El CIRE ofrecerá la mano de obra barata de los reclusos a las empresas que vuelvan a instalarse en Catalunya
La contratación de presidiarios bajó el 9,8% el pasado año
Estar entre rejas no salva de la crisis y las cárceles son un reflejo de
la sociedad. La caída de la actividad de las empresas no solo envía a
las listas del paro a los trabajadores sino que corta las posibilidades
de reinserción de los que cumplen condena. Así lo ha detectado la
Conselleria de Justícia y, sobre todo, el Centre d'Iniciatives per a la
Reinserció (CIRE), que en el 2011 vio como se reducía en un 4,2% el
número de presos que trabajaron en los 70 talleres productivos
instalados en las cárceles catalanas que emplearon a un total de 3.325
hombres y 246 mujeres, 164 personas menos que en el 2010. El año pasado
el número de contratos bajó el 9,8%.
La falta de trabajo también pone en riesgo la paz en las cárceles: es
mejor que los presos estén ocupados. Por eso el director del CIRE,
Josep Maria Faura, ha encontrado una veta a explotar: ofrecer sus
servicios a las empresas catalanas que vuelven a instalarse aquí.
Los
sectores textil, eléctrico y de automoción, punteros en Catalunya,
serán los primeros a los que se dirigirán las autoridades
penintenciarias. Estas compañías emigraron, cuando España crecía
económicamente, a países como Marruecos, China o el Este de Europa en
busca de mano de obra poco cualificada, salarios bajos y escasos
derechos laborales. Ahora están volviendo. El departamento de Justícia
cifra en un 15% de la producción textil industrial externalizada la que
está regresando a tierras catalanas.
«Queremos conseguir que
la producción industrial catalana vuelva a Catalunya y el CIRE puede ser
la alternativa a la deslocalización», afirmó ayer la consellera
de Justícia, Pilar Fernández Bozal, que trata de concienciar a los
empresarios para que vean en el CIRE un puente entre sus necesidades y
la disponibilidad de los presos.
Las actividades fundamentales de
los talleres de presos son confección, imprenta, pequeña mecánica,
lavado de ropa y carpintería. Pero también muchos ayuntamientos reclaman
a los presos para limpiar bosques (prevención de incendios). En esta
última actividad el año pasado trabajaron cerca de 200 reclusos y
actualmente hay grupos forestales en Barcelona y en las zonas boscosas
del Garraf y los puertos de Tortosa-Beseit.
Catalunya tiene una
población reclusa de 10.000 personas y alrededor de 7.000 han mostrado
su predisposición a trabajar. La mayoría son inmigrantes, porque tienen
más dificultad para lograr recursos económicos. El CIRE les ofrece un
contrato, generalmente verbal, aunque estable, de cuatro horas diarias
por un salario de entre 250 y 300 euros al mes.
EL PERIODICO
No hay comentarios:
Publicar un comentario