María Belén Calderón Gómez nació en Torrelavega (Cantabria). Al verla sonreír nadie diría que es la única mujer que se ha fugado del Centro Penitenciario Tenerife II. Es agradable, simpática y fuerte de carácter. Esta mujer decidió, ante la reiterada negativa a que le concedieran un permiso de tres días para acudir a la boda de su hermano, salir del recinto penitenciario "fuera como fuera". Dos meses estuvo María Belén Calderón en la Península y llegó hasta Francia sin ser localizada.
¿Cómo llegó a Tenerife?
Me casé y decidimos venir aquí para alejarnos del mundillo de las drogas. Queríamos hacer las cosas bien. Estuvimos año y medio asistiendo a un CAD en Puerto de la Cruz, pero lo dejamos. Mi familia no es que sea de un barrio marginal ni hemos pasado necesidades, sino que todo surgió así y yo llegué a verme en prisión sin ni siquiera haber sido juzgada.
De la noche a la mañana, su vida cambió...
Sí, entre que tuve un accidente de tráfico cuando iba a trabajar, que mi relación acabó en divorcio y que tuve una depresión, poco a poco, empecé a fumar y a frecuentar malas compañías. Luego, coincidió una redada y además de a mí, pillaron a otras siete personas. Los policías decían que yo era la cabecilla del grupo y que tenían escuchas que podían demostrarlo, pero cuando fueron a mi casa sólo encontraron 21.500 euros porque no había ni un papelillo de fumar. Nos detuvieron a mi hermana menor de edad y a mí y nos metieron en el mismo calabozo de Tres de Mayo durante tres días, y todo el mundo sabe que una menor no puede estar un calabozo porque es ilegal. Creo que nos tenían juntas para presionarme a mí.
Prisión preventiva que duró dos años, pero después, si no hay juicio, quedaría libre...
Pero a mí me bajaron a los juzgados y el fiscal pidió que se me prorrogara la prisión un año más y, a los cuatro meses me fugué porque la boda de mi hermano era en dos días y nadie me daba permiso y eso que lo pedí hasta el Defensor del Pueblo en Madrid. De lo que sí me he dado cuenta es de que en Tenerife II si no andas muy atenta las cartas no salen de allí. La gente allí está incomunicada. Yo hablo por mí y he estado tres años en prisión sin juzgar. Hay gente que está en el mismo patio donde hay preventivas y madres con hijos.
¿Es dura la vida en prisión?
Yo he estado en módulos donde hay contacto con tuberculosos. Los niños no pueden estar en esos módulos. De hecho, estás allí dentro y es como una pequeña comunidad y pasa de todo. En contacto con nosotras había tres funcionarias para cien reclusas. Eso no puede ser. Lo más difícil es ocupar el tiempo libre.
¿Tenía de todo en el economato?
En el economato de Puerto II me encuentro las muestras gratuitas de champú que detrás del bote dice que está prohibida la venta y los vendían a 40 céntimos. Pues los compré todos y los rellené de agua. Puse una instancia y la lié porque yo estaba allí por un delito y allí se estaba cometiendo un delito. Puse una instancia y me llamaron a un cuarto a leerme la cartilla.
¿Qué sensación tenía dentro de prisión?
Dan una cantidad de dinero al día por cada recluso y no sé en qué la invierten porque tampoco es que te den gran cosa. Es como un pueblo que se autoabastece él mismo. Todos los días es la misma historia porque hay unas horas de patio y otras para estar encerrado. A las ocho de la mañana suena la sirena y aún en libertad, sigues abriendo los ojos a las ocho. Esta cárcel es de psicosis porque las puertas se abren a cerrojazo limpio.
¿Cómo se fugó?
Lo planeé porque no me quedaba más remedio, ya que quería estar en la boda de mi hermano y allí dentro no me apoyaban. Hubiera ido custodiada por la policía tranquilamente. El 11 de junio de 2004 se casaba mi hermano y yo me fugo el 8, pero dos meses antes había pedido permiso tras permiso y me lo denegaban. Allí dentro va todo muy lento. Cuando estábamos en el patio cogí una de las porterías la apoyé contra el muro, trepé, salté los alambres y me daba igual si me quedaba enganchada o no. Salté al barranco y creo que tenía costillas fracturadas, pero yo, en caliente, no sentía el dolor. Llegué hasta la carretera y allí me esperaba una persona en un coche que me tenía que llevar al aeropuerto rumbo a Madrid.
¿Se ha percatado de que arriesgó su vida al fugarse?
La verdad es que sí, pero para condenarte por ello hay que romper algo de la instalación o atentar contra algún funcionario. A mí me resultó tan fácil fugarme porque era donde antes estaba Régimen Abierto y estabas a un paso de la calle. Lo de mujeres era un agujero negro. Es que es lógico, es que el primer día que estás dentro ya estás buscando un hueco por donde salir y es que paseando con una compañera de causa lo vi.
¿Qué hizo el día antes de la fuga?
Pasarme la noche rezando con mi compañera. Después de fugarme cogí un avión a Madrid y cuatro horas después de haberme fugado mandé una postal a Tenerife II para que vieran que ya estaba allí. Realmente, sólo pedía tres días para ir a la boda de mi hermano. Cuando llegué, mi hermano me pide y mi familia que no vaya a la boda porque los llamaron desde prisión.
¿Cuando estaba usted en la Península cuando se entera de que la Policía la busca?
Estuve en la boda de una amiga de toda la vida y la "secreta" esperó hasta que acabara el reportaje gráfico del enlace y se acercaron a mi para decirme que nos teníamos que ir. Desde donde me cogieron hasta Tenerife II pasé por ocho prisiones antes de llegar aquí.
¿Cuando regresó cuál fue la reacción de sus compañeras?
A los dos meses nadie me quería porque había vuelto. Yo me fugué para volver porque sólo iba a la boda de mi hermano y al final fui a la de mi mejor amiga. Cuando estaba en Francia hice un escrito alegando ya dentro de prisión que estaba teniendo recaídas con las drogas porque dentro de prisión se mueve cocaína, heroína y de todo. Allí se te pica un diente y te lo arrancan y te niegan ir a tu dentista de pago. Yo me negué porque había estado trabajando en dos clínicas dentales y sabía que aquello no se hacía.
¿El educador qué le dijo sobre salir al dentista?
Para poder salir es mejor que no hagas ni digas nada. Te pones a limpiar o a hacer talleres para conseguir reconocimientos. En una ocasión abrieron un taller para los chinos y estábamos todo el día grapando paquetitos -les daban a cada chica 10 céntimos por paquetito, pero no es malo porque por lo menos te mantienes ocupada-.
¿Qué ocurre en aislamiento?
A mí me escribían chicos -que no conocía de nada- que estaban en aislamiento y me preguntaban cómo estaba y si me pegaban, pero en mi caso no fue así. Los chicos es distinto a las chicas y, por ejemplo, ellos tienen su gimnasio, algo que no tenemos las mujeres, pero yo siempre estaba haciendo deporte porque tenía que ocupar la mente en algo. No quería salir de allí barriguda y sin dientes.
¿Qué hay que hacer para poder llamar por teléfono?
Todo tiene que ser por instancia. Lo pides dando los números de teléfono y cuando te devuelven a los diez días la instancia aprobada ya puedes llamar dos veces a la semana durante cinco minutos.
Pero recientemente se ha comentado que dentro de prisión hay reclusos que tienen móviles...
Claro que sí, te los venden los que trabajan allí por mil euros y entre los internos se revenden a 400, aunque cuesten 50 euros fuera.
Para hacer llegar un escrito fuera en el caso de la avería de las calderas, ¿cómo lo hicieron?
A través de algún voluntario o de alguien que pueda sacar algo. Cuando lo de las calderas, hasta los niños y las enfermas se bañaron con agua fría. Estuve cuatro mesesen aislamiento sólo por haberme fugado y porque no tienen instalaciones para tenerme en otro sitio. Era el primer caso y no sabían qué hacer. Si lo hacen porque hay muchos reclusos, que no tengan a peninsulares o a gente de otros países aquí.
¿Qué ha aprendido estando dentro de prisión?
Valoras las cosas pequeñas como ver el mar, la amistad y cosas sencillas. Lo primero que hice después de fugarme es ir al puerto y entre dos barcos me di un baño. Llevaba más de dos años esperando poder darme un baño en agua salada. Luego me dirigí al aeropuerto y cuando estaba en Madrid mandé una postal a Tenerife II con el matasellos de Madrid para que supieran donde estaba.
¿Y la reinserción social de la que tanto se habla?
Allí no hay nada de eso. Sólo es para cubrir expediente. ¿Por qué una condenada tiene que hacer el mismo curso de Informática dos veces y a mí, que soy preventiva, no me dejan? Cuando sales intentas ser sincera y dices la verdad y nadie te mira bien y no consigues trabajo. Te ponen un cartelito sólo por haber estado en prisión.
¿Cómo cree usted que se puede reinsertar al recluso?
Que hagan las carreteras los presos, que pinten los muros que están sucios, que planten los jardines y así seguro que evitan la frustración.
Su juicio ha salido tras 8 años...
Sí, y todavía estoy esperando la sentencia. Gracias a mi abogado, Antonio Padilla, yo he podido contar con un pilar, que además es un amigo. Hay un voluntario que se llama don Eduardo y siempre venía con su bolsa de caramelos.
Este sistema es una gran mentira
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