domingo, 10 de abril de 2011

Las seis fugas del preso más antiguo

Miguel Montes Neiro lleva 35 años engarzando condenas de cárcel. Ahora solicita el indulto por «agravio comparativo» con otros que han matado y están en la calle

Venid a hacerme psicoanálisis», pide Miguel Montes Neiro, el preso más antiguo de España, en una de sus cartas. Daría para mucho, desde luego, si algún psicólogo pudiera ponerse a ello. Lleva treinta y cinco años engarzando condenas de prisión. Nunca cometió un delito de sangre pero se ha fugado seis veces. Ha llegado a andar ocho kilómetros por cañerías para salir a la luz tras huir levantando un váter. Conoció a su mujer y formó familia con base en los años que estuvo fugado y a los periodos de libertad condicional. La pasada década incluso montó una inmobiliaria en Marruecos. Así que ha estado preso, pero también se las ha ingeniado para burlarse de la ley y andar suelto.

Con doce años lo metieron en un reformatorio y ya con dieciséis cayó preso durante seis años. Le acusaron de haber robado tabaco en un quiosco del barrio. Su hermana mantiene que no lo había hecho pero como su padre era policía le convencieron de que había que dar ejemplo. «No le hicieron ningún bien», señala Encarnación Montes. Luego vino lo del Ejército. Sirviendo en la Legión en Ceuta, le acusaron de deserción, y desde entonces no ha conocido la libertad total y le han condenado en 25 ocasiones.

Pese a tanta tropelía, a sus sesenta años, sigue reclamando una oportunidad que su abogado tramita en forma de petición de indulto por «agravio comparativo» con otros presos que han matado y están en la calle. Está enfermo de cáncer y también el Tribunal Supremo le ha abierto una rendija para la esperanza tras pedir a la Audiencia de Granada que clarifique el berenjenal de penas que se le han ido imponiendo a lo largo de su vida. Ha protagonizado tres huelgas de hambre porque está convencido de que es inocente. Si se psicoanalizara, quizá podría descubrir que confunde fantasía y realidad.

No es un santo aunque los suyos le definen como un «hombre de palabra» que nunca miente. Cuesta creerlo por el estrambótico relato de los hechos que articuló en su último juicio en Granada, ciudad de la que son originarios él y sus cinco hermanos que funcionan como una piña cada vez que pueden ayudarle en algo. Tiene fama de aprovechar sus fugas para estar con su familia, por eso al final siempre le terminan cogiendo.

En la última escapada, fue tras el acto familiar que se largó, según el relato de los hechos con base a los cuales el juez lo condenó a seis meses de prisión. Aprovechó el permiso para acudir al velatorio de su madre para largarse por la ventana del baño. La historia que él y su familia contaron ante el Juzgado de lo Penal 4 de Granada fue bien distinta, y versa sobre un desmayo que habría sufrido Montes Neiro tras tomarse un tranquilizante.

Icono antisistema

A la mañana siguiente, cuando se despertó, cogió y se fue a por churros para desayunar con sus hijas, Estrella y Ángeles, ambas adolescentes. Montes, como le conocen los otros presidiarios, no oculta que se fugará cada vez que pueda. «Así no hay quien viva o quiera vivir», afirma en su página web donde tiene numerosos seguidores que le animan para conseguir la libertad, muchos de ellos de un marcado carácter antisistema que le ven como a una especie de héroe.

Su actual abogado, Félix Ángel Martín García, lucha por que se le aplique la «doctrina Parot» que obligaría a contabilizar todos los años que ha pasado en prisión provisional. De hacerse así, el Estado incluso le debería días de libertad, mantiene Martín García antes del cual defendieron a Montes otros letrados entre ellos incluso un famoso prófugo, Emilio Rodríguez Menéndez, éste con mejor suerte que el propio Montes Neiro.

Quería ser fontanero pero se reclama ceramista. «Mi madre era su diosa», dice su hermana Encarnación, quien recibe sus llamadas a deshora cada vez que le dan una tarjeta para llamar desde el penal de Huelva donde está ahora. «Hermana, ¿tú has entendido lo que han decidido?», le preguntó tras la decisión del Supremo esta semana. No se terminan de enterar pese a que hablan incluso con soltura de penas acumuladas, y extractos del Código Penal.

Montes se ha convertido en un personaje de sí mismo que, para que le escuchen su sueño de morir en libertad, ha encabezado cartas a jueces con un «Señoría, me he acostado con su mujer» para llamarles la atención y que le leyeran. Los hay en la calle con menos antecedentes penales que él que recuerdan también su papel dentro de la trena, sin hacerle daño a nadie y ayudando a otros a salir de la droga. Y solo tiene un parte de mala conducta por no hacer la cama, dice su abogado.

Pero ahí sigue, hasta 2021 en principio, por su tozuda manera de defender aquella máxima de que todo preso tiene la obligación de fugarse. Está en que lo suyo es injusto y puede que no exista terapia que se lo saque de la cabeza.

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