Sin duda, el principal objetivo del viaje era escenificar el respaldo de Angela Merkel a Zapatero, que ha sido muy importante para tranquilizar a los mercados y reducir el coste de las emisiones de deuda.
Pero Angela Merkel le impuso ayer a Zapatero nuevos deberes que tendrá que cumplir antes de la cumbre de jefes de Gobierno de la UE prevista para mediados de marzo. Esa tarea se llama Pacto de Competitividad, que, según manifestó la canciller alemana, es «el segundo pilar» del euro tras el compromiso de reducción de los déficits presupuestarios.
El Pacto de Competitividad implica tres exigencias: la desvinculación de los salarios de la inflación, poner un techo al gasto de las comunidades autónomas y la armonización del Impuesto de Sociedades.
Mucho más categórico que Zapatero fue su ministro de Trabajo, Valeriano Gómez, que rechazó de forma tajante la propuesta de Merkel. UGT y CCOO se manifestaron en el mismo sentido, defendiendo que la referencia de la negociación colectiva sea la inflación.
La posición de los sindicatos no es una sorpresa, pero sí resultan chocantes las palabras de Arturo Fernández, presidente de CEIM, que afirmó que ligar los sueldos a la productividad es «un cambio radical y complicado». El dirigente empresarial madrileño, con una frivolidad impropia de su cargo, llegó a decir que «la productividad es un tema más alemán que español». O sea que España es diferente y así nos va.
Nos parece un error este punto de vista, ya que resulta mucho más razonable, como se está haciendo en Alemania, ligar los salarios a los aumentos de productividad y, por lo tanto, a los resultados de las empresas. Lo que carece de sentido es establecer subidas generalizadas de sueldos para un sector al margen de la situación de cada negocio. Por eso, hay que cambiar la negociación colectiva.
Merkel presionó ayer a Zapatero para que esta reforma se concrete en un plazo de unas pocas semanas, lo que facilitaría el apoyo de Alemania a flexibilizar el uso del fondo de rescate europeo para países como España, con eventuales problemas para financiar su deuda.
Pero las nuevas exigencias de Angela Merkel no son fáciles de cumplir para Zapatero, todavía exultante por el pacto suscrito con los sindicatos sobre la reforma de las pensiones. Desvincular las subidas salariales del IPC es algo que los sindicatos no están dispuestos a aceptar en ningún caso y que podría volver a generar un enfrentamiento con el Gobierno.
El gran problema de Zapatero es que la UE le presiona para avanzar por la vía de las reformas, mientras que los sindicatos le quieren empujar en dirección contraria. Tarde o temprano, el presidente tendrá que elegir uno de los dos caminos. Ayer salió airoso de su cita con Merkel con unas declaraciones que no le comprometen a nada. Pero marzo está a la vuelta de la esquina y Zapatero tendrá que ir a la próxima cumbre europea con los deberes hechos so pena de ser suspendido por sus socios.
epsimo y EL MUNDO_________________
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