El mayor error
sindical es la aceptación del supuesto de que la emancipación de los
asalariados podía alcanzarse a través de la evolución paulatina y del
juego político. Nadie puede negar que los Sindicatos hayan mejorado la
posición económica del obrero, y producido un efecto psicológico
importante al proporcionarle el sentimiento de su fuerza y significado
frente a los gigantes económicos contra quienes luchaban.
Este
sentimiento se ha perdido, al dejar el Parlamento en manos de la
patronal y sus representantes, que defienden demagógicamente intereses
particulares y no el de los asalariados. Con el abandono de
representación en el Parlamento, al cabo del tiempo han caído en el
revisionismo sindical, que consiste en ejercer solo presiones sobre el
gobierno para que adopte las reformas convenientes al bienestar de los
trabajadores: subidas de salarios, reducciones en la jornada laboral y
aumento de la seguridad en el trabajo, indudablemente necesarias, pero
renunciando explícitamente a la radicalización sindical.
Todos los
sindicatos han tomado esta actitud principalmente por las subvenciones
recibidas por parte del Estado, cuyos miembros representan a los
intereses particulares de los partidos del arco parlamentario.
Los sindicatos han crecido para desgraciadamente transformarse también ellos mismos en enormes organizaciones que dejan muy poco lugar a la iniciativa del miembro individual.
Los sindicatos han crecido para desgraciadamente transformarse también ellos mismos en enormes organizaciones que dejan muy poco lugar a la iniciativa del miembro individual.
Hoy son
incapaces de generar un aumento de apoyo social a sus convocatorias por
la atomización de las propuestas, con escaso aumento de afiliación e
implantación a nivel nacional desde tiempo atrás. Tampoco ha servido
esto para la afiliación e implantación del resto de los sindicatos
surgidos, algunos de ellos con una clara misión, al estar bajo la tutela
empresarial para cercenar la credibilidad de todo movimiento sindical,
siguiendo la máxima “difama, que algo queda”, y lograr desacreditar
cualquier movimiento sindical serio.
También la frustración creada ante la no respuesta por los EREs falsos, o la actitud de algunos de ellos en los Consejos de Administración de las Cajas de Ahorros intervenidas y donde está representados.
También la frustración creada ante la no respuesta por los EREs falsos, o la actitud de algunos de ellos en los Consejos de Administración de las Cajas de Ahorros intervenidas y donde está representados.
Esta forma de
actuar de los sindicatos en este momento de crisis, es como dejar el
movimiento obrero en manos de la pura espontaneidad, o seguirlo en zaga,
y representa ponerlo en manos de una burguesía avezada, conocedora de
los más sutiles medios de distracción y de represión. Durante las
anteriores dictaduras, y sin la infraestructura que tienen actualmente,
las conquistas sociales se conseguían de forma contundente, dando un
puñetazo sobre la mesa, que no es otro que la huelga general prolongada.
Parte de culpa también es de los afiliados, porque en los tiempos de bonanza y con los logros conseguidos, hemos puesto el poder e influencia tan costosamente conquistados en manos de hombres que representan, o se suponen que representan el movimiento de una época ya terminada, nos limitamos en pagar la cuota y de vez en cuando ejercer el derecho de voto, pero aquí, como allá, no es más que el pequeño engranaje de una gran maquinaria.
Parte de culpa también es de los afiliados, porque en los tiempos de bonanza y con los logros conseguidos, hemos puesto el poder e influencia tan costosamente conquistados en manos de hombres que representan, o se suponen que representan el movimiento de una época ya terminada, nos limitamos en pagar la cuota y de vez en cuando ejercer el derecho de voto, pero aquí, como allá, no es más que el pequeño engranaje de una gran maquinaria.
Sería asunto
de la mayor importancia el que los sindicatos se transformaran en
órganos apoyados en la activa cooperación de cada uno de sus miembros,
con una organización que asegurara la efectiva participación de todos en
la vida de la entidad y los hiciera sentirse responsables de su
funcionamiento.
Un sindicalismo libre e independiente es aquel que es sostenido únicamente por sus afiliados. Debemos democratizar las estructuras, exigiendo la renovación periódica de los dirigentes, para que no pierdan la realidad de los asalariados, que no se conviertan en una nueva casta al igual que la política, lo lograremos exigiendo más democracia interna.
José Enrique Centén Martín
Un sindicalismo libre e independiente es aquel que es sostenido únicamente por sus afiliados. Debemos democratizar las estructuras, exigiendo la renovación periódica de los dirigentes, para que no pierdan la realidad de los asalariados, que no se conviertan en una nueva casta al igual que la política, lo lograremos exigiendo más democracia interna.
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