El centro penitenciario de A Lama se perfila como un posible punto 
intermedio de acercamiento de etarras a prisiones del País Vasco. No 
sería la primera vez que el Ministerio del Interior eligiera al penal 
pontevedrés como escala en un plan de reinserción de internos condenados
 por su pertenencia a la banda terrorista vasca, ya que fue utilizada 
como tal durante el Gobierno de Rodríguez Zapatero. Entonces –y 
probablemente también ocurra ahora– las cárceles de Asturias o Madrid 
estaban en una posición preferente como potencial destino.
De 
acuerdo con la información remitida al Congreso por la Dirección General
 de Instituciones Penitenciarias para responder a una pregunta del Grupo
 Mixto, en la cárcel pontevedresa de A Lama había, a 31 de diciembre de 
2011, veintidós internos condenados por terrorismo. De ellos diecisiete 
pertenecían a ETA y los otros cinco se adscribían al GRAPO y a 
organizaciones islamistas radicales.
Fuentes internas de A Lama 
definen a los etarras como reclusos "cómodos" en el sentido de que 
acatan las normas del régimen penitenciario y evitan los problemas. 
Incluso, añaden,  cuando protagonizaban protestas orquestadas en todos 
los penales de España (por ejemplo negarse a comer o a salir al patio) 
lo hacían sin generar mayores altercados.  
Los veintidós 
terroristas que al empezar el año vivían en el centro penitenciario de A
 Lama estaban condenados y en régimen de primer grado. Todos ellos 
estaban, por tanto,  incluidos en el Fichero de Internos de Especial 
Seguimiento (FIES), lo que les somete a una vigilancia intensiva.
La
 información remitida por Instituciones Penitenciarias al Congreso 
recogía que la cárcel de A Lama empezó el año con una población reclusa 
de 1.403. Una cifra que ha sufrido  solo pequeñas oscilaciones desde 
entonces, señalan fuentes del penal que aún recuerdan cuando la prisión 
provincial rondaba los 1.900 internos.
Instituciones 
Penitenciarias atribuye al centro de A Lama una capacidad operativa de 
hasta 1.785 plazas lo que certificaría la buena posición del penal 
pontevedrés en el ránking de ocupación. Sin embargo esta valoracion es 
cuestionada por sindicatos con representación en el penal que cifran en 1.008 la población reclusa ideal, haciendo suyo el 
diseño carcelario que guió la construcción en la última década del 
pasado siglo de las denominadas prisiones-tipo. Por tanto ellos hablan 
de una ocupación del 140%.
Internos extranjeros
La población
 reclusa de origen extranjero ha experimentado un descenso en los 
últimos tiempos. Según la información que llegó al Congreso, entre los 
algo más de 1.400 internos que tenía el centro penitenciario de A Lama 
al empezar el año: 353 no eran españoles o lo que es lo mismo, uno de 
cada cuatro presos era extranjero.
En los primeros años del siglo 
XXI, los internos de A Lama foráneos superaban con creces el 30% de la 
población reclusa, siendo los de origen magrebí los más numerosos.
Un grupo especializado vigila a los presos etarras
Una
 investigación en el penal de Teixeiro destapó hace dos años y medio la 
existencia de una red de reclusos comunes que los presos de ETA 
utilizaban para contactar con la cúpula de la banda. Esta investigación 
del Ministerio del Interior concluyó con el traslado a otros módulos de 
la prisión de tres presos de ETA que mantenían contacto con reclusos 
comunes y la creación de un grupo de funcionarios especializado en 
terrorismo para evitar que los internos burlasen los controles internos 
del penal. 
Con el objetivo de cerrar cualquier vía de 
comunicación que los reclusos más peligrosos pretendan establecer con el
 exterior,  Interior ha creado un grupo de funcionarios en cada cárcel 
para reforzar el control sobre el entorno de ETA y del terrorismo 
yihadista. El refuerzo de la vigilancia a los condenados por terrorismo 
no es su única misión. Estos nuevos grupos de intervención también han 
impulsado una red de confidentes en torno a los presos etarras e 
islamistas. "Los funcionarios ya tienen infiltrados entre los presos 
comunes. Con este nuevo grupo se trata de potenciar esta red y al mismo 
tiempo crear una a nivel de bandas. Pero eso es más complicado y 
requiere más tiempo", apuntan desde la prisión de Teixeiro.  Los 
confidentes tienen su recompensa.  Entre los beneficios carcelarios que 
los funcionarios conceden a los reclusos que colaboran, está la 
concesión de alguna comunicación extra con sus familiares o la 
agilización de los trámites en la concesión de un permiso de salida.
 
 
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