LA MINISTRA de Defensa, Carme Chacón, no ha dejado pasar ni 24 horas para pinchar el globo de Rubalcaba que ayer se ufanó de poder presentar un «nuevo proyecto» como candidato del PSOE a las elecciones generales. Superando sus conocidas reticencias a hacer declaraciones a los medios de comunicación y pese a participar en un acto solemne como la celebración del Día de las Fuerzas Armadas, Chacón habló de quien le ha apartado de la carrera por ser el cartel electoral de su partido. Y sus palabras fueron toda una carga de profundidad.
La ministra alabó a Rubalcaba con palabras envenenadas al asegurar que es un político «muy experimentado» y con «una magnífica hoja de servicio dilatada en el tiempo». Es evidente que Chacón trata de asociar a Rubalcaba con el pasado, en contraposición al futuro que ella podía representar, por edad y por posiciones ideológicas. El vicepresidente viene del viejo felipismo y ella es fruto de la corriente reformadora de la Nueva Vía que Zapatero abanderó en el año 2000 para cerrar precisamente la etapa del PSOE asociada a la corrupción y el crimen de Estado.
La decepción de Chacón será hoy un poco mayor cuando sepa que las primarias fueron una tomadura de pelo desde el principio y que ella nunca fue una opción para el líder de su partido. Según revelamos hoy, el dedazo se produjo hace siete meses. Cuando Zapatero prescindió de Fernández de la Vega y la sustituyó por Rubalcaba, le confesó que daba ese paso porque había decidido que fuera éste quien encabezara la lista de las generales. De nada sirvió que la vicepresidenta tratara de convencerle de que no podía renunciar a una de sus señas de identidad. Aquel 20 de octubre de 2010 Zapatero sustituyó sus principios por una mezcla de miedo escénico y escapismo pensando que el nuevo vicepresidente era la persona que mejor podría frenar la caída del PSOE en las urnas y permitirle quitarse de en medio.
Por ello, lo ocurrido en el Comité Federal del 2 de abril, en el que Zapatero establecía un calendario que preveía la celebración de primarias tras anunciar oficialmente que no sería candidato, sólo puede responder a un arrebato como consecuencia de la mala conciencia. La rebelión de los barones, con la amenaza de forzar la convocatoria de un congreso, enterró ese impulso en cuestión de semanas.
Rosa Díez, que vivió unas primarias cuando le disputó a Nicolás Redondo la plaza de aspirante a lehendakari, y luego compitió en el Congreso que ganó Zapatero, aseguró ayer que la designación de Rubalcaba le recuerda al «modelo soviético», y que asistimos a «una farsa, un fraude puro y duro, un juego de pillos». Aquella experiencia de 1998 de la hoy líder de UPyD revela que el PSOE es hoy menos democrático en su funcionamiento interno que hace 13 años. Desde las filas del PP, González Pons calificó de «pantomima de primarias» y de «tongo» la nominación de Rubalcaba. «Tanto que presumía Zapatero de feminista, para acabar cargándose a la chica joven y con futuro para poner al abuelo sin futuro y con demasiado pasado», añadió el dirigente popular. En el fondo, vino a decir lo mismo que la propia Chacón, pero de forma más contundente.
Rubalcaba arrastra el pecado original de haber encarnado la etapa más oscura del felipismo. Nadie como él, ministro Portavoz de González, puede representar el pasado en el PSOE de Zapatero. Eso hace que sea tan fácil desmontar su propósito de liderar un «nuevo proyecto» para los socialistas y para España. Y eso acrecienta también las dudas en cuanto a que el partido esté unido en torno a su candidatura.
epsimo y EL MUNDO________________________
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