«Muleros» etarras llevaban en su recto las órdenes para los presos

La abogada Arancha Zulueta, poco después de ser detenida en Bilbao. Los detenidos pasarán hoy a disposición judicial

Los abogados detenidos escondían papeles detrás de cuadros y baldosas
«Muleros» etarras llevaban en su recto las órdenes para los presos

La Guardia Civil ha encontrado treinta dispositivos informáticos en los despachos de los tres letrados detenidos.
El registro de los despachos de los abogados del entramado de ETA, detenidos en la operación de la Guardia Civil, demostró la escasa imaginación de los letrados para ocultar los instrumentos en los que guardaban documentos o información sobre la banda y sus presos. El juez de la Audiencia Nacional Fernando Grande-Marlaska tomará hoy declaración a los diez arrestados.

También permitió descubrir el particular sistema, más propio de los «muleros» que transportan droga en su cuerpo, que utilizaba dicho entramado para hacer llegar a las cárceles las instrucciones de los cabecillas del «aparato de makos», llamado «H-Alboka».

Según han informado a LA RAZÓN fuentes antiterroristas, en los registros de los despachos, en Bilbao y Hernani (Guipúzcoa), de Arancha Zulueta, Iker Sarriegui y Jon Emparantza se han encontrado un total de 30 dispositivos de almacenamiento informático del tipo «pen drive» o tarjetas SD, así como cuatro discos duros.

Los lugares en los que estaban ocultos eran tan previsibles como la voluntad de los letrados de que no fueran encontrados por personas ajenas al entramado: debajo de baldosas, detrás de los cuadros e, incluso, dentro de un secador de manos, de los que están instalados en los cuartos de baño.

La buena planificación de la operación por parte de la Guardia Civil, que pilló por sorpresa a los letrados y trabajadores de los despachos, permitió controlar los ordenadores antes de que pudiesen ser cerrados y se estableciera sobre ellos algún tipo de sistema de encriptación. Su clonación, por lo tanto, no ha revestido mayores problemas.

La documentación encontrada es «muy importante», según las citadas fuentes, y demuestra, sin ningún género de dudas, la actividad encubierta que desarrollaban los letrados dentro del entramado. Había cartas de ETA dirigidas a los responsables del EPPK, colectivo de presos etarras; a los jefes que están designados en cada una de las cárceles; informes sobre los internos, etcétera.

Los agentes de la Benemérita encontraron unos pequeños paquetes de plástico, con el nombre de algunos de los centros penitenciarios en los que hay miembros de la banda, prácticamente todos los de España por la política de dispersión que sigue el Ministerio del Interior. Dentro de un trozo de papel transparente, del que se utiliza para envolver alimentos o tapar envases que se guardan en un frigorífico, había una tarjeta SD o un «pen drive».

Los investigadores han concluido que estos paquetitos, convenientemente untados de vaselina, eran llevados a las cárceles por personas que visitan a presos de la banda. Para pasar los controles, eran introducidos en las partes del cuerpo humano que, por su configuración, permiten este tipo de ocultamiento. Ya en el centro y establecido el contacto, el envío era entregado al recluso o reclusa, que utilizaba el mismo sistema para que no fuera descubierto.

En las celdas, y con unas claves previamente convenidas, el interno abría en su ordenador los archivos contenidos en el dispositivo, en el que llegaban las órdenes de la banda; documentos para debates internos; publicaciones, etcétera. Las fuentes consultadas han llamado la atención sobre las continuas protestas de abogados, familiares y otros individuos del entramado, en contra de los cacheos en los que se exigía el desnudo integral.
Los cacheos

Los cacheos integrales de las personas que van a visitar a los presos etarras fue uno de los asuntos que motivó las protestas que estos reclusos mantuvieron durante los meses de febrero y marzo. La última operación de la Guardia Civil ha demostrado sobradamente la necesidad de la medida para evitar que los internos reciban documentos no controlados por las autoridades penitenciarias. Curiosamente, el pasado 2 de abril, el EPPK, el colectivo de los presos de la banda criminal, hacía público un comunicado en el diario «Gara», en el que anunciaba en fin de las protestas ya que, según ellos, parecía que «el Gobierno ha dado marcha atrás» en su decisión de llevar a cabo cacheos arbitrarios a los familiares. Las protestas consistieron en la negativa a mantener contactos vis a vis, que son los que permiten que los paquetitos, untados de vaselina, pasen de un cuerpo a otro sin que los funcionarios de prisiones puedan evitarlo.

La Razón.es

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