Al PSOE le entran las prisas... tras 8 años en el poder

EL PRESIDENTE Rajoy pidió ayer a los ciudadanos confianza en las medidas que ha tomado su Gobierno y paciencia para ver los resultados. «Estas decisiones no surten efecto en el corto plazo. Esto llevará su tiempo», dijo en la clausura del congreso regional del PP madrileño. Se acaban de cumplir cuatro meses desde la investidura de Rajoy y ya ha tenido que soportar una huelga general, una movilización en las principales ciudades del país «en defensa del Estado del Bienestar y los servicios públicos» -la celebrada ayer- y continuas llamadas a la protesta con varios conatos de violencia en la calle.
Pretender que la gravísima crisis económica se solucione en un visto y no visto, como quien da la vuelta a un calcetín, es no tener los pies en el suelo. El Gobierno ha tenido la honradez de plantear la situación en toda su crudeza al advertir, el pasado viernes, que en el peor de los escenarios posible, podría incluso ocurrir que el empleo no mejorara hasta 2015. Supone una gran diferencia con aquellos imaginarios «brotes verdes» que el anterior Ejecutivo socialista creía ver a cada paso.
«En siete años largos de Gobierno no hicieron ni la mitad que nosotros en cuatro meses», dijo ayer Rajoy, contrariado por las continuas zancadillas del principal partido de la oposición. Y añadió: «Para salir del pozo hay que hacer lo que no hicieron, porque no se atrevieron, e incluso lo contrario». Por eso anunció que seguirá aplicando su agenda de reformas, convencido de que «vendrán tiempos mejores».
Lo único que cabe reprochar a Rajoy es que siga sin explicar suficientemente las contradicciones entre lo que decía antes de llegar a La Moncloa y lo que ha hecho luego -como subir impuestos y aplicar recortes en Sanidad y Educación-, y su querencia a dirigirse a auditorios entregados, como el de ayer, mientras evita someterse al escrutinio de los medios de comunicación.
Con todo, la ventaja de Rajoy es que enfrente tiene a un Rubalcaba sin discurso. El líder del PSOE no dudó en achacar al Gobierno la pérdida de los cerca de 400.000 puestos de trabajo del primer trimestre del año, como si lo ocurrido no tuviera ninguna relación con la desastrosa política anterior, o como si en los últimos tres meses de 2011, responsabilidad del Gobierno socialista, no hubiera ocurrido algo similar. También pidió al presidente del Gobierno que deje de ser «el último mohicano de la austeridad», tratando de extender la falsa idea de que Rajoy se ha quedado solo en Europa sosteniendo la bandera del rigor en las cuentas y como si la «austeridad» fuera un valor negativo en un país endeudado hasta las cejas.
El PSOE, que ya secundó la huelga general del 29 de marzo, también estaba entre los organizadores de las manifestaciones de ayer, junto a UGT y CCOO. La participación ciudadana estuvo por debajo de lo esperado y podría ser un aviso de lo que suceda en el Primero de Mayo. Eso indicaría que los intentos por calentar la calle no están dando resultado. Esperanza Aguirre, en el discurso de su reelección como presidenta del PP madrileño, alertó contra esa amenaza y calificó de «desvergüenza» el intento de la izquierda de ganar con «algaradas callejeras» lo que ha perdido «en las urnas». Ese parece ser el ánimo de algunos de los convocantes, como Toxo. El líder de CCOO no dudó en equiparar la legitimidad de la movilización callejera con los resultados electorales. «Vamos a seguir hasta que nos acompañe la gente. Esto sí que es compañía y no la soledad de La Moncloa», dijo.
La izquierda, con el PSOE a la cabeza, debería hacer un ejercicio de responsabilidad. El PP ganó con mayoría absoluta hace sólo cinco meses. Y ya sabemos de lo que fue capaz el PSOE en casi ocho años, tres de ellos enfrentándose sin éxito a la crisis

epsimo y EL MUNDO