SECTORES DE la izquierda han pedido al Ejecutivo que someta su plan de
ajuste a un referéndum; esa pretensión no cabe en la Constitución, pero
sus promotores tienen una respuesta en los resultados de la encuesta de
Sigma Dos que publicamos hoy. Desde luego, a nadie le hace gracia que le
suban los impuestos, le bajen los salarios y le recorten servicios
sociales. Es lógico que si se pregunta a los ciudadanos por estos temas
el Gobierno que adopta medidas de ese tenor salga mal parado.
Pero lo que debería dar que pensar de este sondeo a Rajoy y a sus ministros es que el descontento expresado por los españoles es general, también en buena parte de los votantes populares y, sobre todo, que la inmensa mayoría de la sociedad piensa que los sacrificios impuestos por los ajustes serán baldíos. Así, siete de cada 10 españoles consideran que el plan no nos va a sacar de la crisis y seis de cada 10 piensan que lo imprescindible para ello es la reestructuración de las administraciones, algo que el Gobierno se resiste a poner en marcha.
Pero lo que debería dar que pensar de este sondeo a Rajoy y a sus ministros es que el descontento expresado por los españoles es general, también en buena parte de los votantes populares y, sobre todo, que la inmensa mayoría de la sociedad piensa que los sacrificios impuestos por los ajustes serán baldíos. Así, siete de cada 10 españoles consideran que el plan no nos va a sacar de la crisis y seis de cada 10 piensan que lo imprescindible para ello es la reestructuración de las administraciones, algo que el Gobierno se resiste a poner en marcha.
Es
muy significativo también que el 82% considere que el Gobierno ha
incumplido el programa con el que el PP se presentó a los comicios de
noviembre y ese porcentaje sea del 71% entre su base electoral. Esta
pérdida de apoyo de sus correligionarios puede convertir el resto de la
legislatura en un infierno para el Ejecutivo. Esta misma semana ya ha
empezado a sentir las llamaradas de las masivas manifestaciones
ciudadanas.
Porque la situación en los mercados es explosiva y nada dice que vaya a calmarse a corto plazo. Con la prima de riesgo por encima de los 600 puntos y la rentabilidad del bono a 10 años superando el 7% nos enfrentamos a una semana muy complicada, en la que Rajoy debe centrar todos los esfuerzos en lograr apoyos de nuestros socios para conseguir torcer la mano de Draghi. Ayer lo reiteró García-Margallo al pedir al BCE que compre deuda española para «contrarrestar» la acción de los especuladores en los mercados. Incluso el ministro de Exteriores alemán alabó las últimas reformas y afirmó que servirán para crear empleo.
Pero Draghi no se dejó impresionar y dijo en Le Monde que el euro no está en peligro y que no es labor del BCE ocuparse de los problemas financieros de los estados, aunque el italiano ya lo haya hecho en dos ocasiones. Es cierto que una parte del déficit es culpa de los gobiernos españoles, pero otra -por el creciente coste de la financiación- se debe a la falta de ese prestamista de último recurso que estabilice a los mercados comprando deuda soberana. El Gobierno debe luchar para romper este círculo vicioso.
Porque la situación en los mercados es explosiva y nada dice que vaya a calmarse a corto plazo. Con la prima de riesgo por encima de los 600 puntos y la rentabilidad del bono a 10 años superando el 7% nos enfrentamos a una semana muy complicada, en la que Rajoy debe centrar todos los esfuerzos en lograr apoyos de nuestros socios para conseguir torcer la mano de Draghi. Ayer lo reiteró García-Margallo al pedir al BCE que compre deuda española para «contrarrestar» la acción de los especuladores en los mercados. Incluso el ministro de Exteriores alemán alabó las últimas reformas y afirmó que servirán para crear empleo.
Pero Draghi no se dejó impresionar y dijo en Le Monde que el euro no está en peligro y que no es labor del BCE ocuparse de los problemas financieros de los estados, aunque el italiano ya lo haya hecho en dos ocasiones. Es cierto que una parte del déficit es culpa de los gobiernos españoles, pero otra -por el creciente coste de la financiación- se debe a la falta de ese prestamista de último recurso que estabilice a los mercados comprando deuda soberana. El Gobierno debe luchar para romper este círculo vicioso.
epsimo y EL MUNDO
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