jueves, 10 de febrero de 2011

Se embolsaba, como Generalísimo de los Ejércitos, 168.000 pesetas al mes, si bien otros conceptos elevaban su retribución a 800.000

La última nómina de Franco

En nuestra deriva diaria por blogs y redes sociales, ayer os invitábamos a dar un paseo por los puentes más temibles del planeta; puentes como liebres, que diría Benedetti, para poner la piel de gallina (redondeando el símil). Rumbo al pasado, este jueves recalamos en el blog Historias de la Historia, que nos muestra un documento singular: la última nómina del dictador Francisco Franco Bahamonde.

Así descubrimos que Franco era, en cierto modo, un «mileurista»; se embolsaba, allá por 1975, la nada despreciable cantidad de 168.477 pesetas —unos mil euros en la actualidad—, que después de las preceptivas deducciones quedaban en 154.710 pesetas. Para los que no hayan guardado nunca pesetas en sus bolsillos, Javier Sanz ofrece una serie de datos orientativos sobre su valor.

Con ese sueldo de Franco, en los años setenta se podían adquirir seis televisores de gama alta; o un Renault 5 —el coche que causaba furor— con combustible para recorrer un país sin red viaria. Un piso de ochenta metros cuadrados venía a costar unos dos millones de pesetas; y el agraciado con el Gordo de Navidad se embolsaba veinte millones.

Pero éste sería el capítulo oficial; otros documentos inéditos, rescatados la Ley de Memoria Histórica y archivos de la Fundación Franco, dan cuenta de unos emolumentos muy superiores a los declarados en esta «nómina» oficial, que no sería más que un sobresueldo. El Ministerio de Hacienda, por orden del Gobierno franquista, ingresaría cada mes 600.000 pesetas al dictador, por sus labores como Jefe del Estado. Pero la cosa no queda ahí: la propia Jefatura del Estado contaba con una asignación anual de 30.900.000 pesetas; la Jefatura de la Casa Civil, 20.987.000 pesetas.

Estos datos contrastan con los sueldos de la época: un funcionario cobraba unas 35.000 pesetas en los años setenta; el director de ventas de una multinacional, 90.000; un oficinista no superaba las 30.000 pesetas.

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