El propio Grande-Marlaska relata en su demoledor escrito los hechos con meridiana claridad: el chivatazo a Joseba Elosúa se produjo el 4 de mayo de 2006. Ese día había preparado un dispositivo policial en la frontera para detener a los miembros de la red. Pero Elosua, que se hallaba en su bar, fue alertado horas antes por una llamada telefónica de que la Policía le estaba esperando. Al día siguiente, el propio Elosúa contó a su cuñado que un agente policial anónimo le había avisado mediante una llamada de móvil de la operación montada en la frontera, conversación que fue grabada por la Comisaría General de Información.
Grande-Marlaska pregunta en su escrito por qué el comisario que estaba al frente del dispositivo no le llamó ese día para informarle de lo sucedido pese a que tenía su número de teléfono móvil. Peor aún, el juez de la Audiencia afirma en esa providencia que la Comisaría General de Información elaboró un informe sobre el chivatazo el 15 de mayo y que ese documento le llegó el 22 de mayo, es decir, 18 días después de haberse producido el fracaso de la operación.
Grande-Marlaska pide a la Comisaría General de Información que le explique por qué no le intentó localizar en ese momento, por qué tardó cuatro días en comunicarle los primeros datos y por qué la Policía no inició investigación alguna hasta el 15 de mayo.
Las respuestas son obvias: el Ministerio de Interior quería encubrir el chivatazo que había partido de altos mandos policiales y pretendía ganar tiempo, bien para borrar las huellas del delito o bien para dificultar la investigación de Grande-Marlaska, un juez honesto decidido a averiguar la verdad.
El resto de la historia ya es conocido: Grande-Marlaska apartó del caso a Telesforo Rubio, comisario general de Información, y luego el magistrado fue sustituido por Baltasar Garzón, que era el titular del juzgado, al acabarse su permiso para los cursos en Nueva York. Garzón paralizó la instrucción durante tres años en los que prácticamente no hizo nada -con la complicidad del fiscal- para esclarecer lo sucedido.
¿Qué habría pasado si Grande-Marlaska, al que se le intentó apartar antes de la vuelta de Garzón con una atractiva oferta profesional, hubiera continuado al frente de la investigación un par de años más? Es muy probable que los responsables del chivatazo estarían hoy en el banquillo o muy cerca de ser juzgados. Pero de poco vale especular con esa posibilidad.
Afortunadamente, Pablo Ruz, el juez que instruye hoy el caso tras la suspensión de Garzón, está también demostrando la misma actitud que Grande-Marlaska, lo cual nos hace concebir esperanzas de que algún día la acción de la Justicia llegará hasta esos altos responsables policiales que cometieron un gravísimo delito que suscita la máxima repugnancia moral.
epsimo y el MUNDO_______________
El chivatazo a la red de extorsión de ETA
Marlaska denunció negligencias de la cúpula policial en el caso Faisán
Garzón intentó cerrar el caso Faisán seis días antes de ser suspendido
_______________________
No hay comentarios:
Publicar un comentario