martes, 20 de diciembre de 2011

Rajoy se juega la legislatura en cien días

«Para mi Gobierno no habrá españoles buenos y malos, sino todos iguales y necesarios»CIEN días. Ese es el plazo que se marcó ayer Mariano Rajoy en su discurso de investidura para materializar las principales reformas que deben sacar a España de la crisis. El líder del PP definió la hoja de ruta que va a seguir el nuevo Gobierno hasta finales de marzo, dejando entrever en su discurso que adoptará las medidas más importantes de su mandato desde hoy al final del primer trimestre del año. Por ello, no parece exagerado decir que se jugará buena parte del éxito de su legislatura en estos cien días.
Algo similar fue lo que hizo Franklin D. Roosevelt al comienzo de su mandato en 1933 en sus llamados «first hundred days», cuando aprobó importantísimas medidas para fomentar el empleo, regular el sistema financiero e incentivar la actividad económica. Estaríamos ante una especie de versión liberal de aquel «new deal», sustituyendo el gasto público por los incentivos al sector privado como motor de la recuperación.
A la vista de las propuestas de Rajoy, no hay duda de que el candidato tiene un plan elaborado, que mide y sabe los pasos que debe dar y que es consciente de las limitaciones de tiempo. En este sentido, Rajoy se comprometió a poner en marcha de forma prioritaria y urgente la Ley de Estabilidad y los nuevos Presupuestos de 2012, la reforma laboral y del sistema financiero, medidas de apoyo a los emprendedores, un nuevo modelo para la televisión pública y acciones de transparencia y austeridad en todas las administraciones.
«Para mi Gobierno no habrá españoles buenos y malos, sino todos iguales y necesarios»En un discurso que duró casi hora y media, Rajoy esbozó las líneas generales de las reformas que va a acometer, pero no las concretó. Ese es el principal reproche que se podría formular a una intervención que resultó coherente con el programa electoral y los compromisos del partido que lidera.
Casi todo su contenido pivotó sobre las medidas para luchar contra la crisis tras dejar claro que la gran prioridad de su nuevo Gobierno será la creación de empleo y el relanzamiento de la actividad económica. Rajoy subrayó que la primera iniciativa de su Gabinete será la aprobación de un decreto ley el próximo 30 de diciembre en el que prorrogará provisionalmente los Presupuestos de este ejercicio, congelará previsiblemente el sueldo a los funcionarios y aprobará la no disponibilidad de los 16.500 millones de euros en los que se va a recortar el gasto inicialmente. Rajoy matizó que este recorte es una mera estimación que tendrá que ser corregida cuando el Ministerio de Economía conozca los datos definitivos sobre el déficit antes de finalizar febrero.
Rubalcaba, embustero y malignoSi ese déficit del conjunto de las administraciones públicas ascendiera a un 7% en lugar del 6% previsto por el Gobierno saliente, el recorte tendría que incrementarse en unos 10.000 millones. Por ello, Rajoy rehuyó precisar los ajustes, limitándose a subrayar que afectarán a «todas las partidas». Será a finales de marzo cuando podremos conocer el nuevo proyecto de Presupuestos para 2012 y, por tanto, a cuánto asciende el recorte real y cuáles son las partidas de gasto a las que va a afectar. La oposición le reprochó esa ambigüedad, aunque es cierto que Rajoy se comprometió a cumplir el 4,4% de déficit que figura en el Plan de Estabilidad presentado en Bruselas por Zapatero.
El líder del PP tampoco cuantificó cuál va a ser el coste de los incentivos fiscales que va a introducir para reactivar la economía, lo que suscita la incógnita de cómo le van a cuadrar las cuentas al Gobierno, máxime teniendo en cuenta que Rajoy se comprometió a actualizar las pensiones el año que viene. «Es el único compromiso de aumento de gasto que van a escuchar en el día de hoy», dijo.
Tras el recorte del gasto público, otra de las prioridades del nuevo Gobierno será la reforma del sistema financiero, que debería estar concluida totalmente en junio próximo. El candidato pronosticó nuevas fusiones y aseguró que las entidades financieras tendrán que aflorar sus pérdidas en el sector inmobiliario, pero tampoco concretó más. No quiso decir si el Ejecutivo promoverá la creación de un banco malo o con qué criterios va a impulsar la nueva reordenación del sector. Tampoco entró en si el Estado tendrá que aportar nuevos fondos al sistema financiero.
Otra prioridad del nuevo Gobierno serán las reformas estructurales, de las cuales la más urgente es la del mercado de trabajo. Rajoy se manifestó a favor de una reforma consensuada con la patronal y los sindicatos, pero fue claro al comprometerse en que, si no hay pacto en enero, el Ejecutivo presentará un proyecto de ley en el Congreso. La filosofía que explicó ayer va en la buena dirección porque, como él mismo recalcó, no se puede permanecer de brazos cruzados ante más de cinco millones de parados.
El mayor nivel de concreción lo alcanzó Rajoy cuando se refirió a las medidas de tipo fiscal, entre las que enumeró la reforma del reglamento del IVA, estímulos a la reinversión de los beneficios y las plusvalías y la recuperación de la deducción por compra de vivienda. Todas esas iniciativas van orientadas a estimular la actividad económica, por lo que nos parecen correctas si su coste es soportable para las arcas públicas.
Rajoy se refirió también a la reforma de la Educación, subrayando la necesidad de una serie de medidas orientadas a la vuelta a la cultura del esfuerzo, la mejora en los criterios de selección del profesorado o el impulso a una universidad de mayor calidad. Por el contrario, se mostró excesivamente genérico en lo referente a la necesaria e irrenunciable reforma de la Justicia y no hizo ni una sola mención a la política antiterrorista. Terminó su alocución con la optimista promesa de que «desaparecerán los nubarrones y levantaremos la cabeza», lo cual es posible si Rajoy acierta a desarrollar el guión que esbozó ayer en su investidura. Muy pronto tendrá que ir poniendo las cartas sobre la mesa.

Rubalcaba, embustero y maligno

Una oposición más plural y variopinta

EL DEBATE reveló la existencia de una oposición mucho más plural y variopinta que en otras legislaturas. Su cantidad de opciones y matices hace prever debates de gran viveza, con planteamientos que van desde el españolismo regeneracionista de Rosa Díez a la vuelta de las viejas recetas de un Cayo Lara empeñado en situarse fuera de la realidad, pasando por unos nacionalistas muy susceptibles que no están dispuestos a ceder un solo metro de lo conseguido con Zapatero. Entre unos y otros está el jefe de la oposición, Rubalcaba, que ayer se empeñó en marcar territorio en el PSOE. En un momento dado afirmó: «Haré una oposición...», dando así por hecho que no sólo encarna el presente, sino el futuro de los próximos años, aunque aún deberá ganar para ello el congreso de su partido. Su intervención semejó una suerte de prórroga del pasado cara a cara electoral. Chapoteó una y otra vez en los mismos asuntos de la campaña, como si estuviera planteando la revancha, y eso facilitó las contrarréplicas de Rajoy. Rubalcaba aparentó fair play, pero su discurso estuvo cargado de reproches a Rajoy, al que acusó en varias ocasiones de haber engañado a la opinión pública ocultando su verdadero programa en asuntos concretos como la edad de jubilación o la subida de impuestos, y echándole en cara que hubiera ganado las elecciones gracias a la crisis económica. Hilvanó un discurso izquierdista en el que no faltaron las críticas a los bancos y la reivindicación del matrimonio gay. Rajoy tuvo fácil desmontar sus argumentos, primero agradeciendo su supuesto tono constructivo, pero también demostrando la inocuidad de sus críticas, por ser corresponsable de un Gobierno impotente frente a la crisis.
Por lo visto ayer, la mayoría absoluta del PP no será óbice para que el Congreso acoja debates intensos, con grandes desencuentros pero, seguramente también, con grandes alianzas, en una legislatura clave para el futuro de España.
epsimo y EL MUNDO_______________________

Un arranque prometedor

La reforma más ambiciosa de la democracia

Para cambiar España

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"ETA sigue existiendo"
"es difícil que pare la violencia"
Eguiguren: "No se puede garantizar que en el futuro no haya algún atentado"
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La crisis dispara el número de funcionarios
Desde que comenzó la crisis económica, financiera, social y política en 2007, los trabajadores del sector público han aumentado en un 10,4% hasta el segundo trimestre de 2011. El sector privado, en cambio, ha perdido un 13% de empleados.
Eliminará organismos públicos y congelará la oferta pública de empleo
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