lunes, 22 de noviembre de 2010

Alta incidencia de enfermedades. La salud en la cárcel, ¿una cuestión pública?

Las mujeres y los presos a partir de los 55 años, los que más afecciones sufre

Los trastornos mentales y las enfermedades infecciosas son algunos de los problemas de salud más comunes entre los más 10 millones de personas que se encuentran encarceladas en el mundo. "Mucho más que en el resto de la población", asevera una revisión publicada en la revista 'The Lancet'. Según los autores de este trabajo, "la asistencia médica penitenciaria debería formar parte de los sistemas de salud pública".

Como explican a lo largo del artículo, "los presos sufren numerosos problemas de salud que, inevitablemente, se convierten en cuestión pública cuando salen de la cárcel". El problema, al menos en España, es que la asistencia médica tras las rejas depende de las instituciones penitenciarias, es decir, del Ministerio del Interior. Según Pablo Sáinz de la Hoya, coordinador del Grupo de Enfermedades Infecciosas de la Sociedad Española de Sanidad Penitenciaria (SESP), "debería estar integrada en la Sanidad Pública, tal y como indica la Ley de Sanidad de 1993 y todas las posteriores normas y dictámenes del Parlamento". Y añade: "Sólo Cataluña ha cumplido con esta integración. Hace apenas 15 días firmó un decreto con dicho objetivo".

Y esta realidad no dista demasiado de otros países, al igual que tampoco hay muchas diferencias entre las principales afecciones de salud que sufren los presos. Seena Faze, de la Universidad de Oxford (Reino Unido) y Jacques Baillargeon, de la Universidad Texas Medical Tranch (EEUU), han analizado la prevalencia de enfermedades físicas y psiquiátricas en este entorno y, además, hacen algunas propuestas para mejorar su atención y tratamiento.

Después de revisar 62 estudios que implican a un total de 230.000 presos, los responsables de este trabajo han observado importantes tasas de VIH, hepatitis B y C, tuberculosis, psicosis, depresión y trastornos de la personalidad. Los más afectados: las mujeres, los presos a partir de 55 años y los más jóvenes.

En España, puntualiza Sainz de la Hoya, los problemas de salud más frecuentes en las cárceles son: la toxicomanía (antes se pinchaban heroína, ahora fuman crack), las enfermedades derivadas del envejecimiento (hipertensión, diabetes, artritis...), los trastornos psiquiátricos y las infecciones, en las que tenemos subrayar que la profilaxis, los programas de prevención y la implementación de tratamientos están funcionando muy bien".

De esta revisión americana también se extraen conclusiones sobre los factores de riesgo que más menoscaban la salud de los presos: el uso de drogas por vía intravenosa (más del 20%) y las prácticas sexuales de riesgo. Uno de los estudios indica que en las prisiones de Quebec (Canadá), el 45% de las mujeres y el 26% de los hombres afirma haber tenido relaciones íntimas sin protección antes del encarcelamiento.

Teniendo en cuenta, además, que "las patologías más frecuentes en la cárcel suelen agravarse por tratamientos deficientes y falta de seguimiento médico, resulta evidente que la asistencia sanitaria penitenciaria necesita urgentemente medidas de mejora".

Los autores, por lo tanto, recomiendan, en primer lugar, que la responsabilidad sanitaria tras las rejas sea del sistema público sanitario. Para ello, antes es muy importante concienciarse sobre los problemas de esta parte de la población. Normalmente, "son personas procedentes de entornos desfavorables y con un nivel socioeconómico bajo. Para ellos, la cárcel podría suponer una oportunidad para el diagnóstico, tratamiento y prevención".

Como muestra, la gran evolución que España ha experimentado en materia de VIH. "Hace 20 años, uno de cada cuatro (25%) presos estaba infectado por dicho virus. Hoy, la prevalencia ronda el 10%. Hay que reconocer que los programas de prevención han ayudado enormemente", destaca el doctor Sainz de la Hoya

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