La idea de que hay que reconstruir el Estado a costa de limitar los poderes autonómicos no aparece expresada literalmente, pero late en todo el documento. Así, el PP propone hacer efectiva la unidad de mercado, eliminando las trabas que hoy generan, por ejemplo, el etiquetaje o las licencias de actividad autonómicas; recuperar las oposiciones nacionales de profesores; crear la receta única electrónica en la sanidad; aprobar una ley de control y auditoría única para todo el sector público español; implantar el mismo sistema informático en los juzgados de toda España o establecer el distrito único universitario para todo el territorio nacional.
La recentralización que invoca Rajoy no se expresa en términos patrióticos, sino eminentemente pragmáticos y de eficiencia. Parte de la convicción de que España no será competitiva ni saldrá de su estancamiento si mantiene la actual desconexión territorial. Y, en efecto, lo peor que podría ocurrirle a España es reproducir a escala nacional los problemas que está sufriendo en sus carnes la fragmentada Europa del euro. Para despejar dudas y establecer claramente las reglas de juego, el documento del PP se plantea «delimitar el marco competencial» desde el principio.
Es verdad que, en el caso de que Rajoy llegue a La Moncloa, necesitará la colaboración de las autonomías para llevar a cabo muchas de las promesas de su programa, y que podría encontrar resistencias. Ahí debería demostrar su habilidad como gobernante, pero siempre partiría con la ventaja de que la gran mayoría de las comunidades están dirigidas por el PP y con la posibilidad que reflejan las encuestas de estar respaldado por una amplia mayoría absoluta.
Desde luego, lo que queda claro es que Rajoy está decidido a ejercer las competencias que corresponden al Estado. Por eso anuncia una nueva ley de estabilidad presupuestaria que establezca unos límites de deuda y de déficit, una nueva ley de subvenciones que regule con mayor eficacia y transparencia la concesión de dinero público, una reforma integral del mercado de trabajo que incluya desde la simplificación de la tipología de contratos a cambios en el actual sistema de convenios laborales, un replanteamiento de las televisiones públicas imponiéndoles techos máximos de endeudamiento y dando entrada a la iniciativa privada o la garantía de utilizar el español como lengua vehicular en cualquier punto del país. Paralelamente, el programa popular también apuesta por recuperar la «marca España» en el exterior, no sólo como reclamo turístico, sino para dar mayor visibilidad a todos los productos, ya sean industriales o culturales.
En el preámbulo del programa, Rajoy dice ser consciente del actual «momento histórico», un momento en que se decide «el futuro de varias generaciones», y anuncia «reformas estructurales» y «actuaciones decididas». En alguien tan poco dado a los grandes pronunciamientos, que al parecer pidió a sus colaboradores «un programa que no incordie», es mucho decir. Si el PP gana el 20-N y es capaz de poner en práctica el programa electoral que ayer hizo público, España estará en mejores condiciones de afrontar el futuro de lo que lo está hoy.
epsimo y EL MUNDO________________________
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LA CORRUPTELA ANDALUZA:
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Los griegos tienen que saber a lo que se exponen
La prima de riesgo de España se sitúa a sólo un punto básico de los 380, un nivel considerado de riesgo. La italiana, que subió hasta lo 450 puntos básicos, tampoco se alivia hoy. Las compras de deuda del BCE no son suficientes.
Juan Van-Halen. El Gobierno socialista ha hecho vivir a los sindicatos en una voluntaria inopia.
Gabilondo no entiende por qué la crisis no ha favorecido a la izquierda; quizá Papandreu podría explicárselo. Para Escolar, “bajar impuestos es suicida”; como tenemos poco, que el Estado nos quite más. Es casi un alivio leer a la izquierda cuando reconoce abiertamente su odio, en lugar de presentar argumentos.
Vuelve a estar en manos de los ciudadanos rectificar el rumbo.
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