CUANDO Benedicto XVI aterrice esta mañana en Madrid para participar en la Jornada Mundial de la Juventud estará iniciando su tercera visita pastoral a España en sus seis años de papado. Ningún otro país ha merecido tanta atención para el Pontífice, un dato que no puede ser considerado casual.
La atención a España es una prioridad para el Vaticano porque seguramente en nuestro país como en ningún otro se miden con parecidas fuerzas el laicismo y la religión, la secularización y la tradición cristiana. Por eso, en la misa inaugural de estas jornadas, Rouco Varela puso énfasis en subrayar que el cristianismo es «la principal seña de identidad histórica» de España.
El conflicto entre estas dos formas de concebir a la persona y la sociedad no sólo implica un debate de fondo, sino que se plasma en situaciones concretas que van desde la controversia por la presencia de símbolos religiosos en edificios púbicos a la polémica por la Ley del Aborto, desde el litigio por la legalización del matrimonio gay a la discusión sobre la enseñanza en centros religiosos. Y en ocasiones esas disputas exacerban, lamentablemente, los ánimos, dando lugar a evidentes muestras de intolerancia. Lo hemos visto estos días con el intento de boicotear la visita del Pontífice con manifestaciones autodenominadas laicas o con alguna descalificación fuera de tono de algún portavoz de la Iglesia.
Sin embargo, la gran mayoría de los ciudadanos ve con simpatía la presencia en España de un líder espiritual como Benedicto XVI, un hombre que al margen de las creencias personales de cada cual predica por encima de todo la fraternidad universal y la justicia. De la misma forma, podemos afirmar que hoy los españoles asumen con naturalidad la convivencia de signos cristianos que pertenecen a su tradición con manifestaciones institucionales, culturales e incluso lúdicas, en una actitud que desmiente que democracia y religión sean incompatibles per se, o que para avanzar, aquélla deba extirpar el sentido religioso de la esfera social.
Es cierto que la descristianización gana terreno en Occidente, y también en España. Pero tampoco se puede obviar que el 72% de los españoles se declara hoy católico -según encuestas del CIS-, y que entre siete y diez millones acuden cada domingo a misa, cifras que están muy por encima de la mayoría de países europeos.
Al salir al encuentro de los jóvenes, Benedicto XVI -como antes hiciera Juan Pablo II- demuestra que tiene claro el diagnóstico en cuanto a los cambios que están experimentando las sociedades modernas: un creciente apego al materialismo a costa de la pérdida de valores. En ese sentido, las multitudinarias jornadas que acoge Madrid, más allá de constituir una demostración de la vitalidad del catolicismo, deben servir para conocer mejor los mensajes del Papa y contrastarlos con otros planteamientos que, como los suyos, tratan de combatir la extensión del relativismo moral y del subjetivismo ético de un Occidente en crisis, no sólo en lo económico.
Por otro lado, ayer quedó demostrado el gravísimo error de la delegada del Gobierno de Madrid -otro más- de permitir que la manifestación laica contra el Pontífice llegara a la Puerta del Sol. Sólo participaron unas 2.000 personas, pero la Policía se vio desbordada y no pudo evitar brotes de tensión con los peregrinos que a esa hora visitaban el lugar. Los manifestantes se saltaron el cordón policial, golpearon a un agente y agredieron a al menos una veintena de seguidores del Papa. Todos los peregrinos que había fueron obligados entre empujones a abandonar la plaza. En cualquier caso, más representativo del sentir general que el penoso episodio de ayer, será lo que empiece a suceder a partir de hoy
Los anti Papa agreden a los católicos y la Policía no actúa
La Puerta del Sol se convirtió ayer en un inaudito polvorín, justo la semana en que medio mundo mira hacia España con motivo de la Jornada Mundial de la Juventud y un día antes de la llegada del Papa Benedicto XVI hoy a Madrid. La marcha laica convocada para protestar contra las Jornadas se enfrentó a los peregrinos que estaban en la plaza madrileña y terminó agrediendo físicamente a al menos una veintena de ellos.
Los manifestantes, entre los que había muchos indignados, convirtieron su protesta en una batalla. Los peregrinos dejaron el lugar tras ser insultados, pateados y arrollados, ante la pasividad policial.
Los agentes antidisturbios no intervinieron para desalojar la plaza hasta mucho tiempo después. Durante más de dos horas los policías se limitaron a intentar interponerse -sin éxito- entre manifestantes y peregrinos y a aconsejar a los participantes en la JMJ, muchos de ellos menores de edad, que abandonaran el lugar para no ser agredidos por los indignados.
Casi todos lo hicieron, pero las estaciones de Metro y de Cercanías seguían abiertas y cientos de personas que desconocían lo que estaba ocurriendo seguían acudiendo a Sol. En ese escenario, los manifestantes insultaron de forma insistente a todo peregrino que veían, a los que era fácil identificar por su atuendo y sus mochilas.
La situación entre los jóvenes de la JMJ llegó a ser tan delicada que muchos de ellos entraron en las tiendas de ropa que rodean Sol para comprar cualquier prenda con la que poder cambiarse y disimular su condición de peregrinos.
Al cierre de esta edición, había seis personas detenidas -al menos una de ellas con antecedentes penales- y la Policía, casi tres horas después de que comenzaran las agresiones, había cargado finalmente contra los indignados y desalojado Sol. A los agentes no les quedó otra: los peregrinos que salían del Metro, algunos de ellos familias con padres e hijos pequeños, estaban siendo salvajemente insultados y empujados por cientos de manifestantes, algunos de los cuales lanzaron botellas a los policías.
Eso a pesar de que, en un comienzo, la marcha laica -en la que participaron 8.000 personas según Delegación del Gobierno y 4.000 según la Policía Municipal- comenzó de forma totalmente pacífica. Respaldada por más de un centenar de organizaciones -entre ellas IU- y con estrechos lazos con el Movimiento 15-M, muchos de cuyos miembros acudieron a la protesta, hizo un amago por cruzar Sol, pero en torno a las 20.00 horas muchos manifestantes se habían quedado ya en la plaza, enzarzados en un debate con los peregrinos que pronto se convirtió en una cascada de insultos.
Gritos de «pederastas», «asesinos» e «ignorantes» se mezclaban con consignas ofensivas como «la juventud del Papa también se la machaca» o «vuestro Papa es un nazi». La mayoría de los peregrinos respondió gritando el nombre de Benedicto XVI a pleno pulmón, aunque hubo algunos que se enfrentaron a los indignados y les devolvieron los insultos y hasta algunos golpes.
Al final, un reducido grupo de peregrinos que se quedó en la plaza se vio totalmente rodeado y fue pateado y expulsado a la fuerza por los manifestantes. Éstos celebraron su victoria y se quedaron en Sol, llegando a dominarla sin oposición durante un largo periodo en el que la Policía incluso llegó a marcharse de ella.
Más tarde, cuando los agentes comprobaron que continuaban las agresiones, comenzaron las cargas. No fueron muy fuertes, pero bastaron para que los manifestantes comenzaran a dispersarse. Al cierre de esta edición, la Policía controlaba la plaza y la estación de Metro de Sol había sido cerrada. El lugar presentaba un aspecto digno de una batalla campal, con botellas por todas partes y un pequeño grupo aún desafiaba a los agentes en calles adyacentes. El balance de los disturbios era de 11 heridos, tres de ellos policías.
Los incidentes en Sol parecen confirmar las tesis de las autoridades madrileñas, que la semana pasada se cuestionaron si la Delegación del Gobierno habría ponderado suficientemente los riesgos que implicaba incluir Sol en la ruta. La Delegación, que quiso mandar la marcha a Lavapiés, accedió finalmente el jueves pasado a incluir en el recorrido los dos puntos que los convocantes tenían como «irrenunciables», Tirso de Molina y Sol.
Los convocantes tenían un interés especial en esta plaza, el principal símbolo del Movimiento 15-M, que la Delegación del Gobierno quiso vetar tras los incidentes ocurridos hace varias semanas, cuando el Ministerio del Interior trató de impedir que los indignados tomaran la plaza cerrándola durante varios días
epsimo y EL MUNDO__________________
PATÉTICA LA IMAGEN DE ESPAÑA ANTE EL MUNDO POR CULPA DEL LAICISMO RANCIO Y TOTALITARIO. Y, CÓMO NO, DE LA SUBDELEGACIÓN DEL GOBIERNO QUE OBEDECE LAS ORDENES DEL DECRÉPITO RUCALCABA.
_______________________
"EL EJERCITO DE RUCALCABA" increpa a una joven del JMJ.
Monseñor Camino: "No nos van a aguar la fiesta"
Los anti-Papa agreden a los del JMJ en Sol y la Policía no actúa
Los antidisturbios cargaron ya de madrugada
Los manifestantes 'laicos', entre los que había muchos indignados, convirtieron su protesta anti-Papa en pura gresca. Los peregrinos terminaron dejando el 'Kilómetro 0', insultados, pateados y arrollados, ante la pasividad policial.
- EN EL "EJERCITO DE RUCALCABA" ESTÁN CÓMO PERROS RABIOSOS (EN REALIDAD, LO QUE SON) , ANTE EL INMENSO PODER DE CONVOCATORIA QUE TIENE EL PAPA.
- Y PARA QUE LADREN MÁS Y BABEEN BILIS POR SUS SUCIAS BOCAZAS DECIMOS:
Bienvenido: Orgullosos de ser católicos
Agentes critican al Gobierno por la marcha «anti-Papa»
La Plaza de Sol volvió a ser desalojada a última hora de la noche de ayer. Los agentes de la policia decidieron proceder a desalojar la concentración antilaica…
EN EL "COMANDO RUCALCABA" FORMADO POR PERR@S RABIOS@S SE CALIFICAN POR SÍ MISMOS
______________________________
No hay comentarios:
Publicar un comentario