En la sentencia dictada en julio del año pasado, por el Juzgado de Violencia sobre la Mujer número 3 de Málaga, se condenaba al agresor a 14 meses de prisión por dos delitos de amenazas y uno de maltrato familiar. Al ser una condena inferior a dos años de prisión y no tener antecedentes penales, se le da la posibilidad de asistir a un “curso” en materia de igualdad.
Estos “cursos” que están programados desde Instituciones Penitenciarias, tienen que ver con la psicoeducación para comprender la violencia contra la pareja, para que cambien el “chip” (en cuanto a su visión de la mujer y de la relación) y puedan emprender relaciones de pareja sanas, esto sería el verdadero cambio, lo ideal, pero el tiempo estipulado se queda corto, hay un largo camino por recorrer.
Esta violencia la ejerce el hombre debido a varios motivos, siendo el principal de ellos creerse con poder sobre la mujer para controlarla, por tanto puede decirse que su motivación principal no va a ser amarla sino quererla dominar, de tenerla dominada es de lo que dependerá él.
Volviendo al caso del maltratador, acostumbrado a controlar a su pareja,- y con el tiempo a vejarla, ya que siempre va a más, nunca a menos- siendo uno de los principales objetivos de su vida, si no el más importante (puesto que algunos se suicidan después de matarlas), cabe hacerse unas preguntas:
¿Cómo va a estar “este ser” al que “le quitan” una de las metas principales de su “existencia”? ¿Qué va a hacer ahora?
Tanto tiempo empleando la violencia, entre otras cosas porque se le enseñó a que llorar y tener miedo no era de hombres, así es que está superentrenado en ira, pero no en otros sentimientos, de echo los agresores padecen analfabetismo emocional, o sea que tienen dificultades en reconocer sentimientos, de ahí su falta de empatía e incapacidad de ponerse en el lugar de la mujer.
Si en lo que más está entrenado está es en la ira y la violencia, ante una situación en la que a las personas “normales” nos daría una enorme tristeza (ya que nos dejaría “nuestra” pareja), ellos sienten muchísima más ira, un desbordamiento,-la imagen de la viñeta puede quedarse corta-.
De ahí que el asesino de Málaga dijera “Yo lo tengo todo perdido… pero a ella me la llevo por delante”
La pregunta del millón ¿se puede dejar en la calle a un ser que hace una amenaza de este tipo, sabiendo el grado de violencia que le puede estar inhundando? ¿Se puede dejar en libertad a un ser que está preso de su propio cerebro colérico?
Para que un maltratador pueda sustituir la cárcel por un “curso” hay que comprobar a conciencia, con empeño y responsabilidad, por parte de todos los profesionales y administraciones implicadas, el riesgo que tiene para la víctima ¿cómo? Valorando minuciosamente la cantidad de factores que pueden estar interviniendo por parte del agresor, por ejemplo: nula empatía, agresiones perpetradas, si cumple la orden de alejamiento, uso de armas y/o amenazas de muerte creíbles que haya hecho… en el caso de Málaga el riesgo era muy alto, pues en su amenaza, al tipo se ve que le da igual ir a la cárcel. Se hace necesario en ese tiempo en que él hace el “curso”, entrevistar de vez en cuando a la víctima o contactar con ella, sobre todo al principio, para saber si la sigue amenazando, acosando, si la llama, si la intenta ver… si es así, sería lógico tomar medidas inmediatas y drásticas, porque en unas condiciones drásticas está maltratador.
He asistido al primer Curso de Experto en intervención psicológica con víctimas de violencia de género impartido en el Colegio Oficial de Psicólogos de Madrid, quiero agradecer a las compañeras y compañeros del curso el tiempo compartido y lo que me han enseñado, y a todas las profesoras y profesores (profesionales en esta materia unas en intervención psicológica con mujeres, hijos e hijas y maltratadores, otras en el proceso penal…)su dedicación a esta causa, haciendo que la vida de las personas que sufren la violencia de género pueda mejorar y se recuperen, que adquieran habilidades para afrontar una “vida nueva”. Especialmente emotiva fue la última clase, en la que tuvimos el honor de escuchar a mujeres que han salido del infierno del maltrato, tan saludables tan llenas de vida, riéndose… gracias queridas compañeras por venir a darnos vuestro testimonio. Me ha dado esperanzas para seguir luchando por aspirar a un mundo mejor, en el que las relaciones se puedan dar desde el amor, con todos sus sentimientos y la respetuosa expresión y vivencia de los mismos.¡Muchas gracias!
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