martes, 1 de marzo de 2011

Otro fallo de seguridad amenaza con obligar a repetir el proceso

El tercer intento de suicidio del sospechoso, que esta vez lo provocó con pastillas y que ya recibió una agresión en la cárcel, pone el juicio al borde de la nulidad
Un nuevo fallo en la seguridad ha puesto a la Justicia canaria al borde del ridículo en el proceso más mediático al que se enfrenta desde hace años, ya que el tercer -que se conozca- intento de suicidio por parte del sospechoso, Maris Meiers, esta situación amenaza con tener que disolver el actual jurado y, con ello repetir el juicio, según confirmaron fuentes judiciales. La evolución de Meiers, que ayer pasó de Urgencias a la Sala de Psiquiatría del Hospital Universitario Nuestra Señora de La Candelaria, será clave para que esté presente a la hora de conocer el veredicto o, en su defecto, se le comunique por videoconferencia, una opción que en principio se antoja remota. Dado que se agota el plazo vigente en la Ley para mantener al jurado -cinco días naturales-, mañana es el día clave. Y esa clave pasa por la decisión que adopten los psiquiatras: si es apto o no para finalizar el proceso.
Tercer intento
Maris Meiers, un varón de 46 años de edad y nacionalidad letona del que la policía de su país "cree firmemente" que es el autor de los violentísimos asesinatos de las hermanas Kristine y Aiga Zaikova, ya contabiliza tres intentos de suicidio desde que fue arrestado en Santa Cruz. En aquel brillante operativo de la Guardia Civil, que incluyó una vigilancia a tiempo completo del tranvía metropolitano hasta que fue localizado al bajarse en la plaza Weyler y arrestado en la calle del Castillo, ya se le interceptó una hojilla de afeitar que ocultaba entre la sandalia y su pie.
Pero el letón, con experiencia militar y algunas ideas muy claras, ocultó otras dos hojillas, una de ellas en el interior de su boca y otra en su ano, ambas convenientemente envueltas.
Durante su permanencia en los calabozos de la Comandancia provincial, usó ambas para intentar quitarse la vida, sin éxito.
Ya durante la semana del juicio, Meiers recibió una paliza durante un traslado, según le explicó a su letrada, aunque se negó a presentar denuncia por ello. Eso sí, lució ante la Sala -y los medios, claro- un ostentoso moratón en uno de sus ojos.
El cuarto incidente acaeció el pasado domingo y es, sin duda, el más grave. Sea como fuere, Meiers tuvo acceso a un número suficiente de pastillas con el suficiente potencial -¿opiáceos, barbitúricos?- como para poner en serio riesgo su vida.
Por ahora se desconoce cómo es posible que un reo de estas características -y tales antecedentes- puede automedicarse así bajo la tutela de Instituciones Penitenciarias.
Terribles crímenes
Como recordarán los lectores, Meiers fue detenido en agosto de 2008 apenas unos días después de la muerte de Kristine frente a su domicilio de Guargacho, en el término municipal de San Miguel de Abona, tras recibir hasta 84 heridas de arma blanca, así como erosiones y hematomas.
La víctima, que contaba con 26 años de edad, contaba con una orden de alejamiento respecto a Meiers, e incluso había solicitado medio año antes mayor protección, sin que su petición recibiera respuesta efectiva desde el juzgado.
También su pareja, Armando, había recibido un sinfín de amenazas por las vías de las llamadas telefónica y los sms, aunque el día del crimen estaba trabajando, lo que sin duda le salvó la vida. Meiers ha reconocido la autoría de buena parte de estas amenazas, aunque solo en tono insultante, sostiene.
Diez meses antes había desaparecido la joven hermana de Kristine, Aiga, luego hallada mutilada y troceada en dos maletas, allá en Letonia.

Frío, calculador... y mucho miedo por volver

"Te mira con frialdad; más que desprecio es arrogancia lo que ves. Intenta hacerte ver que él está por encima. En otras ocasiones, resulta evidente que intenta amenazarte". Quienes hablan así son varias de las personas que han tenido oportunidad de cruzar la mirada durante el juicio con Maris Meiers, el sospechoso de haber asesinado brutalmente a las hermanas Kristine y Aiga Zaikova. Los datos ciertos de su perfil señalan que fue buzo del Ejército de la Unión Soviética, donde fue entrenado con armamento de todo calibre. Tras su reincorporación a la vida civil, se dedicó a la fotografía. Muchas bodas y bautizos, pero también pornografía, como demostró la policía letona en uno de sus registros. Al igual que sus dos presuntas víctimas, es natural del pequeño pueblo de Madona (a unos 150 kilómetros de Riga), tiene una primera esposa y una hija de unos 21 años de edad en la actualidad.
Si los psiquiatras entienden que Meiers no es apto para seguir con el proceso o es el magistrado quien así lo decide, lo cierto es que poco variará en la suerte procesal del sospechoso, más allá del gasto que para el contribuyente acarrea repetir un proceso de estas características. Según detallaron ayer varios expertos, el proceso se repetiría a partir de la elección del jurado, mientras que el tiempo que pasa Meiers en prisión provisional se le computa para una posible condena. Tampoco retrasa una posible extradición a Letonia para ser juzgado por el asesinato de Aiga.
Cuentan que a Meiers le aterroriza volver a Letonia, donde está seguro que lo asesinarán en la cárcel y además traerá el deshonor para su hija y para su familia...


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