Un testigo lo sitúa en la finca familiar la mañana de la desaparición; él negó haber estado allí
Los
policías que acompañaban a José Bretón, el padre de los niños
desaparecidos en Córdoba, la noche en que le detuvieron no daban
crédito. Mientras los perros husmeaban cada palmo de la finca familiar
de «Las Quemadas» y el georradar peinaba el terreno, él se mostraba
relajado y lenguaraz. Fueron muchas horas y hubo tiempo para
confidencias. En una de ellas, Bretón
se jactó de sus hazañas sexuales con una prostituta, cuyos servicios
había contratado días antes de la desaparición de Ruth y José.
Les contó que se había pasado por el «PK2», un club de alterne situado
en la calle Gabriel Ramos Bejarno, también en el polígono de «Las
Quemadas», según ha podido saber ABC.
El amantísimo padre no
ahorró detalles sobre la chica rumana con la que había pasado el rato,
en qué había consistido el servicio y cuánto le había costado. Eso sí, resaltó que ya se había separado de Ruth Ortiz
—la madre de los niños— cuando acudió al local. Los agentes escuchaban
sorprendidos por la frialdad del detenido. «Él estaba seguro de que no
íbamos a encontrar a las criaturas. La búsqueda no le afectaba en
absoluto», señalan fuentes del caso.
«Voy a poner sevillanas»
El
relato pormenorizado del escarceo sexual fue el detalle más llamativo
de esa noche, pero no el único. Bretón estaba muy preocupado porque no
quería perderse el partido de fútbol que retransmitían y ofreció a los agentes cena en su finca —«no se preocupen tengo muchas latas»—.
Aún
tuvo otra salida que descolocó a los investigadores. En un momento de
la noche se metió en la casa de la finca y les dijo que iba a buscar una
radio porque estaba aburrido. «Voy a por un disco de sevillanas que me gusta mucho», les soltó. Finalmente, no lo puso. «Esa música me trae malos recuerdos», les dijo ante la desesperación y la rabia contenida de los funcionarios, cuyo único objetivo era encontrar a los niños.
Una cámara grabó un coche idéntico al de su hermana en la finca y a un hombre bajando de él
La próxima semana volverá a declarar ante el juez instructor,
José Antonio Rodríguez Lainz, que decretó el levantamiento total del
secreto de las actuaciones el pasado viernes. El juez interrogará de
nuevo al padre de los niños sobre todas las contradicciones halladas
durante el más de medio año de compleja y exhaustiva investigación.
En el sumario figura un
testigo, que sitúa a José Bretón a las 11.15 de la mañana del sábado 8
de octubre, el día en que desaparecieron los pequeños, junto a la finca.
A esa hora, él asegura -y su familia lo ha ratificado- que estaba en
casa de su hermana Catalina con sus propios hijos y con sus sobrinos, a
los que cuidaba mientras su hermana y su cuñado hacían unas compras. El
testigo ha detallado la ropa que llevaba el padre de los pequeños y
explica que vio perfectamente el inseparable bolso del que Bretón no se
desprende.
Diez
minutos antes, una cámara de seguridad, la del centro de menores, grabó
un coche idéntico al de su hermana: un Kia Picanto gris metalizado
estacionando 20 metros antes de la entrada de la finca familiar, a la
izquierda. Se da la circunstancia de que los investigadores han
comprobado que solo hay seis coches idénticos en Córdoba. Un hombre,
vestido como Bretón, camisa blanca y pantalón oscuro, se bajó del turismo y regresó a los 10 minutos. La cámara registra asimismo a otra persona,
pero dada la distancia y la posición no se puede determinar si esa
segunda persona también descendió del coche o estaba en el lugar o
incluso bajó de otro turismo y casualmente coincidió al cruzar la calle.
El imputado asegura que no estuvo esa mañana en «Las Quemadas».
ABC
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