Un Rajoy contundente le calificó de “lastre” –pocas descripciones son más precisas–.
Rajoy: "¿Hasta cuándo propone alargar este calvario estéril?"
"Lo que necesita España es que se abran las urnas"
Mariano Rajoy ha clamado a Zapatero que convoque elecciones anticipadas y no "imponga" durante más tiempo a los españoles "esta lenta agonía", ya que, según ha dicho, el Gobierno "no tiene la confianza ni puede recuperarla en 4 meses". A su entender, "no hay otro camino" y "lo único que se discute es la fecha".
La despedida de Zapatero acerca las elecciones
No es aventurado concluir, pues, que las generales se podrían celebrar en otoño -octubre o noviembre- y éste es el único interrogante que de verdad preocupa a los ciudadanos, deseosos de que otro Gobierno tome el relevo para ver la luz al final del túnel. Pero hay más pistas que añadir a la sorprendente despedida de Zapatero. El adelanto también es una conclusión lógica si analizamos el contenido de la intervención del presidente. No propuso ni una sola reforma nueva que justifique su mantra de acabar la Legislatura para culminar los cambios que necesita la economía española. Únicamente cabe anotar en este capítulo una iniciativa -muy etérea y sin concretar- para proteger a las familias que no puedan pagar la hipoteca. Un guiño al Movimiento del 15-M y seguramente una pequeña ayuda para el candidato Rubalcaba. La otra medida que anunció es el establecimiento del techo de gasto para las autonomías, para lo cual tampoco sería necesario agotar la Legislatura.
Por lo demás, el balance de la primera jornada del Debate sobre el estado de la Nación arroja un último enfrentamiento cara a cara muy vehemente y vibrante entre Zapatero y Mariano Rajoy. Ambos se emplearon a fondo, aunque la cruda realidad de los datos económicos daba toda la ventaja al líder del PP en su dura requisitoria contra el presidente del Gobierno. Lo mejor que puede decirse de Zapatero en su despedida es que optimizó al máximo sus condiciones de buen parlamentario en las réplicas, en tanto que Rajoy se presentó de forma eficaz como la única alternativa posible para hacerse cargo del desastre, insistiéndole una y otra vez en que el adelantamiento electoral es imprescindible para que España recupere la confianza perdida.
El líder del PP se esforzó por convencer a la Cámara de que su partido tiene propuestas concretas y avanzó especialmente un proyecto de ley de emprendedores que presentará en el Congreso. Zapatero se comprometió a tomarla en consideración, si bien tampoco esto parece que pueda justificar por sí solo el agotamiento de una Legislatura cuyo final ha certificado solemnemente ante el Congreso el propio presidente.
Los nacionalistas catalanes y vascos parecen haber decidido servir de muleta al Gobierno en semanas alternas, siempre claro está a cambio de un botín sustancioso. Cuando aún no se han apagado los ecos de la bochornosa jornada parlamentaria en la que Zapatero acabó cediendo al PNV la supremacía de los convenios autonómicos sobre los nacionales para no sufrir una humillante derrota, ayer fue CiU la que se cobró el respaldo a la ampliación de la edad de jubilación. A cambio de esos votos, el Gobierno cedió a la Generalitat la titularidad de la propiedad de ocho hospitales y se mostró dispuesto en la negociación a utilizar el fondo de reserva de las pensiones para comprar bonos patrióticos que ayuden a financiar la deuda de la comunidad catalana. Es obvio que el Gobierno está incurriendo en una grave irresponsabilidad histórica al pensar no en el interés general, sino en el suyo propio de sobrevivir unos meses más a costa de lo que sea. La gestión de Zapatero ha devenido así en una especie de mercado persa donde se compran y se venden los votos de los diputados.
En estas circunstancias, lo único que podría redimir en parte los muchos pecados de Zapatero sería el anuncio de una disolución de las Cortes o, de manera alternativa, su relevo y sustitución por quien realmente manda en el Gobierno y en el partido: el vicepresidente y candidato Rubalcaba. Es difícil que el presidente vaya a tener un repentino ataque de dignidad, por lo que lo único que cabe esperar del debate es que Rajoy y el resto de la oposición sean capaces de poner de relieve que Zapatero no tiene otra salida que poner fin a la legislatura y que cuanto más tarde en hacerlo, mayor será su desprestigio.
Porque, además de la crisis económica, la Nación se enfrenta a desafíos políticos y sociales, producto de la gestión de este Gobierno. El poder municipal de Bildu es toda una catástrofe política para el Estado. Nada más gráfico para explicar el alcance de esta crisis que la imagen, ayer, del pleno del Congreso en el homenaje a las víctimas del terrorismo, a la que no acudieron ni la AVT, ni la Fundación Gregorio Ordóñez, ni Covite, tres de las asociaciones más representativas, como protesta por la legalización de Bildu. El descontento social con el sistema político -ruidosa y espontáneamente articulado en torno al Movimiento del 15-M- es la tercera pata del penoso estado de la Nación.
Poco puede esperarse, pues, de este debate de política general como no sea otra oportunidad perdida para pasar la página del peor Gobierno de la Nación en 30 años de democracia.
Un peligroso proyecto en manos de Bildu
No le faltó tiempo al nuevo alcalde donostiarra, Juan Karlos Izaguirre, para felicitarse diciendo que esta designación es «un paso importante para la normalización política que se vislumbra en Euskadi». Y ahí radica el oprobio. Porque la Eurocámara y la Comisión han puesto en manos de los sucesores de Batasuna -los que durante más de 40 años han jaleado los cerca de 900 asesinatos de ETA- un inmejorable instrumento de propaganda de sus tesis, un nuevo triunfo y otra coartada que avala su estrategia. Máxime cuando todo el proyecto con el que competía la ciudad -diseñado por el anterior alcalde, el socialista Elorza- gira en torno a la idea de «pacificación» y no pivota sobre planes exclusivamente culturales, como sí ocurría con las demás ciudades en liza. Y de hecho, algunas actividades propuestas -como los «semilleros de paz» para superar la violencia e iniciar una nueva etapa de convivencia-, pasadas por el tamiz de Bildu serán una terrible afrenta para las víctimas de ETA.
Lo cierto es que en el País Vasco el miedo y el terror impuesto por unos ha tenido atenazados a todos los demás. Y eso no se puede pasar por alto. Nadie puede poner en duda los infinitos méritos de una ciudad históricamente tan cosmopolita y volcada con las vanguardias artísticas como San Sebastián. Pero la designación de una ciudad como capital cultural es un instrumento en manos de sus gestores políticos para desarrollar infraestructuras y poner en marcha actuaciones concretas. Es decir, es un trofeo en bandeja servido en este caso a Bildu. Y podría suponer una plataforma de legitimación internacional del discurso que tantas veces hemos oído a los líderes proetarras sobre el «conflicto vasco» y su «solución negociada», los machacones mensajes de una Batasuna que siempre ha tenido especial facilidad para infiltrarse hasta copar los espacios lúdicos y festivos de los jóvenes, como intentará hacer ahora de nuevo.
Otegi se pone la piel de cordero, pero a medias
Sería injusto no reconocer la solidez del discurso que acaba de pronunciar José Luis Rodríguez Zapatero. En una situación agonizante, el presidente ha dado la cara en el Congreso, ha hablado con claridad y ha demostrado la tenacidad personal de la que siempre ha hecho gala. Tras subrayar la calidad de su intervención en el Congreso habrá que convenir que han sido tantos los despropósitos en los últimos años, tantas las ocurrencias, tantas las contradicciones, tantos los embustes, que el presidente ha perdido la credibilidad y, diga lo que diga, resulta estéril porque nadie en España ni fuera de España confía en él. Su propio partido ha impedido que se presente como candidato a las próximas elecciones generales.
Las exigencias de Merkel y Sarkozy han reorientado la economía española en la buena dirección pero hasta que Zapatero no se vaya, hasta que no deje la presidencia del Gobierno, los problemas que aquejan a España no se solucionarán.
El presidente, por otra parte, no quiso entrar en la cuestión de fondo de su política. Lo peor de Zapatero no es la crisis económica por él desencadenada en gran parte, sino sus despropósitos en Cataluña con el Estatuto y en el País Vasco con Bildueta. Esa es la herencia más agria y de más compleja solución. El tirón secesionista por Zapatero estimulado provocará la colisión contra la Constitución en un plazo más o menos corto. Bildueta se ha instalado en las instituciones y, desde ellas, financia a la banda terrorista y humilla a España y a los españoles. Zapatero es el responsable político de esa inmensa tropelía. Por eso, al elogiar la firmeza y buena dirección de su discurso sobre el Estado de la Nación, no quiero olvidar el gran problema de fondo, por él marginado.
de la Real Academia Española
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