mil habitantes, Sevilla (Sbilya) apenas
llegaba a los diez mil…, Madrid (Matirit) era un corral de vacas que
aspiraba a aldea. El total de la población hispana era de 4 millones de
habitantes aproximadamente, es decir, de cada 100 habitantes, 12.5
vivían en Córdoba. Con estas abrumadoras cifras es fácil echarse a soñar
imaginando la gloria, la grandeza de la que disfrutó la ciudad por
aquellos años.
La opulencia del califato durante estos años queda reflejada en las palabras del geógrafo Ibn Hawqal:
La opulencia del califato durante estos años queda reflejada en las palabras del geógrafo Ibn Hawqal:
La abundancia y el desahogo dominan
todos los aspectos de la vida; el disfrute de los bienes y los medios
para adquirir la opulencia son comunes a los grandes y a los pequeños,
pues estos beneficios llegan incluso hasta los obreros y los artesanos,
gracias a las imposiciones ligeras, a la condición excelente del país y a
la riqueza del soberano; además, este príncipe no hace sentir lo
gravoso de las prestaciones y de los tributos.
Entre los sabios y artistas de la Córdoba califal, cabe mencionar,
dada la trascendencia que posteriormente tuvieron en la cultura
occidental, sobre todo durante el Renacimiento, al poeta Ibn Hazam
(994-1064), al filósofo Averroes (1126-1198) y al médico-pensador judío
Maimónides (1135-1204), sin olvidar la exquisitez aportada por Zyryab,
personaje mítico en la historia de Al Andalus por ser el impulsor de la
música andalusí. Como responsable del refinamiento que consiguió
Al-Andalus en el siglo IX. Ziryab enseñó a disponer la mesa, a servir y
presentar los platos, publicó un calendario de moda con los colores y
tejidos de cada estación. Incluso animó al califa a sustituir las copas
de oro por las de cristal para poder contemplar el vino al beberlo.
Pero su planteamiento urbano es lo que, en este capítulo, deseo
destacar y nada más cercano y descriptible que esta maqueta que incluye
espacios, jardines, alturas, murallas y sus espacios de protección para
hacernos una idea de cómo su organización fue ejemplo de las ciudades
que le precedieron.
Presentada en 3D, gracias al trabajo editado por http://simuladero.blogspot.com/ estamos ante la primera ciudad del mundo que se puede visitar en tres dimensiones:
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