EL GALLINERO PENITENCIARIO III: «Creía que me querían quitar los órganos y por eso intenté matarla»

«Creía que me querían quitar los órganos y por eso intenté matarla»

Reconoció que había pretendido matar a su madrastra porque estaba enfermo

«Pensaba que me querían hacer algo para quitarme los órganos; tenía esas ideas en mi cabeza desde hacía varios meses». Con estas palabras se justificó ayer el joven O.G.G., por el hecho de intentar matar a su madrastra con un cuchillo jamonero, mientras la víctima dormía en su dormitorio.
El acusado, en prisión por esta causa desde el 28 de marzo del pasado año, reconoció haber intentando matar a su madrastra, asestándole «4ó 5 puñaladas», pero reconoció que lo hizo porque estaba enfermo y no tomaba la medicación, «unas gotas», que le había recetado el médico meses antes.
El procesado relató que la noche de los hechos no podía dormir, que cogió el cuchillo y con él en la mano. «fui a la habitación de mis padres», donde se encontraba durmiendo la víctima sola, y le dio las puñaladas. Dijo no recordar que le dijera algo ni en qué partes del cuerpo le hirió. Tampoco recordaba si la víctima se defendió. «Yo pensé que estaba muerta y eso fue lo que le dije a la Guardia Civil cuando les llamé por teléfono para contar lo que había ocurrido».
Lo cierto es que la agredida sufrió heridas en cabeza, tórax y mano que «hubieran podido matarla», según admitió una perito forense.
Antes de vivir con su padre y la mujer de éste en Almansa, tenía su domicilio en Valencia, donde residía la madre del procesado y su pareja. También en aquél momento intentó «agredir» a su padrastro, y eso provocó el que se fuera a vivir con su padre a la localidad albaceteña.
A preguntas de la Juez que presidió ayer la sección 2ª de la Audiencia Provincial, el acusado admitió que tenía «ideas extrañas» desde los veinte años pero que «nunca» acudió a un especialistas ni se automedicó. Tras los hechos acaecidos, el procesado sigue un tratamiento farmacológico en prisión, que «me calma y hace que no piense tanto; me deja 4ó 5 días relajado», admitió. Reconoció, por último en el interrogatorio, que «lo más seguro es que pretendía matar» a la víctima, pero fue «algo repentino», dijo.
En el juicio testificaron los peritos que analizaron psicológicamente al agresor y concluyeron que padece un trastorno esquizofrénico «crónico» y que el día de los hechos tenía la conciencia y voluntad «anulada», según una de las peritos, e «intensamente mermada», según otra experta. Para el forense, las ideas delirantes que tenía el acusado estaban organizadas durante muchos tiempo pues pensaba realmente «que todos iban contra él». De hecho, según relató el propio agresor a preguntas de su abogada, dejó de comer «para deteriorarse y que sus órganos no sirvieran para tal fin».
Todos los peritos estuvieron de acuerdo en que el procesado tiene un trastorno psicótico con ideas delirantes. «Estaba fuera de la realidad y actuó conforme a eso», afirmaron. Inquiridos por el Ministerio Fiscal, aseguraron que basan su diagnóstico en la entrevista mantenida con él, días después de los hechos. «Cuenta cosas desproporcionadas y algo extravagantes». Reconocieron que es una enfermedad crónica y que precisa una medicación constante. Tanto el Fiscal como su abogada solicitan su internamiento en un centro adecuado aunque sus diferencias estriban en que la defensa pide la eximente completa por enajenación mental, y el Fiscal solicita la incompleta.

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