Esta vez, la Justicia se da por vencida. Un tribunal de Baden-Baden
ha cerrado definitivamente el caso contra uno de los criminales nazis
más buscados, Aribert Heim, dando por bueno que murió de cáncer en Egipto bajo una identidad falsa en 1992, a pesar de que ni su cuerpo ni su tumba aparecieron nunca.
Médico destinado al campo de Mathausen, el apodado como 'Doctor Muerte' sometió a cientos de prisioneros a espantosos experimentos y torturas. Según testimonios de los supervivientes, asesinó personalmente a cientos de prisioneros judíos inyectándoles veneno o sometiéndolos a aparatosas cirugías, incluso amputaciones, sin anestesia,
con el objetivo pseudocientífico de averiguar hasta dónde llega la
resistencia al dolor del ser humano. Una de sus prácticas más
documentadas era la de inyectar gasolina, agua o veneno directamente en
los corazones de sus víctimas para medir con un cronómetro cuánto tiempo
aguantaban vivas.
Tras la guerra, permaneció en Alemania y llegó a trabajar como ginecólogo. Cambió de nombre y se le perdió la pista en 1962. La Fiscalía de Baden-Baden presentó cargos contra él en 1979 y lanzó una orden de captura internacional,
pero fue en vano. Nunca apareció. Sin embargo, siguió en contacto con
su familia hasta que, según declaró su hijo, murió en Egipto bajo la
identidad de Tarek Hussein Farid. La familia declaró
haber donado el cuerpo para investigaciones científicas, pero tras un
posterior viaje a Egipto se vieron obligados a admitir que el cuerpo
nunca había llegado a ese destino y que no fueron capaces de encontrar
la fosa común en la que habría terminado.
El Tribunal de Baden-Baden ratifica ahora la autenticidad de las pruebas presentadas por la familia y lo da oficialmente por muerto, a pesar de que sus restos siguen sin aparecer. Nunca fue juzgado por sus crímenes. Si estuviera vivo, hoy tendría 92 años.
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