martes, 8 de marzo de 2011

Carta por el derecho a vivir en igualdad

Hoy martes 8 de marzo se celebra el Día Internacional de las Mujeres. Muchos lo llaman Día Internacional de la Mujer Trabajadora pero esto a mí ya me choca. ¿Acaso no trabajan las mujeres, más allá de que sus trabajos no sean remunerados y no contabilicen en la economía de los países? ¿No son las mujeres tan trabajadoras o más que los hombres?
Lo ideal sería que no tuviera que existir ningún Día Internacional de las Mujeres pero la realidad, en España y en el mundo, te hace pensar que es algo necesario e imprescindible.
Tengo que reconocer que soy un hombre que ha vivido toda su vida en democracia. Nací un poco antes de que se aprobara la Constitución de 1978. En teoría, la gente de mi generación ha vivido y vivimos en igualdad o al menos eso creemos. Pero la vida cotidiana y los medios de comunicación te demuestran día a día que cuando hablamos de igualdad, de equidad, aún queda mucho camino por recorrer. Quizás sea éste el gran reto que tenemos por delante en este siglo XXI.
En el fondo estamos hablando de un nuevo estilo de vida, de una nueva forma de relacionarnos los hombres y las mujeres, de una corriente vital y filosófica, si lo queremos llamar así. Hemos vivido tantos años y tantos siglos en ese paradigma de desigualdad y discriminación de las mujeres, que aún no somos conscientes del tiempo y del esfuerzo necesario para que realmente podamos alcanzar algún día la igualdad real en beneficio de todas y de todos.
La Historia nos enseña que han sido muchas mujeres, y también algunos hombres, quienes han dado todo, incluso la propia vida, para que la situación vaya cambiando. Pero en estos primeros años del siglo XXI nos damos cuenta de que por muchos avances que se hayan producido (especialmente en el siglo XX) hacia la igualdad de oportunidades, es aún claramente insuficiente.
Esta igualdad ha de ser efectiva en todos los ámbitos de nuestras vidas. Y para que pueda darse, es necesario que las personas, TODAS las personas, tengamos el derecho y la opción a armonizar y gestionar satisfactoriamente nuestra vida personal, laboral y familiar. Que tengamos tiempo de disfrutarlas libremente. Que nuestros horarios de trabajo y/o el exceso de responsabilidades en alguno de los tres ámbitos, no nos impidan disfrutar o desequilibrar los otros. Algo que afecta tanto a la empresa privada como a la función pública, y que seguramente tiene que ser impulsado y gestionado por nuestra clase política. Igualdad en la vida personal, laboral y familiar.
Se me queda cara de tonto cuando oímos que muchas mujeres y hombres que desempeñan el mismo puesto de trabajo no tienen el mismo salario. ¿Pero no hacen lo mismo? ¿No trabajan las mismas horas? ¿No tienen que cumplir los mismos objetivos?

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