LA ACTIVIDAD política no se caracteriza precisamente por la coherencia,
pero el nivel de cinismo con el que está actuando el PSOE en las últimas
semanas carece de precedentes en la historia de nuestra democracia.
Como si el partido de Rubalcaba no tuviera nada que ver con la actual
situación que atraviesa España, Elena Valenciano llamó ayer a «las
familias» a salir a la calle para «defenderse de los recortes del
Gobierno».
«O paramos al Gobierno del PP en esta deriva o va a parar a la sociedad española», dijo Valenciano tras subrayar que hay un «empobrecimiento vertiginoso» de amplias capas de la población.
Da la impresión de que los dirigentes del PSOE sufren amnesia y no recuerdan que Zapatero ha estado gobernando ocho años España hasta diciembre pasado. Por otro lado, Elena Valenciano debería haber sido mucho más prudente porque, cuando compareció ayer ante los medios, ya se sabía que la UE había confirmado que el déficit en 2011 había sido del 8,5%, dos puntos y medio por encima del objetivo asumido por el anterior Gobierno. Esa desviación ha obligado al PP a tener que efectuar un recorte adicional de 25.000 millones de euros.
Lo más grave es que la vicepresidenta Elena Salgado, que tenía toda la información, ocultó ese déficit, haciendo creer a la opinion pública que se había cumplido con el 6% comprometido ante Bruselas. La actual desconfianza de los mercados hacia España proviene, en buena parte, del descubrimiento de que el Gobierno de Zapatero no decía la verdad. El engaño ha provocado un tremendo daño a la credibilidad del país.
Por tanto, el PSOE tiene una enorme responsabilidad en el deterioro de la situación económica. Su legado ha sido desastroso y, por ello, si no quiere colaborar con el nuevo Gobierno, lo mejor que podria hacer es guardar un prudente silencio.
Si alguien no tiene credibilidad alguna para impartir recetas contra la crisis es Rubalcaba, que se ha apuntado a ser uno de los valedores internacionales de François Hollande, cuyo triunfo en la primera vuelta hizo tambalear ayer las Bolsas europeas.
La lectura que han realizado los mercados y numerosos analistas es que las urnas en Francia han dado la victoria a las fuerzas políticas que quieren hacer una enmienda a la totalidad a la Europa que lideran en estos momentos Sarkozy y Merkel. Hollande ha hecho su campaña con la promesa de que, si gana, revisará las políticas de lucha contra el déficit, subirá el salario mínimo, volverá a establecer la edad de jubilación a los 60 años y aumentará el gasto para relanzar la economía.
Veremos si gana las elecciones y si es capaz de cumplir sus promesas, pero no hay duda de que el temor a un distanciamiento político entre Francia y Alemania aumenta las incertidumbres sobre el futuro del euro. Sin ir más lejos, el Gobierno holandés se fue ayer a pique tras perder el apoyo de uno de los partidos de extrema derecha que lo sustentaba.
Este clima de inestabilidad política en Europa y de falta de confianza en el euro gravita especialmente sobre la economía española, cuyas perspectivas a corto plazo no son nada buenas. El PIB cayó un 0,4% en el primer trimestre del año, superior incluso al descenso del 0,3% en los tres últimos meses de 2011. Ello supone que entramos nuevamente en una recesión que previsiblemente durará al menos hasta finales del año, ya que las proyecciones del Gobierno estiman que 2012 se cerrará con un crecimiento negativo del 1,7%.
En un contexto de caídas generalizadas en las Bolsas, Madrid fue una de las plazas más afectadas con un descenso del 2,7% en el Ibex 35, lo que eleva las pérdidas a un 20% desde que comenzó el año. La prima de riesgo también subió a 437 puntos.
Así pues, a los graves problemas estructurales de la economía española se suma ahora la incertidumbre sobre lo que va a ocurrir en Francia y la propia debilidad del euro, lo que obliga al Gobierno a no dar un paso atrás, como exige el PSOE, sino a profundizar en unas reformas que son el único camino para salir del atolladero.
«O paramos al Gobierno del PP en esta deriva o va a parar a la sociedad española», dijo Valenciano tras subrayar que hay un «empobrecimiento vertiginoso» de amplias capas de la población.
Da la impresión de que los dirigentes del PSOE sufren amnesia y no recuerdan que Zapatero ha estado gobernando ocho años España hasta diciembre pasado. Por otro lado, Elena Valenciano debería haber sido mucho más prudente porque, cuando compareció ayer ante los medios, ya se sabía que la UE había confirmado que el déficit en 2011 había sido del 8,5%, dos puntos y medio por encima del objetivo asumido por el anterior Gobierno. Esa desviación ha obligado al PP a tener que efectuar un recorte adicional de 25.000 millones de euros.
Lo más grave es que la vicepresidenta Elena Salgado, que tenía toda la información, ocultó ese déficit, haciendo creer a la opinion pública que se había cumplido con el 6% comprometido ante Bruselas. La actual desconfianza de los mercados hacia España proviene, en buena parte, del descubrimiento de que el Gobierno de Zapatero no decía la verdad. El engaño ha provocado un tremendo daño a la credibilidad del país.
Por tanto, el PSOE tiene una enorme responsabilidad en el deterioro de la situación económica. Su legado ha sido desastroso y, por ello, si no quiere colaborar con el nuevo Gobierno, lo mejor que podria hacer es guardar un prudente silencio.
Si alguien no tiene credibilidad alguna para impartir recetas contra la crisis es Rubalcaba, que se ha apuntado a ser uno de los valedores internacionales de François Hollande, cuyo triunfo en la primera vuelta hizo tambalear ayer las Bolsas europeas.
La lectura que han realizado los mercados y numerosos analistas es que las urnas en Francia han dado la victoria a las fuerzas políticas que quieren hacer una enmienda a la totalidad a la Europa que lideran en estos momentos Sarkozy y Merkel. Hollande ha hecho su campaña con la promesa de que, si gana, revisará las políticas de lucha contra el déficit, subirá el salario mínimo, volverá a establecer la edad de jubilación a los 60 años y aumentará el gasto para relanzar la economía.
Veremos si gana las elecciones y si es capaz de cumplir sus promesas, pero no hay duda de que el temor a un distanciamiento político entre Francia y Alemania aumenta las incertidumbres sobre el futuro del euro. Sin ir más lejos, el Gobierno holandés se fue ayer a pique tras perder el apoyo de uno de los partidos de extrema derecha que lo sustentaba.
Este clima de inestabilidad política en Europa y de falta de confianza en el euro gravita especialmente sobre la economía española, cuyas perspectivas a corto plazo no son nada buenas. El PIB cayó un 0,4% en el primer trimestre del año, superior incluso al descenso del 0,3% en los tres últimos meses de 2011. Ello supone que entramos nuevamente en una recesión que previsiblemente durará al menos hasta finales del año, ya que las proyecciones del Gobierno estiman que 2012 se cerrará con un crecimiento negativo del 1,7%.
En un contexto de caídas generalizadas en las Bolsas, Madrid fue una de las plazas más afectadas con un descenso del 2,7% en el Ibex 35, lo que eleva las pérdidas a un 20% desde que comenzó el año. La prima de riesgo también subió a 437 puntos.
Así pues, a los graves problemas estructurales de la economía española se suma ahora la incertidumbre sobre lo que va a ocurrir en Francia y la propia debilidad del euro, lo que obliga al Gobierno a no dar un paso atrás, como exige el PSOE, sino a profundizar en unas reformas que son el único camino para salir del atolladero.
epsimo y EL MUNDO
No hay comentarios:
Publicar un comentario