Operacion Necora. Baltasar Garzon.Desde
que los medios celebraban el éxito de la mayor operación contra el
narcotráfico, la detención y destrucción de los grandes cárteles de la
droga en España -la famosa operación Nécora- han transcurrido veinte
años. Y la tragedia que se desarrollaba detrás de todo lo que se publicó
ha estado escondida todo este tiempo. Los hijos de Ricardo Portabales
vivieron su infancia en una cárcel a la que tenían que considerar su
hogar. La ley de testigos protegidos proporcionó casa en Galapagar y una
pensión de poco más de 1000 euros con coste a los fondos reservados
como pago de las pruebas que aportaron Portabales padre y Padín para
llevar a cabo con éxito dicha operación. El éxito, la foto de los
responsables del aparataje político y judicial bombardeó todos los
medios de prensa, televisión y radio mientras unos menores de edad, los
hijos de Portabales, empezaban a vivir su drama. Salieron de su casa, de
su tierra en Galicia, sin despedirse de sus amigos, sin dejar sus
señas, cambiando de identidad y callando todos los recuerdos de su
infancia, ocultando lo que les gustaba o no, aprendiendo a vivir entre
escoltas con sus armas como juguetes.Ricardo hijo se ha hecho hombre sin
la oportunidad de socializarse como cualquier niño, en el colegio con
sus compañeros, hablando de lo que la vida va descubriéndonos. Él y sus
hermanos dependían de que los tutores que les pusieron para educarles
sin salir de casa fuesen capaces de aguantar una situación en la que
muchas veces, los escoltas encargados de su seguridad, los encerraban y
escondían ante cualquier movimiento sospechoso. "Tuvimos varios y
ninguno nos duraba", dice Ricardo, hasta que llegó un día en que su
educación se convirtió en capítulo cerrado: "Nadie se ocupó de formarnos
para la vida que se supone, algún día tendríamos derecho a hacer en
libertad".Ahora, pasados los años, identifica sus sentimientos y los de
sus hermanos como la ansiedad que sufre cualquiera privado de libertad
sin saber el motivo. "Todos tenemos secuelas, mis hermanos y yo nos
sentimos distintos a los demás, nos cuesta mantener contacto con la
gente, aunque somos abiertos, nos queda ese miedo a cometer alguna
indiscreción, no hemos aprendido a ser como los otros niños, la
espontaneidad de la infancia nos la prohibieron. La vida que hemos llevado
ha sido la de fugitivos y nunca sabíamos por qué, el sentimiento de
culpa con el que vivimos no tenía un motivo concreto. Sobrevivimos, pero
la vida para nosotros se terminó con la operación Nécora".Habla de
poder volver a su tierra Galicia y la morriña del gallego se acentúa con
la pérdida de esperanza de algún día poder recorrer sus antiguos
caminos diciendo su verdadero nombre.Ricardo empezó a contar su verdad, a
través de Facebook. Al principio tímidamente publicaba documentos que
probasen la veracidad del abandono sufrido por las autoridades que les
usaron y poco a poco la red le proporcionó contactos, personas que ante
su caso se unían compartiendo en su muro lo que el publicaba,
recomendándole amigos. Siempre agradecía a la gente los mensajes de
solidaridad, los espacios suyos publicados en los muros de personas que,
sin conocerle, se rendían ante las pruebas que publicaba. Sus contactos
en muy poco tiempo llenaron una gran lista que él, asombrado, cuidaba
todos los días al volver de su trabajo.Un día, y sin previo aviso, la
casa en la que vivieron su tragedia y la pensión como pago por los
servicios del padre, se les retiró. Sin oficio ni cotización a la
Seguridad Social, sin hogar y sin esa escolta que les protegía en su
encierro, tuvieron que empezar una vida para la que no se les había
preparado.Su página de FB logró devolver la capacidad de creer a este
hombre, que sigue peleando por recobrar una infancia que les arrebataron
cuando la ley de protección de testigos tomó el protagonismo de sus
vidas. Ahora esa página se la han cerrado, ninguno de sus contactos
puede comunicarse con él: de nuevo, y coincidiendo con la salida de la
cárcel de los narcotraficantes, Ricardo Portabales hijo ha sido
encerrado. En el aire quedan sólo preguntas ¿dónde está Ricardo, cuál es
su identidad, cómo se le puede ayudar? Algo huele mal en la ley de
protección de testigos. Mientras sucede todo esto que les cuento, en la
red se abre una página por el derecho a la libertad de expresión de
Ricardo Portabales JR en la que todos aquellos que quieran pueden dejar
sus comentarios y apoyo a estas personas que durante su infancia
sufrieron un secuestro amparado por la ley.Por Paula Ballesteros amiga y
periodista de la familia como tantos otros...
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