sábado, 28 de abril de 2012

¿Paliará la UE la impotencia del Gobierno ante la herencia socialista?

A PESAR del empeño del Gobierno, la economía no mejora y cada día tiene más síntomas de empeorar. Ayer conocimos las deprimentes cifras de la EPA del primer trimestre, que registró una subida de 365.900 parados para situar la tasa de desempleo en el 24,4% de la población activa. Lejos de moderarse, se trata del mayor ritmo de destrucción de empleo desde 2009. Unas horas antes, la agencia Standard & Poor's colocó de golpe a España en la segunda división económica -en el mismo nivel que Irlanda o Portugal, dos países rescatados- al rebajar la calificación dos escalones hasta BBB+.
Todo ello mientras España no consigue zafarse del escrutinio de los mercados, que mantienen la prima de riesgo disparada y la bolsa comportándose como la peor de los países de nuestro entorno, con una pérdida del 15,8% desde que el Gobierno popular asumiera el mando. Pero ayer ensombreció más el panorama cuando reconoció en sus previsiones oficiales que la tasa de paro será superior en 2015 a la de 2011. Un dato tan deprimente como el facilitado por De Guindos al admitir que después de perder tres millones de empleos desde 2008, la economía española sólo será capaz de crear dos millones hasta 2020. Es decir, 12 años después del inicio de la crisis no habremos recuperado ni el nivel de empleo ni el mismo crecimiento.

Las cifras son alarmantes, pero también realistas. Hay que recordar que en la crisis de los 90 tardamos siete años en alcanzar la tasa de paro previa a aquella recesión -mucho menos intensa que la actual- y, además, el auge posterior del empleo contó con el motor de la construcción, que generó cientos de miles de puestos de trabajo.

Rajoy ha repetido en multitud de ocasiones que toda su política económica se encamina hacia la creación de empleo. Por eso, el Programa de Estabilidad 2012-2015 que el Consejo de Ministros aprobó ayer para remitir a Bruselas -en el que se incluyen esas previsiones- anticipa un rotundo fracaso de su Gobierno. Queda patente que las medidas adoptadas hasta ahora por el Ejecutivo no surten efecto porque han llegado tarde o porque no son las adecuadas y reflejan la impotencia del Gabinete por enderezar la situación.

Los mercados desconfiaron ante la decisión unilateral de relajar el objetivo del déficit. Ven una reforma laboral que se ha quedado a medio camino, la dificultad para embridar las cuentas de las autonomías y unos Presupuestos que no atacan de verdad el gasto corriente. A ello se une que el crédito continúa sin fluir porque el Gobierno no culmina la reforma financiera -causa principal de la última rebaja de rating por S&P-, lo que explica la parálisis de la economía y la imposibilidad de crear empleo. Aunque apenas estamos empezando la legislatura, el Ejecutivo tendrá muy difícil revalidar el triunfo electoral en 2015 si se presenta con un resultado de su gestión tan decepcionante como él mismo prevé.

La cuestión de fondo es que la crisis se ha agudizado de tal forma en la UE que un país no puede salir de ella en solitario. Cuando, por ejemplo, la incertidumbre ante la posible victoria del socialista Hollande en las presidenciales francesas provoca subidas en las primas de riesgo de Italia o España, es imprescindible buscar una solución europea. Y si los principales ajustes en los países más problemáticos están en marcha, quizá sea el momento de empezar a estimular la economía. Esto es lo que se pretende con la cumbre sobre el pacto de crecimiento que anunció el jueves Van Rompuy. Pero incluso así, las dudas de los mercados no terminarán hasta que la UE consiga una política fiscal común que pueda poner en marcha los eurobonos. Mientras tanto nos tendremos que acostumbrar a convivir con el paro desbocado

epsimo y EL MUNDO 

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