domingo, 1 de abril de 2012

Balance "positivo" de 100 días con nubes en el horizonte

LOS PRIMEROS 100 días de Gobierno se han convertido ya en una tradición política universal, desde que el presidente Roosevelt -para hacer frente a las consecuencias de la crisis del 29- convocara a su Gabinete de forma permanente durante ese tiempo para tomar muchas medidas y actuar rápidamente. Los primeros 100 días de Mariano Rajoy en La Moncloa no han sido tan agónicos como los de Roosevelt, pero el presidente del Gobierno ha tenido que hacer frente a una intensa agenda de reformas para afrontar la grave situación económica. En conjunto, el balance de este periodo puede considerarse positivo, aunque aún quede mucho por hacer. Si bien es verdad que las circunstancias económicas en las que el Ejecutivo tomó posesión eran inéditas, no es menos cierto que pocos presidentes han empezado mandato con tantas iniciativas. Ley de Estabilidad Presupuestaria, reforma laboral, decreto para garantizar el pago a los proveedores, reforma del sistema financiero, modificación del sector energético y los presupuestos para garantizar la consolidación fiscal y transmitir confianza a los mercados y a las instituciones europeas. Tres circunstancias han marcado la celebración de los primeros 100 días de Rajoy: el fracaso del PP en el objetivo que perseguía en las elecciones andaluzas, la huelga general de los sindicatos contra el Gobierno y la aprobación por el Consejo de Ministros de los presupuestos más austeros de la etapa democrática.
Este triángulo de acontecimientos puede resumir bien la situación política en la que se encuentra el Gobierno de Rajoy después de un trimestre de gestión eminentemente reformista. El Ejecutivo ha tomado las medidas imprescindibles para evitar el colapso económico, sin que los sindicatos y la oposición hayan podido lograr su objetivo de paralizar el país con una huelga general para frenar las reformas. Así lo vino a certificar ayer el ministro alemán de finanzas, que animó a Rajoy a continuar por la senda del cambio.
Sin embargo, el tercer vértice del triángulo -el fracaso en las expectativas puestas en las elecciones andaluzas- sí que ha despertado una lógica preocupación en el Gobierno y -sobre todo- en el partido. Aunque la tesis oficial del líder del PP indicaba que la política de ajuste le pasaría factura en términos de protesta y descontento social, lo cierto es que los populares se han quedado sorprendidos por haber perdido parte del electorado andaluz que les votó en las generales. Este desgaste -provocado por muchos factores, de los cuales la impopular subida del IRPF puede ser el más importante-, no es motivo suficiente para que Rajoy reconsidere su agenda reformista. Por ello acierta el presidente del Gobierno que, según publicamos, propondrá mañana lunes al Comité Ejecutivo -en su primera reunión desde el Congreso de Sevilla- una intensificación de su agenda reformista.
Si en materia de política económica el Gobierno ha dado la talla, no se puede decir lo mismo en otros aspectos como el de la regeneración política, limitada -de momento- a la meritoria pero solitaria Ley de Transparencia. Aunque quizá el mayor déficit del PP es la ausencia de pedagogía sobre las reformas. El Gobierno no parece tener un relato sobre su gestión ni tampoco un relator adecuado capaz de explicar a los ciudadanos la finalidad última de los recortes, de la austeridad y de los sacrificios. En este sentido, no vendría mal que fuera Rajoy en persona quien se explicara más y mejor ante los españoles.
epsimo y EL MUNDO

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