

Son datos, no soflamas, ni consignas. Datos explícitos acerca de las penosas
consecuencias de la independencia para la vida de los catalanes. La
irresponsabilidad de Artur Mas -que ayer reiteró que no lo pararán «ni
tribunales ni constituciones»- adquiere así proporciones históricas. Tampoco los
empresarios de la comunidad quedan en buen lugar. Ellos serían los primeros en
sufrir las consecuencias, a pesar de lo cual guardan silencio con las honrosas
excepciónes de Lara y Piqué. El Gobierno, que en un principio reaccionó de forma
algo timorata al desafío de Mas, acierta al advertir a los catalanes del impacto
negativo de la independencia y del papel del Estado en el proceso de
desobediencia a las leyes anunciado por el presidente de la Generalitat. Hoy en
este diario el ministro de Defensa sugiere que el Gobierno responderá con todos
los artículos de la Constitución.
Artur Mas ha echado mano de todos los resortes propagandísticos de la Generalitat y ejerce una presión sobre la sociedad civil para que no existan voces discordantes. Por eso adquieren especial importancia los manifiestos firmados por intelectuales, catedráticos y escritores en los que apuestan por una Cataluña dentro de España. Si bien el promovido por cierta izquierda militante tiene trampa, ya que defiende como alternativa un modelo federal -en consonancia con el PSOE- y advierte que si el sentimiento mayoritario de los catalanes fuera la independencia, el resto de los españoles tendría que buscar una solución. Lo cual, como subrayó ERC, es un reconocimiento al derecho a decidir por su cuenta de los catalanes. Más razonable es el manifiesto que hoy publicamos en el que firmantes de diversas ideologías aseguran que no están dispuestos «a que un muro de incomprensión y agravios inventados pueda ser levantado dentro de la sociedad catalana, y entre la sociedad catalana y los ciudadanos del resto de España».
epsimo y EL MUNDO
Artur Mas ha echado mano de todos los resortes propagandísticos de la Generalitat y ejerce una presión sobre la sociedad civil para que no existan voces discordantes. Por eso adquieren especial importancia los manifiestos firmados por intelectuales, catedráticos y escritores en los que apuestan por una Cataluña dentro de España. Si bien el promovido por cierta izquierda militante tiene trampa, ya que defiende como alternativa un modelo federal -en consonancia con el PSOE- y advierte que si el sentimiento mayoritario de los catalanes fuera la independencia, el resto de los españoles tendría que buscar una solución. Lo cual, como subrayó ERC, es un reconocimiento al derecho a decidir por su cuenta de los catalanes. Más razonable es el manifiesto que hoy publicamos en el que firmantes de diversas ideologías aseguran que no están dispuestos «a que un muro de incomprensión y agravios inventados pueda ser levantado dentro de la sociedad catalana, y entre la sociedad catalana y los ciudadanos del resto de España».
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