Las iniciativas de Merkel y Sarkozy encaminadas a lograr una política fiscal común -que incluye disciplina presupuestaria, control del déficit y la armonización del sistema tributario y de los mecanismos de protección social- son acertadas y abren un camino ilusionante. Desde estas páginas hemos venido reclamando más Europa como solución a los problemas del euro. Los mercados han demostrado también que es inviable intentar mantener una política monetaria común con 17 políticas fiscales distintas.
Sin embargo, algunas de las medidas anunciadas son discutibles. Por ejemplo, el impuesto a la banca por transacciones financieras podría restar competitividad a la zona euro y da la sensación de que se trata de un señuelo dirigido a la izquierda -en la oposición en los principales países europeos- para ganar su apoyo al plan de reformas. También es cuestionable que las constituciones de los Estados deban incluir un techo de gasto y de deuda antes de un año, sobre todo si es excesivamente rígido. Es imprescindible controlar el déficit y es lógico que exista una coordinación entre los países del euro, pero dado que habrá momentos en que las economías nacionales necesiten estímulos y puedan verse en la necesidad de recurrir al déficit, sería arriesgado incluir esa «regla de oro» -como la definió Sarkozy- en la Constitución. En cualquier caso, es un asunto sujeto a debate.
Por otra parte, desde el punto de vista político, resulta inquietante la forma en que Alemania y Francia han cerrado otra vez estos acuerdos, a dos bandas, como ya sucedió con el Tratado de Maastricht. Al anunciarlos, Merkel y Sarkozy parecían dos monarcas absolutos entregando una carta otorgada a sus súbditos europeos. Sin embargo, es seguramente la forma más fácil de desatascar el atolladero en el que se encuentra la zona euro.
España no está precisamente en situación de poner condiciones. Berlín y París tienen, más que nunca, la sartén por el mango: si pusieran reparos al BCE para que dejara de comprar deuda española e italiana, por ejemplo, ambos países seguirían los pasos de Grecia, Irlanda y Portugal. Ya advertimos en un titular que fue acogido con malestar en medios del Gobierno que Alemania iba a someternos a un «régimen de libertad vigilada». Se le podrá llamar como se quiera, pero España está perdiendo soberanía como consecuencia de los errores de la política económica de Zapatero. Hoy estamos fuera del núcleo decisorio donde se adoptan los acuerdos.
Los términos en los que se plantea la refundación del euro son en la práctica un rescate, donde la creación de eurobonos al final del proceso funciona como la zanahoria que nos hará avanzar a la par que los palos. Por expresarlo de forma gráfica, España está convirtiéndose en una autonomía dentro de la zona euro. No es lo peor que nos podía haber pasado: quedar fuera de la moneda única sería terrible. El otro riesgo es el de que acabe creándose un Eurogrupo con dos velocidades
EL CORAZÓN DE EUROPA decide que los delincuentes que gasten lo que no tienen, serán expulsados del EURO
Como ya había adelantado EL MUNDO en su edición de ayer, la pareja propuso crear un Gobierno económico «auténtico» para la zona euro. Este Ejecutivo, que estará dirigido por el actual presidente del Consejo Europeo, Herman Van Rompuy, lo integrarían los jefes de Gobierno de los países miembros y se reuniría al menos dos veces al año.
«Tenemos la voluntad absoluta de defender el euro […] Francia y Alemania se sienten en la obligación de reforzar esta moneda pero para llegar a resultados es indispensable un esfuerzo de coordinación de políticas financieras», señaló Sarkozy en la rueda de prensa posterior a la cumbre.
Precisamente con el objetivo de controlar las finanzas de los estados miembros de la zona, la pareja propuso la adopción antes del verano de 2012 de la denominada regla de oro en los 17 estados que comparten moneda.
Esta iniciativa consiste en regular por la vía constitucional el techo de déficit de los estados. En Francia ya ha sido aprobada por la Asamblea y el Senado, pero para ver la luz aún requiere la aprobación de las tres quintas partes de las dos cámaras. En este sentido, Sarkozy lanzó una advertencia al partido socialista galo, que ya ha anunciado que votará en contra de la iniciativa. El Gobierno francés, que quiere reducir su déficit al 4,6% del Producto Interior Bruto (PIB) el año próximo, presentará la semana que viene las medidas de ahorro que tiene previstas para poder llegar a esta cifra.
El objetivo de esta regla de oro no es otro que sanear las cuentas de Europa, en concreto las de los países que han demostrado no haber gestionado bien sus recursos como Grecia, Irlanda, Portugal y, en menor medida, Italia y España. Según señaló la canciller alemana, «este proceso será progresivo y paulatino». «Sabemos que no se hará de un día para otro, pero estamos convencidos de la necesidad de aplicar estas medidas», añadió Merkel.
Cuentas comunes
La cita de ayer era esperada con impaciencia por las Bolsas, que reclaman de las dos principales potencias económicas de la zona euro un mensaje de calma y unidad. La mejor muestra de esta unión reforzada es la decisión de París y Berlín de trabajar codo con codo en la elaboración de sus respectivos presupuestos.
Esta armonización presupuestaria, según explicó la canciller alemana, requerirá la celebración de consejos de ministros francogermanos en los que los titulares de finanzas de ambos países pondrán en común sus respectivas cuentas. También muestra de esta convergencia es la decisión del eje francoalemán de crear un impuesto de sociedades común que se aplicará a las empresas a ambos lados del Rhin y que servirá «para dar ejemplo» al resto de los países del grupo.
«Los alemanes y los franceses no son iguales. Cada uno tiene sus puntos débiles. Pero juntos somos más fuertes», señaló el presidente francés, que añadió que la responsabilidad de ambos países es la de aproximarse. «Juntos, tenemos más oportunidades para superar los problemas», señaló por su parte la canciller alemana.
Aunque se había abordado de pasada en otras reuniones de jefes de Estado, Angela Merkel y Nicolas Sarkozy anunciaron ayer su intención de instaurar un impuesto sobre las transacciones financieras, «una necesidad evidente», en palabras de la canciller alemana.
Eso sí, ninguno de los dirigentes concretó cuándo ni cómo se pondrá en marcha este impuesto que prevé tasar los movimientos internacionales de capital, y se limitaron a decir que presentarán la propuesta para su adaptación a la Unión Europea en el próximo mes de septiembre
epsimo y EL MUNDO________________________
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