domingo, 20 de mayo de 2012

Madrid veta el acceso a las cárceles vascas a los delegados de prevención laboral de Lakua


Sólo permite la entrada a Zaballa, Basauri y Martutene a instituciones penitenciarias
Los policías autonómicos que trabajan en la macrocárcel alavesa conviven con ratones, humedades y un intenso frío 
  Hasta el año pasado, la convivencia competencial en el ámbito penal de la CAV era pacífica. La Secretaría General de Instituciones Penitenciarias, organismo dependiente del Ministerio del Interior, permitía a los delegados encargados de la prevención de riesgos laborales del Departamento vasco de Interior acceder al interior de cualquiera de las cárceles vascas. Podían recorrer las dependencias de Nanclares de la Oca en Álava, Basauri en Bizkaia y Martutene en Gipuzkoa sin que nadie les pusiera traba administrativa alguna. Sus visitas se ceñían a aquellos recintos en los que los agentes de la Ertzaintza desempeñan labores de vigilancia. Comprobaban que reunían las condiciones adecuadas para su tarea, verificaban que no hubiera deficiencias y tomaban los datos oportunos en el caso de detectar alguna anomalía para que fuera resuelta. Esta situación se mantuvo inalterable hasta septiembre de 2011, mes en el que se inauguró el nuevo penal de Zaballa. A partir de ese momento, las prisiones vascas quedaron cerradas para los delegados de Interior.
Por orden expresa del Gobierno central, sólo los responsables de prevención de riesgos laborales de Instituciones Penitenciarias pueden entrar en los complejos. Ello ha provocado un vacío de control, ya que los delegados autorizados por Madrid carecen a su vez de permiso para acceder a las áreas de seguridad en las que trabaja la Ertzaintza dentro de las cárceles, de forma que nadie controla que estos espacios cumplan con los requisitos exigidos por Ley. De hecho, según denuncian los propios agentes, manifestaciones que no han podido ser verificadas por los encargados de prevención del Gobierno Vasco, en sus áreas de trabajo en Zaballa hay ratones que se comen el cableado de los ordenadores y de las cámaras de videovigilancia, humedades en las estancias y puertas que no cierran y que deben apuntalar con tablones para impedir que las corrientes de aire las abran de golpe. "Eso es lo que nos comunican, pero no podemos comprobarlo personalmente porque no nos dejan entrar", explica uno de los delegados vascos de Interior.
Peor que los reclusos Las condiciones laborales de los ertzainas dentro de la prisión son, según señalan ellos mismos, "peores que las que padecen los propios internos". Cubren turnos de 8 y 12 horas de trabajo en dependencias marcadas por la incomodidad, las humedades constantes y el frío intenso. Los equipos calefactores o bien no funcionan o no dan a basto, pero está prohibido que los agentes se lleven radiadores eléctricos o cualquier otro tipo de aparato para tratar de mejorar la comodidad de estos recintos, de manera que no les queda más remedio que combatir las bajas temperaturas a base de paciencia. "Es completamente ilógico que no nos permitan solventar los problemas que soportan los agentes", explica un delegado de prevención de riesgos de Lakua.
El primer invierno vivido en las instalaciones de Zaballa ha sido "un infierno" a pesar de ser totalmente nuevo, según estiman los agentes allí destinados. Las instalaciones han mostrado su cara más gélida a los ertzainas y a los funcionarios de prisiones. Estos segundos, por lo menos, cuentan con un detallado informe elaborado por el servicio de prevención de riesgos laborales de Instituciones Penitenciarias y confían en que sus incomodidades se resuelvan en breve. Ahora, con el verano a punto de llegar, los agentes temen que el complejo penitenciario alavés se convierta en un horno revestido de cemento.
A lo largo de los ocho últimos meses, los delegados del Gobierno Vasco han presentado varias quejas ante el Ministerio de Interior con la intención de revertir la situación al escenario anterior. Sin embargo, todas y cada una han sido desoídas por Madrid, que mantiene blindadas las cárceles vascas a los inspectores de Lakua.
Llegados a este punto, los encargados del Ejecutivo autonómico barajan la posibilidad de denunciar la situación ante la delegación de Trabajo en Álava, cuyas oficinas se ubican en la calle General Álava de Vitoria. Creen que la postura inamovible del Ministerio podría desbloquearse con una oportuna inspección de Trabajo.
  Diario de Alava

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