miércoles, 4 de enero de 2012

Otra vez el PSOE deja la Seguridad Social en quiebra

  Otra vez el PSOE entrega la Seguridad Social quebrada

 La reforma laboral, test para Rajoy

ESPAÑA ha cerrado el año con 4.422.359 personas inscritas en las oficinas del INEM. Aunque diciembre es un mes tradicionalmente positivo para la creación de empleo debido a las fiestas navideñas, en esta ocasión su balance fue de 1.897 desempleados más, mientras que, en conjunto, 2011 se despidió con 322.286 nuevos parados. Faltan calificativos para referirse a esta desgraciada realidad, pero las cifras vienen a confirmar el severo deterioro que ha sufrido la actividad económica en nuestro país en el segundo semestre del año que se ha ido.
Al drama del paro viene a sumarse el dato no menos grave de que la Seguridad Social -que ha perdido 355.000 afiliados en 2011- cerrará el ejercicio con déficit, por primera vez desde 1998. El nuevo secretario de Estado lo confirmó ayer, aunque no quiso precisar la cuantía hasta no disponer de la información definitiva. Recordemos que la previsión del Gobierno anterior recogía un 0,4% de superávit en la Seguridad Social al final de año. Como ya sucediera con el déficit del Estado, también esta cifra era ilusoria. Tal y como dijo el ministro de Economía, estos datos ponen «en cuestión el Estado del Bienestar». No sólo porque es un sarcasmo hablar de bienestar en un país con casi cinco millones de parados, sino porque el pago de las pensiones podría verse comprometido a medio plazo.
La gravedad de la situación hace que todas las miradas se vuelvan hacia el nuevo Gobierno del PP en busca de soluciones. Rajoy ha optado por empezar legislando para frenar la sangría del déficit, pero el auténtico reto del Ejecutivo es detener la hemorragia del paro. Y el primer paso, sin el que la actividad no puede recuperar el pulso, es una reforma laboral en profundidad.
El plazo dado por Rajoy a sindicatos y patronal para llegar a un acuerdo termina esta misma semana, por lo que el Gobierno estará en condiciones de legislar sobre la materia en breve, pues resulta improbable que los agentes sociales vayan a llegar a un pacto. Ya casi nadie -al margen de los sindicalistas- duda de la necesidad urgente de esta reforma, habida cuenta que el mercado laboral español se ha revelado como el más rígido e ineficaz del mundo desarrollado. El récord de parados demuestra que la capacidad de destruir empleo de nuestro sistema parece no tener fin. Bien es verdad que en algunas comunidades como la de Madrid se ha creado empleo en diciembre, lo cual demuestra que hay políticas más eficaces que otras para combatir el paro.
La encuesta que publicamos hoy pone de manifiesto que la mayoría de los españoles no son partidarios de una reforma que flexibilice el mercado de trabajo incluyendo un contrato único con indemnización de 20 días, los descuelgues de los convenios o la autorización de los llamados minijobs, empleos a tiempo parcial con sueldos bajos. Sin embargo, el dato más elocuente es que el 49,6% de los entrevistados que tienen entre 18 y 30 años sí respalda esta modalidad, vigente en Alemania, donde por cierto el desempleo ha descendido hasta el 6,6%. Es lógico que los jóvenes -cuya tasa de paro es casi del 50%- prefieran tener un minijob a inscribirse en el INEM.
El Gobierno está obligado a tener en cuenta la opinión de los jóvenes a la hora de hacer la reforma laboral. La posición mayoritaria en contra de este tipo de contrato es insolidaria y proviene de quienes tienen un trabajo fijo y no quieren perder su sobreprotección, aunque sea a costa de dejar sin horizonte a millones de jóvenes. Después de haber aprobado una subida de impuestos en contra de los fundamentos de su discurso económico, la reforma laboral es todo un test para Rajoy. El presidente del Gobierno tiene que pensar en el interés general, no en los intereses de instalados y sindicalistas.


A UN mes del 38º Congreso del PSOE, sigue la guerra de manifiestos entre las dos corrientes que apoyan a Rubalcaba y a Chacón. La última en lanzar un comunicado -en la plataforma en favor de la ex titular de Defensa- es Cristina Narbona, con la autocrítica más valiente hasta la fecha. Sostiene que nunca había sido tanta la desconexión del PSOE con la sociedad y reclama una verdadera regeneración, con primarias abiertas a simpatizantes para elegir al candidato, como hizo el PS francés. Denuncia también que los Gobiernos de Zapatero no hicieron nada por pinchar la burbuja inmobiliaria ni lucharon decididamente contra la corrupción. Casos como el del número dos socialista, José Blanco -por quien Rubalcaba puso su mano en el fuego-, son ejemplo elocuente. Se podrá estar más o menos de acuerdo con Narbona. Pero estos postulados son un primer paso necesario para el cambio, algo que alguien que lleva tantas décadas en la dirección del PSOE como Rubalcaba no puede encarnar

No hay comentarios:

Publicar un comentario