jueves, 30 de junio de 2011

Tráfico en los penales venezolanos: “Un fusil no cabe en un pollo”


La detención del director del penal venezolano Rodeo II y del subdirector de Rodeo I por tráfico de armas y drogas es sólo la punta del iceberg de la corrupción en las cárceles de Venezuela, que involucra desde presos hasta altos funcionarios.

Tráfico en los penales venezolanos: “Un fusil no cabe en un pollo”
Unos 5.000 oficiales de la Guardia Nacional Bolivariana lograron tomar el control hace once días de El Rodeo I, donde aún quedan 930 internos, sin embargo, todavía no han podido reducir a los cabecillas de El Rodeo II.

“¡Un fusil no cabe en un pollo que una madre pueda llevarle a su hijo preso!”. Esta observación tan obvia pero oportuna la hizo días atrás el director del Observatorio Venezolano de la Violencia, Roberto Briceño León.

Venía al caso del descubrimiento en el penal caraqueño El Rodeo I, dentro del área de los reclusos, de un arsenal propio de un destacamento militar: cinco escopetas, 7 fusiles, 20 pistolas, 8 granadas de mano y 5.000 cartuchos, así como 45 kilos de cocaína y 12 de marihuana además de 100 teléfonos móviles y tres computadores.

El hallazgo se efectuó en el registro posterior al motín del 12 de junio, saldado con 22 muertos y extendido a Rodeo II, donde la batalla entre mil presos y 5.000 policías militares de la Guardia Nacional continúa.

Tras la recolección de armas en manos de los internos, la detención el pasado fin de semana del director de El Rodeo II, Luis Rafael Aranguren, y del subdirector de El Rodeo I, Rubén José González, no sorprendió a nadie. Tampoco la del capitán de la Guardia Nacional, Gamalier José Camargo Gómez.

Los tres están acusados de tráfico de armas y “sustancias estupefacientes y psicotrópicas”.

ESTRUCTURA DE CORRUPCIÓN

La fiscal general, Luisa Ortega Díaz, también anunció esta semana la creación de un equipo de investigación para desmantelar la corrupción en las cárceles. Un mal generalizado en la mayoría de los 34 penales del país, si no en todos, según distintos informes de los funcionarios y de los ministerios de Interior y Defensa.

Los líderes de las mafias carcelarias, llamados “pranes” o principales, son los dueños absolutos de la situación. Y de la vida y la hacienda de los presos de a pie, a los que cobran por todo: por la comida, por una cama y, claro, por “protección”.

Las familias tienen que abonarles cuotas de entre y 50 y 130 bolívares (11 a 30 dólares) en cada visita dominical.

Los beneficios se reparten con los guardianes, que cobran a tasa fija, de acuerdo con los datos ofrecidos por empleados de Servicios Penitenciarios: 2.300 dólares por introducir un fusil, 16 dólares por una pistola, diez por una granada, y de seis a doce dólares por seis botellas de alcohol.

El diario local Últimas Noticias informó que los líderes mafiosos de El Rodeo tiene 1,7 millones de bolívares fuertes (unos 395.365 dólares) que habrían cobrado por concepto de “causa”, un impuesto que deben pagar los reos para evitar ser agredidos y asesinados.

MORTAL HACINAMIENTO

El hacinamiento y el abandono de los centros forman el caldo de cultivo perfecto para el descontrol.

La población penitenciaria de Venezuela creció un 150% en los dos últimos años; hoy asciende a 44.800 internos cuando la capacidad real no supera las 17.700 plazas, según la estimación más optimista (Observatorio de Prisiones).

Más de 30.000 de esos presos (casi el 70%) están a la espera de sentencia por culpa de las dilaciones procesales.

Ya el año pasado, la violencia elevó a 476 la cifra de reclusos muertos en el país cuando, por ejemplo, en Brasil fueron 36 sobre una población de 486.000.

En los sucesos del Rodeo se cuentan ya 23 internos y dos guardias muertos, aunque las familias de los presos hablan de una “masacre” mucho mayor.

Día del Bombero chileno

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