jueves, 15 de noviembre de 2012

¿Una democracia secuestrada por las huelgas y los referéndums…? ¡No, gracias!


Muchos políticos españoles están practicando la profesión más antigua del mundo: hacer la calle

Cayo Lara, en plena efervescencia huelguística, augura todas las huelgas que hagan falta hasta que el gobierno rectifique. Cándido Méndez y Fernández Toxo exigen el gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo a golpe de referéndum. El 15% de sus señorías del Congreso de los Diputados han preferido hacer la calle que hacer el indio en sus escaños.
Artur Mas confesó hace unos días que se “la suda” la Constitución y el TC que vela por ella. Alicia Sánchez-Camacho ha sacado de la chistera electoral el “autonomismo diferencial”. El PSC de Pere Navarro vive el drama entre un doctor Jeckyll español y un mister Hyde catalán.
Los medios de comunicación, cada uno según el color del cristal con el que mira la vida, transforman las gilipolleces en información y la información en gilipolleces, según favorezca o perjudique a alguno de los suyos…
Y podríamos permanecer todo el día haciendo un inventario de excentricidades en el paisaje de España, después de la décima Huelga General en un país que no ha digerido el trauma de que su gran dictador hubiese muerto en la cama.
 
¡Houston, tenemos un problema!


Si una huelga hace rectificar a un gobierno, es una buena noticia. Si algunas huelgas hacen rectificar a algunos gobiernos, deberían aparecer demócratas con la mosca detrás de la oreja.

Si todas las huelgas acaban consiguiendo que rectifiquen todos los gobiernos, habrá llegado ése momento, en la aventura colectiva de los españoles por el insondables espacio de la libertad, de reproducir la versión errónea y popularizada de la frase que nuca pronunció Jack Swigert y jamás resonó en el Apolo 13: “Houston, we have a problem” (Houston, tenemos un problema)*
Porque tendríamos un gran problema, señores. Si llegase ese momento que añoran las centrales sindicales, Cayo Lara, Willy Toledo, los reventadores antisistema, los nostálgicos de ultraderecha, con la banda sonora de fondo de tertulianos de un lado y del otro a los que se les va la olla en el furor del combate verbal, en aras del espectáculo audiovisual o para no perder su silla de polemista, ¿para qué servirían las elecciones, los parlamentos, los gobiernos y las oposiciones, los partidos políticos, los tribunales de garantías, las leyes respaldadas por las mayorías y todo ese conjunto de insignificancias, por lo visto y oído, prescindibles para muchos españoles, por las que suspiró el pueblo durante 40 años de dictadura?

El gobierno del twitter, por el twitter y para el twitter

¡Nada, hombre! ¡Se hace un ERE democrático! Cerramos el Congreso, el TC, La Moncloa, las sedes de los partidos, las juntas electorales, eliminamos el sufragio universal, abolimos la Constitución, nos dejamos de mariconadas y nos lo decimos todo en la calle, como las bandas urbanas de West Side Story. De paso, echamos a la calle al personal sobrante y nos ahorramos una pasta gansa gracias a la aplicación del I+D+i genuinamente español en el modelo de convivencia occidental: el gobierno del twitter, por el twitter y para el twitter.

¿Les mola esa posibilidad, don Cándido, señor Toxo, camarada Cayo, Sir Artur Mas, Willy Toledo, cavernícolas de derechas, talibanes de izquierdas, jedis ultras y fuerzas oscuras de las Españas mediáticas? Ya puestos a tener déficit público, a sostenella y no enmendalla, ¿por qué no meternos en una escalada de déficit democrático? ¡Se iban a jiñar en Bruselas, oye!
Los hombres de negro, la Merkel, el BCE, el FMI, no podrían exigir medidas concretas a un gobierno, sino encomendarse a un referéndum tras otro, a la gobernanza de la calle, a ver si sonaba la flauta y una mayoría de españoles se decidían a entrar por el buen euroredil.
Un referéndum para decidir si pedimos o no el rescate, otro para dilucidar si lo pagamos o dejamos el pufo, uno más para elegir entre toda la sanidad, la educación, el bienestar,  pan para hoy sin preocuparnos la posibilidad del hambre para mañana o asegurar el pan para mañana (hijos, nietos, biznietos) con la generosidad generacional  de aceptar algo menos de bienestar, de pan para hoy.
Cándido, Toxo, Cayo: ¿irresponsabilidad o amnesia?
Ése es el dilema en el que se encuentra una España al borde de la quiebra, habitada por millones de españoles al borde de un ataque de nervios. Hay más de 16 millones de españoles que tenían uso de razón cuando el franquismo daba sus últimos estertores, y vivían en hogares sin vistas a la libertad y a la democracia.

Entre ellos, personajes que estos días pretenden doblegar la voluntad democrática de una mayoría de españoles e imponer sus criterios a un gobierno legítimo. Esos, con todos los respetos, no tienen perdón, salvo que muestren un certificado médico que acredite un ataque circunstancial o irreversible de amnesia.
Los que no habían nacido cuando en aquella España en blanco y negro se “amaba en tiempos revueltos”, compatriotas de 40 años para abajo para los que la democracia sencillamente se respira cada mañana, como el aire, tienen un pase cuando tiran de la cuerda de la libertad sin el mínimo temor de que pueda romperse.
La libertad para ellos está ahí, inmortal, infinita, como el sol que sale todas las mañanas. No es una conquista que ha costado mucha sangre, mucho temor y muchas lágrimas, sino parte del equipaje con el que han salido de las entrañas de sus madres.
Pero, no nos engañemos. Que el árbol del paro, de la depresión, del miedo, de la rabia, de la peli de buenos y malos genuinamente española, no nos impida ver el bosque. A la libertad sólo se le da todo su valor cuando se pierde. Cuando de tanto jugar con el fuego, con los partidismos, con las fobias y las filias, llega esa mañana dramática en la que no podemos exclamar: ¡buenos días, democracia!
 Periodista Digital
A unas horas de la huelga general los sindicatos han convocado en la Puerta del Sol de Madrid una concentración para invitar a la movilización. Cientos de personas se han congregado en señal de rechazo a las políticas de austeridad aplicadas por el Gobierno de Mariano Rajoy como preludio a la jornada de huelga. Al respecto, Cándido Méndez ha llamado a no consumir, "que nadie vaya a comprar el solidaridad con los cientos de miles de familias que no pueden comprar, ha explicado. Por su parte, Fernández Toxo ha criticado la política contra las ejecuciones hipotecarias, "han tenido que ser tres suicidios quienes hayan hecho correr al Gobierno a modificar la ley de desahucios, ha detallado.

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