miércoles, 2 de febrero de 2011

Las obras de la cárcel en los altos de Zubieta comenzarán antes del verano. Contará con 504 celdas residenciales.

Los movimientos de tierra están a la espera de los últimos trámites medioambientales

La nueva infraestructura contará con 504 celdas residenciales y supondrá un desembolso total de 113 millones de euros

Los primeros movimientos de tierras sobre las que se asentará la cárcel de Zubieta comenzarán antes del verano. El Gobierno central, competente en la materia, está a la espera de los últimos flecos medioambientales y en el plazo de cinco o seis meses entrarán las máquinas para remover el terreno donde levantar el nuevo recinto penitenciario, según adelantaron ayer a este periódico fuentes de la Sociedad Estatal de Infraestructuras y Equipamientos Penitenciarios (SIEP). "Todo está previsto para que comience este año", aseguraron.

Medio siglo después de su construcción, y tras ser sometida a varias reformas que no han evitado su progresivo deterioro, el viejo presidio de Martutene, que actualmente triplica su capacidad, será sustituido en el plazo de unos tres años por una moderna equipación con 504 celdas residenciales y otras 120 complementarias, destinadas estas últimas a ingresos y traslados, camas de enfermería y régimen cerrado.

Los Presupuestos Generales del Estado contemplan este año una asignación de 23 millones de euros para esta infraestructura, de los que 8.395.000 irán destinados al movimiento de tierras. El centro penitenciario supondrá un desembolso total de 113 millones.

Los pasos se van dando conforme a lo previsto. El Ayuntamiento de Donostia ha aprobado recientemente el plan parcial de Eskuzai-tzeta, un paraje natural que abarca en torno a 100 hectáreas de terreno sobre el que se construirá la cárcel y el mayor polígono industrial de la zona, de 300.000 metros cuadrados. Esta área comprende también los suelos complementarios de la futura planta incineradora de Zubieta.

La nueva infraestructura es como un viaje del pasado al futuro. Las similitudes entre la desvencijada prisión y la que se construirá son como las que presenta la noche y el día. Martutene es un centro radial que responde al concepto clásico de cárcel, con una torre de control de la que parten diferentes galerías que acogen las celdas. Todo ello, dentro de una misma infraestructura arquitectónica. La nueva cárcel, en cambio, se basa en módulos, una suerte de pabellones "con vida propia".

Ciudad penitenciaria Se trata de una "ciudad penitenciaria", dotada de talleres, enfermería, zona deportiva y cultural. Contará con una extensión equivalente a 30 campos de fútbol, frente a las dos hectáreas que ocupa Martutene, donde han sido recurrentes las denuncias por las condiciones de hacinamiento con las que han tenido que bregar sus inquilinos.

En las modernas instalaciones, los propios internos se harán cargo de la panadería, la lavandería, el economato o el servicio de limpieza, bajo la fórmula de talleres productivos. Este nuevo diseño incluirá diversos edificios, con amplios espacios polivalentes de uso común, para acoger talleres de trabajo y aulas de formación. También habrá espacio para la asistencia sanitaria y lugares de comunicación con la familia.

Pero con la nueva infraestructura no parecen acabar los problemas. Trabajadores de la prisión consultados confiesan sus dudas a la hora de abordar en el futuro el mismo trabajo que se venía desarrollando con los reclusos. La vieja cárcel exigía un cambio a gritos pero, a pesar de su deterioro, siempre se ha valorado su carácter "familiar", en la medida que sus pequeñas dimensiones permiten un trabajo cercano con los presos.

¿Macrocárcel? ¿Qué ocurrirá a partir de ahora? Al referir el nuevo modelo, suele ser de uso común una palabra que encierra toda la carga peyorativa: macrocárcel. Las Juntas Generales de Gipuzkoa han mostrado en más de una ocasión su oposición al Gobierno de Madrid ante este tipo de proyectos, apostando por "centros de tamaño reducido".

La argumentación que sustenta esta oposición es la siguiente: Martutene se construyó en 1948 para acoger a 105 presos, pero su número no ha dejado de crecer con el paso del tiempo, llegando a alcanzar los 400 reclusos en sus picos más altos de ingresos. Por esa misma regla de tres, según esa misma argumentación, la nueva cárcel de Zubieta, con 504 celdas, podría ir incrementando su número de ingresos hasta llegar a mantener encarceladas a más de 1.000 personas, convirtiéndose en un nuevo megacentro de hacinamiento de reclusos.

Trasladada ayer esta cuestión, desde el Gobierno central se mostraron especialmente cautelosos a la hora de definir el nuevo modelo. "Por favor, que nadie hable de macrocárcel porque no es así", insistían desde la Sociedad Estatal de Infraestructuras y Equipamientos Penitenciarios, compañía estatal encargada del diseño, planificación y ejecución de la nueva prisión.

Las mismas fuentes indican que se trata de uno de los modelos "más pequeños" de los que se construyen actualmente en el Estado. Solo el presidio de Menorca (con cien plazas) tiene unas dimensiones menores a las que presentará la cárcel de Zubieta, que será similar a la nueva de Pamplona, actualmente en construcción. "Las cárceles más grandes son de 1.008 reclusos, pero la de Zubieta es precisamente pequeña para adaptarla al terreno y a las necesidades", indican.

Las instalaciones están diseñadas para desarrollar muchos más programas de formación e integración de los que hasta ahora se han podido llevar a cabo en las viejas prisiones. La concepción modular de las cárceles se introdujo en el año 92. Fuentes de Instituciones Penitenciarias explican que cada módulo, que acoge unas 70 celdas, tiene su propio patio. "Se incorporará una oferta de cursos mucho mayor a la que existía hasta ahora, con lo cual entendemos que todo ello redundará en beneficio de los propios reclusos", sostienen desde la Sociedades Estatal de Infraestructuras y Equipamientos Penitenciarios.

Desde Instituciones Penitenciarias no dudan de que a partir de ahora, el nuevo sistema va a permitir una mejor gestión del centro, así como una convivencia más digna entre los propios reclusos. "Al hablar de pabellones, nos estamos refiriendo a un menor número de internos en cada uno de ellos, que podrán compartir su propia sala de estar", detallan.

Diario de Gipuzkoa

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