lunes, 30 de abril de 2012

La prisión de A Lama se perfila como punto de acercamiento de etarras al País Vasco

El penal pontevedrés acogía, al empezar el año, 22 condenados por pertenencia a banda armadas de ellos 17 eran de ETA
El centro penitenciario de A Lama se perfila como un posible punto intermedio de acercamiento de etarras a prisiones del País Vasco. No sería la primera vez que el Ministerio del Interior eligiera al penal pontevedrés como escala en un plan de reinserción de internos condenados por su pertenencia a la banda terrorista vasca, ya que fue utilizada como tal durante el Gobierno de Rodríguez Zapatero. Entonces –y probablemente también ocurra ahora– las cárceles de Asturias o Madrid estaban en una posición preferente como potencial destino.
De acuerdo con la información remitida al Congreso por la Dirección General de Instituciones Penitenciarias para responder a una pregunta del Grupo Mixto, en la cárcel pontevedresa de A Lama había, a 31 de diciembre de 2011, veintidós internos condenados por terrorismo. De ellos diecisiete pertenecían a ETA y los otros cinco se adscribían al GRAPO y a organizaciones islamistas radicales.
Fuentes internas de A Lama definen a los etarras como reclusos "cómodos" en el sentido de que acatan las normas del régimen penitenciario y evitan los problemas. Incluso, añaden, cuando protagonizaban protestas orquestadas en todos los penales de España (por ejemplo negarse a comer o a salir al patio) lo hacían sin generar mayores altercados.
Los veintidós terroristas que al empezar el año vivían en el centro penitenciario de A Lama estaban condenados y en régimen de primer grado. Todos ellos estaban, por tanto, incluidos en el Fichero de Internos de Especial Seguimiento (FIES), lo que les somete a una vigilancia intensiva.
La información remitida por Instituciones Penitenciarias al Congreso recogía que la cárcel de A Lama empezó el año con una población reclusa de 1.403. Una cifra que ha sufrido solo pequeñas oscilaciones desde entonces, señalan fuentes del penal que aún recuerdan cuando la prisión provincial rondaba los 1.900 internos.
Instituciones Penitenciarias atribuye al centro de A Lama una capacidad operativa de hasta 1.785 plazas lo que certificaría la buena posición del penal pontevedrés en el ránking de ocupación. Sin embargo esta valoracion es cuestionada por sindicatos con representación en el penal que cifran en 1.008 la población reclusa ideal, haciendo suyo el diseño carcelario que guió la construcción en la última década del pasado siglo de las denominadas prisiones-tipo. Por tanto ellos hablan de una ocupación del 140%.
Internos extranjeros
La población reclusa de origen extranjero ha experimentado un descenso en los últimos tiempos. Según la información que llegó al Congreso, entre los algo más de 1.400 internos que tenía el centro penitenciario de A Lama al empezar el año: 353 no eran españoles o lo que es lo mismo, uno de cada cuatro presos era extranjero.
En los primeros años del siglo XXI, los internos de A Lama foráneos superaban con creces el 30% de la población reclusa, siendo los de origen magrebí los más numerosos.
Un grupo especializado vigila a los presos etarras
Una investigación en el penal de Teixeiro destapó hace dos años y medio la existencia de una red de reclusos comunes que los presos de ETA utilizaban para contactar con la cúpula de la banda. Esta investigación del Ministerio del Interior concluyó con el traslado a otros módulos de la prisión de tres presos de ETA que mantenían contacto con reclusos comunes y la creación de un grupo de funcionarios especializado en terrorismo para evitar que los internos burlasen los controles internos del penal.
Con el objetivo de cerrar cualquier vía de comunicación que los reclusos más peligrosos pretendan establecer con el exterior, Interior ha creado un grupo de funcionarios en cada cárcel para reforzar el control sobre el entorno de ETA y del terrorismo yihadista. El refuerzo de la vigilancia a los condenados por terrorismo no es su única misión. Estos nuevos grupos de intervención también han impulsado una red de confidentes en torno a los presos etarras e islamistas. "Los funcionarios ya tienen infiltrados entre los presos comunes. Con este nuevo grupo se trata de potenciar esta red y al mismo tiempo crear una a nivel de bandas. Pero eso es más complicado y requiere más tiempo", apuntan desde la prisión de Teixeiro. Los confidentes tienen su recompensa. Entre los beneficios carcelarios que los funcionarios conceden a los reclusos que colaboran, está la concesión de alguna comunicación extra con sus familiares o la agilización de los trámites en la concesión de un permiso de salida.
  FARODEVIGO  

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