sábado, 27 de noviembre de 2010

Las prisiones españolas están entre las más saturadas de Europa

España es el tercer país europeo con mayor hacinamiento en sus cárceles, según se desprende de un informe presentado durante la 30 Conferencia de Ministros de Justicia del Consejo de Europa, que finaliza en Estambul.

El informe que no incluye datos de Rusia, el país con mayor población carcelaria de Europa, señala que España ocupa ese tercer puesto con casi 142 reclusos por cada 100 plazas, sólo superado por Chipre (150) y Serbia (146).

"En España se produce un efecto curioso. Teniendo uno de los niveles de criminalidad más bajos de Europa, existe, sin embargo, una sobresaturación en nuestro sistema penitenciario", reconoció el ministro de Justicia, Francisco Caamaño.

Según el documento, realizado por Turquía a petición del Consejo de Europa, en los 47 países miembros del esta organización hay una población reclusa cercana a los dos millones de personas, casi la mitad de ellos en Rusia.

España, la undécima posición

En España (sin incluir datos de Cataluña, que tiene trasferidas las competencias en esta materia) ocupa la undécima posición por cantidad de presos, con 160 presos por cada 100.000 habitantes.

La masificación, uno de los temas más discutidos en la reunión de Estambul, "es un problema que afecta a toda Europa, dificultando el trabajo del sistema penal y la rehabilitación", aseguró la vicesecretaria general del Consejo de Europa, Maud de Boer-Buquicchio.

"Pero debemos asegurarnos de que los estándares mínimos de detención son respetados", añadió.

El hacinamiento en las cárceles es también una de las causas de la violencia en las prisiones e incluso de los suicidios entre reos.

De hecho, un informe del Defensor del Pueblo en España de 2009 alertó de un aumento de suicidios superior al incremento de la población carcelaria, lo que se achacó a la masificación.

El comisario de Derechos Humanos del Consejo de Europa, Thomas Hammarberg, alertó además de que en muchos países europeos el virus del sida se está expandiendo con rapidez entre la población reclusa.

Una de las conclusiones de la reunión de los titulares de Justicia es la necesidad de buscar medidas alternativas a la prisión para castigar ciertos delitos, para reducir el hacinamiento.

"Para ello, precisamente, hemos reformado el código penal (en España) buscando un criterio de proporcionalidad y gravando con mayores penas los delitos más graves, pero también buscando soluciones alternativas", explicó Caamaño.

Entre estas últimas están la imposición de un GPS, la pena de localización permanente, multas diarias o compensación a la víctima.

"Se está hablando de experiencias y modalidades punitivas que permiten garantizar los derechos de la víctima y penar al delincuente, pero no necesariamente tienen que ser procesos de internamiento de larga duración en establecimientos penitenciarios", relató el ministro español.

El principio que manejan los países del Consejo es que las penas "deben ir siempre hacia la reeducación y la reinserción del delincuente".

"Por tanto, la pena privativa de libertad debe ser siempre el último recurso", concluye.


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