La caja única, amenazadaNada hay más peligroso que un político desesperado, y en estos momentos tenemos a dos formaciones, PSOE y PNV, que ambicionan mantener o recuperar el poder al precio que sea.
Incluso al de cargarse uno de los pocos ejes vertebradores de la cohesión social y económica del Estado: la caja única de la Seguridad Social. Si el soberanismo catalán ha tratado de romper la unidad judicial, mediante el Estatut, las exigencias del PNV implican la ruptura de la unidad de la Seguridad Social. Y en ambos casos, con la complicidad de Zapatero.
La ruptura de la caja única tiene, para empezar, contraindicaciones constitucionales. La Carta Magna establece que el Estado “garantiza la realización efectiva del principio de solidaridad, velando por el establecimiento de un equilibrio económico, adecuado y justo entre las diversas partes del territorio español” (art. 138). De acuerdo con esta exigencia, el sistema público de pensiones recauda las cotizaciones de todos los trabajadores de España y, gracias a esos fondos, sufraga unas prestaciones a nuestros jubilados que no dependen del punto geográfico en el que vivan, sino de su contribución durante su vida laboral al sostenimiento de las arcas de la Seguridad Social.
Como todo sistema público, el mecanismo no es neutral a la hora de redistribuir la renta. Los expertos apuntan que un sistema de capitalización es muy superior a uno de reparto, pero, desde luego, lo que no puede hacerse es defender el sistema público de pensiones al tiempo que se le desgaja uno de sus elementos constituyentes. Romper la caja única, como exige el PNV y parece dispuesto a conceder el PSOE, supondría canibalizar un organismo que el desequilibrio generacional y la crisis económica ya están haciendo tambalear por sí mismos: si quienes más cotizan se escinden del conjunto, al final los ciudadanos (y las regiones) más pobres se quedarán con unas pensiones aún más indignas que las actuales.
Pero las desaforadas ansias de poder del nacionalismo podrían terminar perjudicando a los propios vascos. Aun cuando esa comunidad autónoma tenga una renta per cápita superior a la media del resto de España, sus desequilibrios de población también son mucho mayores. El País Vasco tiene una de las tasas de natalidad más bajas de todo el Estado (apenas un niño por mujer), hasta el punto de que su propio Gobierno espera que en 2050 alrededor del 40% de su población supere los 65 años (10 puntos por encima del resto de España), lo que haría del todo inviables las pensiones que perciben actualmente los jubilados vascos. Desde hace ya una década, las cotizaciones que la Seguridad Social recauda en esa región son muy inferiores a las prestaciones que abona: el déficit del sistema vasco de pensiones ha superado los 500 millones de euros anuales durante unos ejercicios en los que el resto de España ha encadenado, incluso durante la crisis actual, superávits superiores a los 7.000 millones.En otras palabras, hasta la fecha, los pensionistas vascos han sido receptores netos de la solidaridad del resto de los españoles. Si el proyecto secesionista del PNV y del PSOE se consuma, o los trabajadores de esa región verán aumentadas sus cotizaciones a la Seguridad Social vasca (de modo que se produciría un incremento del desempleo) o los pensionistas experimentarán profundos recortes en sus prestaciones. No hay de qué sorprenderse. Así es como el socialismo y el nacionalismo se preocupan por el bienestar general: conservar el trono bien vale desmantelar las instituciones y pauperizar a la población. LA GACETA
COMENTARIO:
No le basta con haber hundido en la miseria a este pais,el poner en contra a la mitad de los españoles contra la otra mitad,no le basta y ahora quiere destruir lo unico que une a todos los españoles incluidos a los nacionalistas,la caja de la seguridad social.De veras que si llega a hacer eso,deberían juzgarlo y encerrarlo,porque es para eso.¿Tantas leyes que tenemos y no hay ninguna que lo impida?.Y todo por estar un año más en la potrona,esto es inadmisible y totalmente injusto.
La ruptura de la caja única tiene, para empezar, contraindicaciones constitucionales. La Carta Magna establece que el Estado “garantiza la realización efectiva del principio de solidaridad, velando por el establecimiento de un equilibrio económico, adecuado y justo entre las diversas partes del territorio español” (art. 138). De acuerdo con esta exigencia, el sistema público de pensiones recauda las cotizaciones de todos los trabajadores de España y, gracias a esos fondos, sufraga unas prestaciones a nuestros jubilados que no dependen del punto geográfico en el que vivan, sino de su contribución durante su vida laboral al sostenimiento de las arcas de la Seguridad Social.
Como todo sistema público, el mecanismo no es neutral a la hora de redistribuir la renta. Los expertos apuntan que un sistema de capitalización es muy superior a uno de reparto, pero, desde luego, lo que no puede hacerse es defender el sistema público de pensiones al tiempo que se le desgaja uno de sus elementos constituyentes. Romper la caja única, como exige el PNV y parece dispuesto a conceder el PSOE, supondría canibalizar un organismo que el desequilibrio generacional y la crisis económica ya están haciendo tambalear por sí mismos: si quienes más cotizan se escinden del conjunto, al final los ciudadanos (y las regiones) más pobres se quedarán con unas pensiones aún más indignas que las actuales.
Pero las desaforadas ansias de poder del nacionalismo podrían terminar perjudicando a los propios vascos. Aun cuando esa comunidad autónoma tenga una renta per cápita superior a la media del resto de España, sus desequilibrios de población también son mucho mayores. El País Vasco tiene una de las tasas de natalidad más bajas de todo el Estado (apenas un niño por mujer), hasta el punto de que su propio Gobierno espera que en 2050 alrededor del 40% de su población supere los 65 años (10 puntos por encima del resto de España), lo que haría del todo inviables las pensiones que perciben actualmente los jubilados vascos. Desde hace ya una década, las cotizaciones que la Seguridad Social recauda en esa región son muy inferiores a las prestaciones que abona: el déficit del sistema vasco de pensiones ha superado los 500 millones de euros anuales durante unos ejercicios en los que el resto de España ha encadenado, incluso durante la crisis actual, superávits superiores a los 7.000 millones.En otras palabras, hasta la fecha, los pensionistas vascos han sido receptores netos de la solidaridad del resto de los españoles. Si el proyecto secesionista del PNV y del PSOE se consuma, o los trabajadores de esa región verán aumentadas sus cotizaciones a la Seguridad Social vasca (de modo que se produciría un incremento del desempleo) o los pensionistas experimentarán profundos recortes en sus prestaciones. No hay de qué sorprenderse. Así es como el socialismo y el nacionalismo se preocupan por el bienestar general: conservar el trono bien vale desmantelar las instituciones y pauperizar a la población. LA GACETA
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No le basta con haber hundido en la miseria a este pais,el poner en contra a la mitad de los españoles contra la otra mitad,no le basta y ahora quiere destruir lo unico que une a todos los españoles incluidos a los nacionalistas,la caja de la seguridad social.De veras que si llega a hacer eso,deberían juzgarlo y encerrarlo,porque es para eso.¿Tantas leyes que tenemos y no hay ninguna que lo impida?.Y todo por estar un año más en la potrona,esto es inadmisible y totalmente injusto.
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