jueves, 21 de julio de 2011

Los malechores se cobraron la pieza, Francisco Camps tiró la toalla

Zapatero embustero...Ha acabado el caso Camps y bien está lo que bien acaba. Rajoy ha hecho lo que debía y él también, aunque ha quedado demostrado que, como advertimos en su día, Camps nunca debió presentarse a las elecciones ni Rajoy admitirlo. Un mes ha durado desde su investidura.

El PSOE se frotaba las manos hasta ayer confiado en que podría seguir explotando este vodevil. Pero ahora tendrá que explicar cómo el Jefe de Policía del País Vasco, acusado de colaborar con ETA y en la misma situación procesal que Camps -por hechos infinitamente más graves-, sigue sin ser destituido. Y ahí están también las responsabilidades políticas del ministro Camacho y de Rubalcaba.

En la Comunidad Valenciana, el encargado de devolver las aguas a su cauce es Alberto Fabra, el alcalde de Castellón, un hombre de 47 años ajeno a cualquier escándalo y con recorrido, del estilo de Bauzá. La mejor opción toda vez que Rita Barberá siempre se ha negado a dejar su Alcaldía.

Camps abandonó ayer la presidencia de la Generalitat Valenciana, apenas un mes después de haber tomado posesión y sólo dos desde que ganó sus terceras elecciones por mayoría absoluta. Le sustituirá el alcalde de Castellón, Alberto Fabra, en una jugada de relevo largamente acariciada, pero ejecutada ayer de modo fulminante.

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Fabra, alcalde de Castellón, será el nuevo presidente

Tanto es así queel elegido de Génova toma las riendas de la Generalitat y del PP valenciano con el entusiasmo de los referentes del partido de su provincia; con la aceptación de Rita Barberá y del entorno de Camps, y con el acatamiento forzoso -no exento de enfado- del líder provincial

valenciano, Alfonso Rus, que ayer por la tarde se dio de bruces con la política de hechos consumados de Génova y no quiso aplaudir a su nuevo jefe.

De ahí los mensajes de continuidad -en el Gobierno, en el partido y en el grupo parlamentario- con que Alberto Fabra tomó la vara de mando. El relevo se oficializará en un Pleno extraordinario la próxima semana.

La penosa gestión del caso Gürtel y sus graves problemas judiciales han acabado por arrollar a Camps, tras un insólito enroque que ha durado dos años.

Su marcha -irremediable tras el demoledor auto del pasado viernes del juez José Flors- se produjo ayer sin un atisbo de autocrítica, asegurando que es «inocente» y con la convicción de que su dimisión es un «sacrificio personal» que ofrece a Mariano Rajoy y a España.

Acompañado de Federico Trillo-Figueroa, Juan Cotino y Rita Barberá -las personas que le han sostenido anímicamente en este último trance-, y tras mantener una brevísima reunión con sus consellers en su despacho del Palau de la Generalitat Valenciana, Camps se convirtió en ex presidente con un discurso y un semblante atípicos, propios de alguien acostumbrado a vestirse con un disfraz.

Excesivamente risueño para lo trágico de las circunstancias, pero, a la vez, a punto de llorar, el dirigente valenciano presentó su salida como «una decisión personal» para favorecer al PP y a la Comunidad Valenciana. Pero lo hizo sin admitir su responsabilidad en el desgaste que tanto el partido como la imagen de los valencianos han sufrido en los últimos años.

«Dejo la Presidencia de la Generalitat inocente, completamente inocente, de las barbaridades que durante estos años se han dicho de mí», señaló, para después añadir que el proceso contra él es «falso» y que el día de mañana «muchas personas [no él] tendrán que bajar la cabeza por esta barbarie».

Francisco Camps no ha aclarado si dejará su acta de diputado, aunque aseguró que, a partir de ahora, está «liberado» para defenderse de todas las infamias. Lo cierto es que nadie en el partido quiso ayer entrar en esta cuestión.

El ya ex presidente sostuvo que se va «con menos de lo que vine», porque «no han encontrado ni un euro de más ni un bien de más».

Y, al parecer, en clara referencia al editorial de EL MUNDO de ayer, en el que se cuestionaba su título de molt honorable si aceptaba su culpabilidad y la condena por cohecho impropio, Camps manifestó que ha mantenido el título de «molt honorable en lo más alto, en lo más fuerte y con el mayor orgullo posible».

Por lo que respecta a su sustituto, Alberto Fabra era un fijo en la quinielas desde que en Génova cundió la certidumbre de que el caso Camps era mucho más que cuatro trajes.

Además, diversas fuentes del partido aseguran que muy destacados empresarios de la Comunidad Valenciana ya habían trasladado a Rajoy su preferencia por Alberto Fabra entre la terna de habituales.

Es decir, a medida que el asunto de Camps se complicaba, mayor respaldo tácito concitaba el alcalde de Castellón.

Con todo, la solución de Fabra fue decantada ayer por Génova sin mayores consultas previas que la estrictamente necesarias. En la Junta Directiva, su nombramiento fue propuesto por Camps y aprobado por aclamación sin abrir un turno de ruegos y preguntas. «Mi fuerza viene de los militantes, de mi familia y de Dios», se despidió Camps

epsimo y EL MUNDO_____________________

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Rubalcaba: "Gürtel no tiene nada que ver con el chivatazo"
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