Sólo permite la entrada a Zaballa, Basauri y Martutene a instituciones penitenciarias
Los policías autonómicos que trabajan en la macrocárcel alavesa conviven con ratones, humedades y un intenso frío
Hasta el año pasado, la convivencia competencial en
el ámbito penal de la CAV era pacífica. La Secretaría General de
Instituciones Penitenciarias, organismo dependiente del Ministerio del
Interior, permitía a los delegados encargados de la prevención de
riesgos laborales del Departamento vasco de Interior acceder al interior
de cualquiera de las cárceles vascas. Podían recorrer las dependencias
de Nanclares de la Oca en Álava, Basauri en Bizkaia y Martutene en
Gipuzkoa sin que nadie les pusiera traba administrativa alguna. Sus
visitas se ceñían a aquellos recintos en los que los agentes de la
Ertzaintza desempeñan labores de vigilancia. Comprobaban que reunían las
condiciones adecuadas para su tarea, verificaban que no hubiera
deficiencias y tomaban los datos oportunos en el caso de detectar alguna
anomalía para que fuera resuelta. Esta situación se mantuvo inalterable
hasta septiembre de 2011, mes en el que se inauguró el nuevo penal de
Zaballa. A partir de ese momento, las prisiones vascas quedaron cerradas
para los delegados de Interior.
Por orden expresa del Gobierno central, sólo los responsables
de prevención de riesgos laborales de Instituciones Penitenciarias
pueden entrar en los complejos. Ello ha provocado un vacío de control,
ya que los delegados autorizados por Madrid carecen a su vez de permiso
para acceder a las áreas de seguridad en las que trabaja la Ertzaintza
dentro de las cárceles, de forma que nadie controla que estos espacios
cumplan con los requisitos exigidos por Ley. De hecho, según denuncian
los propios agentes, manifestaciones que no han podido ser verificadas
por los encargados de prevención del Gobierno Vasco, en sus áreas de
trabajo en Zaballa hay ratones que se comen el cableado de los
ordenadores y de las cámaras de videovigilancia, humedades en las
estancias y puertas que no cierran y que deben apuntalar con tablones
para impedir que las corrientes de aire las abran de golpe. "Eso es lo
que nos comunican, pero no podemos comprobarlo personalmente porque no
nos dejan entrar", explica uno de los delegados vascos de Interior.
Peor que los reclusos Las
condiciones laborales de los ertzainas dentro de la prisión son, según
señalan ellos mismos, "peores que las que padecen los propios internos".
Cubren turnos de 8 y 12 horas de trabajo en dependencias marcadas por
la incomodidad, las humedades constantes y el frío intenso. Los equipos
calefactores o bien no funcionan o no dan a basto, pero está prohibido
que los agentes se lleven radiadores eléctricos o cualquier otro tipo de
aparato para tratar de mejorar la comodidad de estos recintos, de
manera que no les queda más remedio que combatir las bajas temperaturas a
base de paciencia. "Es completamente ilógico que no nos permitan
solventar los problemas que soportan los agentes", explica un delegado
de prevención de riesgos de Lakua.
El primer invierno vivido en las instalaciones de Zaballa ha
sido "un infierno" a pesar de ser totalmente nuevo, según estiman los
agentes allí destinados. Las instalaciones han mostrado su cara más
gélida a los ertzainas y a los funcionarios de prisiones. Estos
segundos, por lo menos, cuentan con un detallado informe elaborado por
el servicio de prevención de riesgos laborales de Instituciones
Penitenciarias y confían en que sus incomodidades se resuelvan en breve.
Ahora, con el verano a punto de llegar, los agentes temen que el
complejo penitenciario alavés se convierta en un horno revestido de
cemento.
A lo largo de los ocho últimos meses, los delegados del
Gobierno Vasco han presentado varias quejas ante el Ministerio de
Interior con la intención de revertir la situación al escenario
anterior. Sin embargo, todas y cada una han sido desoídas por Madrid,
que mantiene blindadas las cárceles vascas a los inspectores de Lakua.
Llegados a este punto, los encargados del Ejecutivo autonómico
barajan la posibilidad de denunciar la situación ante la delegación de
Trabajo en Álava, cuyas oficinas se ubican en la calle General Álava de
Vitoria. Creen que la postura inamovible del Ministerio podría
desbloquearse con una oportuna inspección de Trabajo.
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