viernes, 11 de junio de 2010

UNA HUELGA GENERAL POLÍTICA

LOS APESEBRADOS TRAIDORES DE LOS EMPLEADOS PÚBLICOS
Una Huelga General Política

Es previsible que los dirigentes de CCOO y UGT acaben convocando una huelga general en nombre de los derechos de los trabajadores y como consecuencia de que el Gobierno establezca una nueva regulación laboral. A estas alturas es probable pero no es seguro. Primero porque se desconoce el contenido de la reforma, y segundo porque tanto Méndez como Toxo son en realidad cuasi grandes funcionarios del Estado, y estos tipos de perfil no sienten ningún entusiasmo por las huelgas. Si la acaban haciendo será para salvar la cara porque se encontrarán sin salida ante el malestar de sus bases sindicales por su manifiesta inoperancia.

Durante dos años de crisis han conseguido muchas fotos con Zapatero y ministros, pero muy pocos resultados ninguno, en el caso de los parados- en defensa de los trabajadores. De ahí el enorme desprestigio que hoy tienen los sindicatos, y de ahí también su dependencia cada vez mayor de las subvenciones que reciben por diversas vías de los presupuestos del Estado, de las CCAA e, incluso, de los grandes Ayuntamientos. Ellos y los liberados sindicales son en este sentido privilegiados ante esta difícil situación. Y los más críticos con su estatus no son los grandes ejecutivos sino los trabajadores autónomos, los pequeños empresarios y muchos, muchísimos, asalariados.

Convocar una huelga general no debería justificar el mal papel hecho por Méndez y Toxo. De hecho, ambos deberían dimitir, con o sin huelga. Deberían seguir el camino necesario que debe transitar Zapatero, que ha perdido en tal medida su credibilidad que es hoy por hoy el principal problema económico que tiene planteado España. Y, sino, léase la difícil situación que están atravesando las primeras entidades financieras del país para obtener crédito en el exterior. Nadie nos presta un euro, a pesar de que no estamos hablando de cajas sepultadas por el ladrillo sino de grandes entidades que presentan unas cuentas sólidas.

Además, Zapatero preside un gobierno débil e ineficaz, y es incapaz de hacer uno de fuerte, porque entonces su papel quedaría todavía más en evidencia. Sólo el bajo perfil de los ministros actuales le permite presentarse como presidente de Gobierno. Véase, sino, lo sucedido con su presidencia Europea, que ha pasado absolutamente inadvertida. Los dirigentes de la Unión se reúnen, hablan, acuerdan sin ni tan solo tomarse la molestia de invitar a Zapatero, ya ni tan siquiera es un convidado de piedra. El ninguneo de estos seis meses que ahora se van a cumplir es absoluto. Y es que en el escenario europeo él no puede elegir el perfil de los otros actores con quien comparte escena, y entonces aflora su realidad tan mediocre como político.

Hay razones que dicen que la huelga general no es buena, porque la convocarían precisamente Toxo y Mendez; otros afirman que no debe hacerse porque ahora lo que es necesario es trabajar; finalmente hay unos terceros –muchos funcionarios actuaron de acuerdo con este criterio- que no quieren perder un día de sueldo. Todas estas actitudes son razonables y tienen fundamento, pero la cuestión de fondo es otra: ¿pensamos que el inicio, no el final, el inicio de la solución, pasa porque Zapatero se vaya a casa? Si es así, la huelga general puede ser una gran ayuda. Se trata solo de convertirla en una Huelga General Política, pidiendo la dimisión de Zapatero y de paso también la de sus dos colaboradores necesarios hasta ahora, Mendez y Toxo.

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