domingo, 21 de marzo de 2010

Operación Java, sesenta criminales georgianos encarcelados

La Policía vasca detuvo a tres de los responsables de la organización en Guecho; el «número 2» estaba en viaje de negocios / ERTZAINTZA
Sesenta criminales georgianos encarcelados, kilos de joyas incautados y decenas de negocios para lavar dinero al descubierto. La operación «Java» es otro hito contra una imparable mafia, cuya última demostración de fuerza y poder fue la huida de los dos jefes y el asesinato de un hampón rival en 24 horas
Imaginen a un tipo que conduce un Mercedes 500, usa zapatillas dolce&gabana de 400 euros y cambia una noche fichas en el casino de Barcelona por valor de 35.000. Se llama Mamuka Gogolashvili y dice que es electricista. El juez Grande-Marlaska no le cree y señala en su auto de prisión que es un «blanqueador de dinero», miembro de la organización criminal georgiana que dirigía desde Barcelona el capo Kakhaber Shushanashvili, alias «Kakha».
Veinticuatro horas después de que el magistrado lo encarcelara junto a 17 de sus secuaces, consumaron su penúltima venganza y ejecutaron en Marsella al capo rival Vladimir Janashia, sentenciado hace meses. Es «una demostración de poder muy preocupante», según fuentes de la investigación, que evidencia la robustez de estas mafias con gente de sobra para tomar el relevo y seguir actuando.
«Kakha» llevaba años instruyendo y dando órdenes a delincuentes en España, Suiza, Alemania, Austria, Francia e Italia, en amigable sintonía con otros criminales de Rusia, Ucrania y Armenia. Por algo es un «ladrón en la ley» o autoridad criminal y por algo es hermano de Lasha, más jefe que él, amigo y mano derecha de Zakhar Kalashov que sobre el papel sigue siendo el «número 1» en el mundo de la omnipotente mafia georgiana. Lasha ha logrado escapar junto a su segundo Koba Shermazashvili, ayudados por la ineficacia de las autoridades griegas y se da casi por seguro que el asesinato del jueves es obra suya, ordenado desde algún lujoso hotel que le sirve de refugio.
Sólo en los ocho meses que ha durado la investigación judicial de la «operación Java», Kakhaber, jefe en Europa del grupo, ha utilizado once teléfonos distintos para evitar que le «mordieran», pero es un lenguaraz impenitente y acababa diciendo a sus interlocutores lo que no le convenía. Por ejemplo, que quería reunirse con Kalashov apenas salió éste de la cárcel. Su hermano le recriminaba tanta palabrería. En el registro de su casa de Barcelona la Policía encontró 25.000 euros en un cilindro. Dijo a Marlaska que procedían de una casa vendida en Georgia, de la que curiosamente su compañera sentimental no tenía la menor noticia. Se sabe con certeza que el dinero lo había traído la noche antes de las detenciones Goga, el responsable de la «caja común» en París.
«Kakha» negó ser un «vor v zakonen» ante el juez aunque en un lapsus admitió que su hermano sí que lo era. Quizá porque llevaba retraso en su dosis habitual de metadona.
Delincuentes-correo
La «Java» ha puesto al descubierto «el funcionamiento de la mafia en la calle», según fuentes del caso, es decir, cómo roban, amenazan, extorsionan, falsifican lo que haga falta -desde carnés de conducir a pasaportes pasando por bodas de apaño como la del propio «Kakha»- y montan todo tipo de negocios para limpiar ese dinero. Igual les sirve una joyería (habían abierto dos) que un restaurante o un lavadero de coches. La venta de alhajas en sus propios negocios les permite dar salida a lo robado en viviendas, aunque a veces optan por fundir las joyas.
La operación ha revelado las tripas de los flujos de dinero constantes hacia España, tanto a través de empresas como de individuos-correo. Miles y miles de euros entrando cada mes mientras los jefes y secuaces seguían con su vida criminal de lujo. En las pesquisas hay títeres llamativos como Juan Miquela, el único español detenido, que prestaba sus cuentas bancarias a la organización y le arreglaba el paro al padre de un matón. La Seguridad Social de padre e hijo corría de su cuenta.
Diario ABC.es ________________________

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