LA
POSIBILIDAD de que España acoja el macrocomplejo Eurovegas ha destapado
una oposición en parte de la opinión pública construida más sobre
prejuicios que sobre datos objetivos. Afortunadamente, las autoridades
de Madrid y Cataluña, regiones en que la empresa estadounidense Las
Vegas Sands baraja levantar el proyecto, no se han dejado arrastrar por
esa corriente. Estamos hablando de una inversión de en torno a 20.000
millones de euros, que daría trabajo durante su construcción a más de
25.000 personas y, una vez inaugurado, a más de 10.000.
Frente al papel dinamizador que Eurovegas significaría, sus opositores recurren a la caricatura, aun cuando el país no está precisamente para bromas. Presentar el complejo como un agujero negro de mafia y prostitución es no querer ver la realidad, o como hoy declara Gonzalo García Pelayo en nuestro suplemento Crónica, «hipocresía e ignorancia». El español, considerado como el mejor jugador de ruleta del planeta, alguien que conoce los mejores casinos del mundo, recuerda que en Madrid hay más prostitución que en Las Vegas, paraíso del juego.
Eurovegas no es un casino, aunque el juego sería su banderín de enganche. Sus promotores quieren levantar edificios emblemáticos e instalar, en las 400 hectáreas de superficie a las que aspiran, un campo de golf, canchas de tenis, teatros, salas de conferencias… Según sus estimaciones, de ponerse en marcha el complejo, sólo obtendrían el 30% de su beneficio del juego.
«La nueva figura de los casinos es apuntar a la familia», dice García Pelayo. En efecto, la idea de Eurovegas es crear un gran centro de ocio y entretenimiento en el que junto a una gran oferta de hostelería puedan programarse grandes espectáculos. En ese sentido, Michael Leven, director general de Las Vegas Sands, asegura que ya han mantenido negociaciones con el Circo del Sol para estudiar la posibilidad de fijar aquí su centro de operaciones para Europa.
Ahora bien, los grandes números y la magnitud del proyecto tampoco deben marear a las autoridades. Algunas de las peticiones de sus promotores podrían ser aceptadas, como la autorización de fumar en salas habilitadas, sin embargo es mucho más discutible la solicitud de concederles un trato fiscal a la carta.
Lo que debería quedar claro es que, acabe o no Eurovegas recalando en Madrid o en Barcelona, habrá que valorar la iniciativa como lo que es, y no como se presenta por quienes la ven a través de unos cristales ideológicos que aúnan en el puritanismo a los extremos políticos. Mientras el PP y CiU han mostrado su apoyo al proyecto, la izquierda y el más rancio conservadurismo se han puesto inmediatamente en contra. «Lo que me cuesta entender es por qué la izquierda, el PSOE, tiene problemas en que sus votantes trabajen», ha declarado, sorprendido, Leven. Seguro que los parados tampoco lo comprenden.
Frente al papel dinamizador que Eurovegas significaría, sus opositores recurren a la caricatura, aun cuando el país no está precisamente para bromas. Presentar el complejo como un agujero negro de mafia y prostitución es no querer ver la realidad, o como hoy declara Gonzalo García Pelayo en nuestro suplemento Crónica, «hipocresía e ignorancia». El español, considerado como el mejor jugador de ruleta del planeta, alguien que conoce los mejores casinos del mundo, recuerda que en Madrid hay más prostitución que en Las Vegas, paraíso del juego.
Eurovegas no es un casino, aunque el juego sería su banderín de enganche. Sus promotores quieren levantar edificios emblemáticos e instalar, en las 400 hectáreas de superficie a las que aspiran, un campo de golf, canchas de tenis, teatros, salas de conferencias… Según sus estimaciones, de ponerse en marcha el complejo, sólo obtendrían el 30% de su beneficio del juego.
«La nueva figura de los casinos es apuntar a la familia», dice García Pelayo. En efecto, la idea de Eurovegas es crear un gran centro de ocio y entretenimiento en el que junto a una gran oferta de hostelería puedan programarse grandes espectáculos. En ese sentido, Michael Leven, director general de Las Vegas Sands, asegura que ya han mantenido negociaciones con el Circo del Sol para estudiar la posibilidad de fijar aquí su centro de operaciones para Europa.
Ahora bien, los grandes números y la magnitud del proyecto tampoco deben marear a las autoridades. Algunas de las peticiones de sus promotores podrían ser aceptadas, como la autorización de fumar en salas habilitadas, sin embargo es mucho más discutible la solicitud de concederles un trato fiscal a la carta.
Lo que debería quedar claro es que, acabe o no Eurovegas recalando en Madrid o en Barcelona, habrá que valorar la iniciativa como lo que es, y no como se presenta por quienes la ven a través de unos cristales ideológicos que aúnan en el puritanismo a los extremos políticos. Mientras el PP y CiU han mostrado su apoyo al proyecto, la izquierda y el más rancio conservadurismo se han puesto inmediatamente en contra. «Lo que me cuesta entender es por qué la izquierda, el PSOE, tiene problemas en que sus votantes trabajen», ha declarado, sorprendido, Leven. Seguro que los parados tampoco lo comprenden.
El descrédito preside el Banco de España
A
TRES meses para que concluya su mandato, el gobernador del Banco de
España está hundido en el descrédito. No supo anticipar la crisis, han
fallado sus previsiones económicas, la reestructuración del sistema
financiero que ha alentado nunca acaba de llegar, la labor inspectora de
la institución ha quedado en evidencia y ahora conocemos que, en 2008,
cuando el portavoz del PP, Eduardo Zaplana, denunció la situación
«francamente delicada» de las entidades financieras, le mandó callar con
una carta desabrida. El contenido de esa misiva, inédito, lo desvelamos
hoy en Mercados. Miguel Ángel Fernández Ordóñez, nombrado por el PSOE
por las bravas, de espaldas a la oposición, ha sido el más partidista de
quienes han ocupado el cargo en los últimos años, justo en un momento
en el que había que actuar con la máxima profesionalidad y, desde luego,
por encima de banderías. Si no fuera porque su salida sumaría un factor
de inestabilidad institucional a la que ya existe en los mercados, la
marcha del gobernador habría sido un objetivo deseable. Cuando en julio
Fernández Ordóñez deje el cargo, alguien con más decisión y credibilidad
debería rehabilitar el prestigio de la institución.
En la seguridad no cabe la permisividad
FERNÁNDEZ
Díaz aborda hoy en nuestras páginas los principales asuntos que
preocupan al Gobierno en materia de seguridad. El ministro del Interior
se refiere, por un lado, a la amenaza de los antisistema, cuyo
vandalismo lastra la recuperación al exportar una imagen distorsionada
del país. Afirma que el Ejecutivo «no va a consentir que España sea
terreno abonado para los antisistema», y predica la tolerancia cero
frente a lo que denuncia como «cultura de la permisividad» ante
manifestaciones como el 15-M. Sin decirlo, critica la condescendencia
con que Rubalcaba trató a los indignados, y tiene razón si lo que
sugiere es que no debieron consentirse manifestaciones ilegales. Pero
igualmente debe recordar que el 15-M actuó en su mayoría dentro del
civismo, y existe una línea roja de derechos y libertades que no se debe
vulnerar. Aún mayor motivo para ser firmes ofrece ETA. El ministro sabe
que los terroristas no tienen derecho a reescribir la historia, quiere
que tras el final definitivo de la banda deberá haber «vencedores y
vencidos» y apela a los partidos democráticos a «quitarles los votos» a
quienes ahora pretenden aplicar por la vía política el proyecto
excluyente que ETA no logró imponer con las armas.
epsimo y EL MUNDO
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