.AYER SALTARON todas las alarmas. La prima de riesgo llegó a superar el nivel inaguantable de los 640 puntos, la rentabilidad del bono a 10 años se situó por encima del 7,40% y la Bolsa llegó a caer más de un 5%. Al final del día se atemperó el nerviosismo, pero la tensa sesión fue una muestra clarísima de la «irracionalidad» de los mercados, como afirmó De Guindos por la mañana en el Congreso.
Porque es irracional que hagan caso omiso de las reformas que está llevando a cabo el Gobierno. Hemos criticado que Rajoy no se haya atrevido a emprender esa profunda revisión del Estado de las autonomías, pero a la vez es indiscutible que en siete meses el presidente y su Gobierno han emprendido una reestructuración de la economía sin par en las últimas décadas. La reforma laboral que consagra el despido de 20 días, el retraso de la edad de jubilación o la desaparición de facto de las cajas son objetivos que los organismos internacionales llevaban años reclamando y sólo se han conseguido con este Gobierno.
El Ejecutivo también está realizando esfuerzos para reducir el déficit público. Desde la Ley de Estabilidad fruto de la reforma de la Constitución -pactada con el PSOE- para imponer un mayor control de las cuentas de las autonomías, hasta programas de ajuste que por su dureza han levantado a buena parte de la sociedad. Lo vimos en las manifestaciones del jueves y en la encuesta que EL MUNDO ha publicado este fin de semana: el 73% de los ciudadanos rechaza la política de recortes de Rajoy.
Por eso, hay que volver la vista a Alemania y al BCE. En sus manos está contener esta deriva que sólo lleva al sometimiento de una nación. Alemania no puede escudarse en una ambigüedad -aprobar el eurocrédito a la vez que deja a España al borde del abismo- que sólo puede esconder el propósito de desentenderse de algunos Estados de una UE que está mal diseñada al carecer de un prestamista de último recurso. Es imprescindible que Merkel dé permiso a Draghi para que actúe en los mercados, como hizo en dos ocasiones meses atrás, para apaciguar esta situación insostenible.
Almunia sugirió ayer a España que acuda al EFSF, el nuevo fondo de rescate que sí tiene entre sus atribuciones la compra de deuda soberana. Pero eso conllevaría la imposición de un mayor ajuste a los españoles porque la ayuda lleva aparejada condiciones macroeconómicas.
Desde algunos sectores -el ex presidente González lo hizo ayer- se pide un pacto de Estado entre el PP y el PSOE. Pero ese acuerdo sólo merecería la pena si llevara a los dos grandes partidos a reformar la Constitución para reestructurar el Estado de las autonomías. Cualquier otro pacto con los socialistas iría en sentido contrario a lo que nos pide Bruselas. Pero esto no impide que Rajoy busque consensuar con Rubalcaba una ofensiva diplomática y política ante nuestros socios y las instancias europeas para
conseguir que Merkel y Draghi salgan en nuestra ayuda sin dilación. Por eso, el PSOE dio ayer una nefasta señal al no apoyar el eurocrédito a la banca. Dejar solo al Gobierno en esta cuestión
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