No seré yo quien colabore a agrandar esa imagen falsa de que los funcionarios tienen todos un perfil de vagos, que se limitan a fichar y cubrir el expediente sabiendo que tienen su trabajo garantizado de por vida en tiempos difíciles. No es cierto y además considero injusto ese estereotipo. Conozco a muchos funcionarios que tienen una entrega total y absoluta, que no saben de horarios y si de responsabilidad para que las cosas salgan bien. Es verdad que hay otros muchos que han hecho un arte de la política del escaqueo, que son las manzanas podridas que perjudican a todos sus compañeros, pero eso no es excepcional en la cosa publica. También hay buenos y malos trabajadores en la empresa privada, solo que el nivel de exigencia es mucho mayor y también es, infinitamente diferente la facilidad con la que a estos malos trabajadores los ponen de patitas en la calle, sino cumplen.
Sea como fuere la política del dedazo es muy perjudicial para el funcionariado y, de hecho, cada vez son menos las plazas que salen a oposición, porque sus puestos los están ocupando personas de confianza del político de turno que además tienen un alto grado de sumisión. Esta claro que las contrataciones laborales se hacen con un método de ingreso que no garantizan los principios de merito, capacidad e igualdad y que, en definitiva, un funcionario de carrera garantiza mucho mejor la independencia. Es mas para rebajar el gasto inasumible bastaría con cerrar el grifo de la contratación de asesores y gabinetes y redistribuir esos trabajos entre el funcionariado de carrera, lo que significa aprovechar mejor los recursos existentes.
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